6- Avión

280 16 1
                                    

Síganme en Instagram: _bertaa.__Gracias :)

Me levanto más temprano que nunca, el día ha llegado al fin, me visto con rapidez, a pesar de que estamos en verano me pongo unos vaqueros y una camiseta de manga corta con una sudadera, en el avión va a hacer frío, eso no lo sé por experiencia, me lo ha dicho Ilsa, que una vez al año visita a su familia y dice que siempre pasa frío en el avión. 

Cierro la mochila con las últimas cosas importantes dentro y miro por última vez lo que ha sido mi habitación durante diecisiete años de mi vida, le doy una última repasada al lugar en modo de despedida, a pesar de que odio estar en esta casa por todos los malos momentos me da lástima ver mi dormitorio vacío, porque a pesar de todo entre esos malos momentos, he podido formar mis pequeños recuerdos alegres y me da pena dejarlos atrás.

Aparto los pensamientos rápidamente de mi cabeza y me concentro en bajar los peldaños sin hacer el mínimo ruido, hoy es importante no cometer ni un solo error, muy importante. 

Una vez fuera festejo mentalmente mi éxito en la misión "salir de casa". Unas calles más allá me están esperando Ilsa y Carl en coche y los saludo una vez estoy dentro.

Carl, ahora sentado en el asiento del copiloto, se dedica a contarme lo bien que conducía el coche cuando aún podía hacerlo legalmente, ahora solo lo puede conducir Ilsa, ya que a él le han sacado el carnet porque está incapacitado para conducir, según él es una chorrada y dice que está perfectamente capacitado, es más, dice que si agarrara el volante conduciría mucho mejor que los pilotos de carreras. 

Llegamos al aeropuerto dos horas antes ante cualquier imprevisto, más vale ir con tiempo que no que falte. Los que he considerado ya como mi familia me acompañan la mayor parte del camino, hasta que ya no les dejan pasar, es allí donde empiezan las charlas emocionales y despedidas, y aunque nunca me han dado ninguna, ya las empiezo a odiar. 

— Lizbeth, te vamos a echar de menos, mucho, mucho, mucho y mucho. Más de lo que te imaginas. — dice Ilsa, que ya ha sacado un pañuelo de papel del bolso y se lo pasa por los ojos — Quiero que hagas una cosa, quiero que hagas amigas, muchas o pocas, da igual, pero tienen que ser buenas amigas, no vayas con malas influencias, porque aunque es un pueblo pequeño, siempre hay gamberros. La ciudad allá es distinta que aquí, no todo es igual, así que no quiero que te dejes engatusar por nadie, haz lo correcto y no te fíes de nadie a la primera. Se lista, por favor y anda con cuidado siempre. 

Me sorbo los mocos y cierro los ojos momentáneamente, sé que voy a llorar, pero no quiero hacerlo tan pronto, la voz no me sale del todo así que me limito a asentir con la cabeza. 

— A ver, quiero que cuando llegues nos envíes un email, no me gustan mucho estos cacharros voladores, no son muy seguros. — dice Carl — También quiero que tengas cuidado con los chicos, que están hechos unos pillos y eres muy guapa y buena como para sufrir por ellos, ellos deben sufrir por ti, ¿entiendes? Bien, continuemos, también quiero que me mandes algún crucigrama por Gmail y que no te olvides del viejo Carl, que te va a echar de menos todos los días, aunque no seas una gran ayuda con los crucigramas. Y que sepas, que como te olvides de mí, voy a volar hasta allí, para darte con el bastón — dice meneando el bastón por los aires, cosa que me causa una gran carcajada — pese a que odio los trastos estos, ¿me vas a explicar como pueden volar si pesan más que una ballena?

Mi vuelo no sale aún, pero Ilsa dice que debo ir entrando para ir bien de tiempo y llegar temprano. Abrazo fuertemente a Carl, que ha sido como un abuelo para mí, y me quedo unos largos minutos sintiendo como sus brazos me envuelven con cariño. Me separo de él con los ojos aguados, odio las despedidas, y abrazo a Ilsa, ella me devuelve el abrazo con más fuerza incluso. 

Se mueve un poco para susurrarme al oído — Lizbeth, preciosa, cuando te tengas novio me lo presentas, ya sabes que los canadienses están para comérselos, como ese Sean Méndez del que hablas, esta como un queso el nene. Pero que no sea estúpido, tiene que ser una buena persona, no un capullo. 

Me rio de su forma de pronunciar Shawn Mendes, se lo he explicado cuarenta veces, pero es imposible que lo pronuncie bien, de hecho, hace tiempo que me di por vencida. 

Me separo de ella y nos damos un abrazo grupal los tres, el último, de hecho, porque acto seguido Ilsa me dice que será mejor que me vaya yendo para el detector de metales, me despido con ellos con un hasta luego porque no va a ser la última vez que los vea y me voy de cabeza al detector de metales, pese a que me dicen que no mire atrás no puedo evitar hacerlo una última vez, dejarlos me hace sentir mal, triste, porque son lo único que tenía, los únicos que me querían. 

No tengo idea de como manejar la situación en el aeropuerto, así que una vez encuentro el detector de metales, tengo que confesar que le he preguntado donde estaba a tres personas, me pongo a hacer cola, observo atentamente lo que hace la gente, y cuando me llega el turno lo repito, meto mi reloj y mis pertenencias de metal en una bolsa y pasa todo por un túnel extraño, incluyendo mi equipaje, luego paso por una cosa parecida al marco de una puerta, la mujer que está supervisando debe verme nerviosa, porque me dice que todo está bien y que puedo continuar. Rápidamente para no hacer esperar cojo las cosas y me voy en busca de la puerta de embarque. 

Llego vente minutos después, hoy he descubierto que no es mi fuerte la orientación ni seguir las señales. Ahí ya hay gente esperando, creo que también van a Canadá, por si acaso me he equivocado de lugar le pregunto a una señora, que, gracias al cielo, me dice que no me he equivocado. Nos quedamos charlando un rato, no es una mala persona, resulta que su marido se ha ido al lavabo de emergencia, me ha contado que odia volar y siempre le duele el estómago antes de hacerlo. 

Le entrego mi pasaporte y el boleto a una azafata vestida con una americana azul marino y un pañuelo rojo atado al cuello, revisa algo en el ordenador, me lo devuelve diciendo que puedo pasar y me desea un buen viaje, con pasos decididos me adentro al túnel que me llevará al interior del avión.

Encuéntrame, AlphaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora