Capítulo 2

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Hace unos 2 años y medio, Kageyama y Hinata eran jóvenes de 16 años que estaban a unos cuantos meses de cumplir los 17. Ambos eran compañeros de tercer año de preparatoria del colegio; este lugar era conocido por su excelente educación tanto académica como religiosa, además, contaba con seminario juvenil para todo joven que quisiera volverse sacerdote. Hinata estaba a unos meses de completar su educación religiosa en el seminario al igual que Kageyama, sin embargo, este último se estaba especializando en exorcismo. 

La vida de ambos parecía un cuento de hadas, ambos tenían excelentes calificaciones en todas sus clases, eran populares y contaban con muchos amigos; sin embargo, el que tenía más experiencia en esto de socializar era Hinata, pues su personalidad divertida y carismática hacía que los demás tuvieran una cercanía con el pelinaranja.

Ambos chicos se llevaban bien, no eran mejores amigos ni mucho menos tan cercanos, pero se estimaban y se tenían algo de confianza, aunque claro nunca faltaba que entre los dos se molestaran (esto era más común en el pequeño naranjo hacía el pelinegro), solían hacerse bromas pesadas o burlarse del otro por cualquier cosa, pero aún así su pequeña "amistad" nunca se rompió.

Paso el tiempo, ambos jóvenes terminaron con éxito la preparatoria e iniciaron un pequeño servicio sacerdotal en una parroquía cercana a su colegio. Hinata oficiaba misas y misiones religiosas, y Kageyama esperaba su primer caso de exorcismo en una casa aledaña a la iglesia. Este caso consistía en que este hogar perteneciente a una familia rica se encontraba asechado por demonios malignos.

La familia le pidió a Kageyama, quien era el único exorcista de la iglesia, que por favor bendijeran la casa. El "exorcismo" fue un éxito, sin embargo, algo que hizo sospechar al azabache fue que nunca sintió nada en aquella casa, no hubo ningún ruido extraño o presencia de ese tipo, más bien quien le daba incómodidad era el dueño de la casa. Era un adulto joven que seguramente no pasaba de los 25 años, tenía raíces castañas mientras que su cabello era rubio, su mirada era similar a la de un felino y su porte demasiado elegante.

-Bueno señor, la casa ya esta bendecida

-Muchas gracias padre, ¿cuánto dinero es? - dijo el extraño sacando su cartera

-No tiene que preocuparse, no es necesario pagar por este servicio

-Insisto padre

-Bueno...lo que usted guste darme

-Esta bien - dijo el hombre sacando un enorme gajo de billetes - tome, es lo mínimo que puedo darle

-¡Es demasiado dinero! disculpe si lo ofendo pero no puedo aceptarlo - hablo el pelinegro, pues estaba demasiado sorprendido por la cantidad de dinero que se la estaba ofreciendo por un servicio tan simple.

-Venga hermano Tobio, podemos usarlo para la visita del arzobispo que será en un par de días - le susurro Hinata, pues sirvió como ayudante de Kageyama durante el exorcismo

-Padre...creo que no es suficiente ¿quiere que le de más dinero? voy por el a la casa - hablo el sujeto riendose

-¡NO! señor esto esta bien, Dios lo bendiga

-Esta bien, gracias padre - dijo el hombre ofreciendo una sonrisa amable a ambos sacerdotes

-No es nada en realidad - hablo la pequeña mandarina

-Nos vemos en domingo en misa

Y eso exactamente sucedió, aquel extraño se presento a la misa dominical que siempre celebraba Hinata, se sento en uno de los últimos asientos y toda la misa tuvo una mirada perdida en el pequeño naranjo, algo que le extraño a Kageyama, pues él estuvo presente en la misa y notó este extraño comportamiento. Una vez que la celebración terminó el extraño se levanto del su lugar y salió...solo que nunca se fue de la iglesia, más bien espero a que Hinata saliera. 

Que Dios me perdoneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora