8- Amigo

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Sé que es tarde, pero no me asesinen por publicar tan tarde 

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Levantarme con tranquilidad es un lujo del que no había podido disfrutar lo suficiente, hasta hoy. 

Levantarme sin preocuparme de nada era increíble, tenía las obligaciones de un adolescente normal, ir a la escuela, sacar buenas notas y recoger mi habitación y lo amaba. 

Jane se había levantado más temprano que yo para hacerme el desayuno, chocolate caliente con churros, según ella, un buen primer día de instituto solo empezaba bien si comías bien, así que me encontraba devorando con ella ese rico desayuno. 

[...]

Pese a que es un pueblo pequeño hay muchos adolescentes acumulados en la puerta, incluso algunos me miran, o esa es la sensación que me da. 

Respiro profundamente para meterme en la boca del lobo, tengo que encontrar la secretaria o el director para que me dé el horario de mis clases, no tengo ni la menor idea de donde estoy yendo, solo sigo un poco a las personas, miro en las esquinas para ver si hay alguna dirección, pero no la hay.  

Escaneo a los estudiantes que me rodean, buscando al que tenga pinta de más simpático, bingo, ahí voy, solo espero que mi capacidad de dialogar no se desvanezca y quede como tonta. 

Me voy acercando a la chica hasta que de refilón veo una puerta con el letrero verde más feo que puede existir, aunque eso ya da igual dado que es la secretaria, camino acercándome cada vez más hasta llegar.  

La señora  que me atiende resulta ser bastante amable, me entrega el horario, la combinación de mi taquilla y me indica donde esta mi primera clase para que no me pierda entre el tumulto de estudiantes que van de un lado hacia otro. 

Al final llego a mi clase, queridas matemáticas os odio profundamente, en una situación normal me pondría  en primera fila para no distraerme, pero dado que los lugares están tomados me siento al fondo, donde afortunadamente no hay nadie. 

Al cabo de unos minutos donde me dedico a dibujar en la primera página de mi nueva libreta, ayer salimos Jane, Ed y yo para comprar material escolar, sobre todo libretas, y aprovechamos la salida para que me enseñaran un poco el pueblo y como llegar al instituto. 

Entra el profesor, un hombre mayor y algo escuálido y se pone a hablar del número e, no presto mucha atención a lo que dice, porque he dado esta unidad en el curso anterior y aún recuerdo como hacer los ejercicios, digamos que al hacerlo la primera vez tuve un poco de trauma y terminé con la teoría gravada con fuego en mi cerebro como el present simple en inglés.

A los veinte minutos nos pone a hacer ejercicios y dejo el dibujo aparte para empezar a hacer mates de una vez. Mientras los demás aún estás digiriendo la explicación que ha dado el profesor y haciendo los primeros ejercicios yo ya he terminado y he vuelto con mi dibujo. 

Me quedo concentrada intentando que ambos ojos de mi dibujo estén más o menos simétricos hasta que un carraspeo me llama la atención, levanto la cabeza para encontrarme con el hombre mirándome mal. 

— Señorita, no esta usted en clase de arte como para ponerse a dibujar, ¿acaso ha terminado los ejercicios? Como no los está haciendo intuyo que sí, salga a la pizarra a corregir los tres primeros. 

— Voy — digo levantándome y viendo como el hombre se cruza de brazos. Odio salir a la pizarra y participar, aunque me sepa la respuesta no hablaré, es algo que nunca he hecho por el mero hecho de ser bastante insegura y todo gracias a esos compañeros que se ríen cuando respondes mal. 

Encuéntrame, AlphaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora