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Alejandro
Lady Gaga
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02:34                                         04:33

—¡Oh, genial! Miren quién vino —ironizó la azulada, mirando el rostro incrédulo de su contraparte.

—¡Connie! ¿Qué mierda estás pensando? ¿Qué haces? —se acercó a cojeos hacia ella, observándola.

—Es obvio —acomodó aquel manto que llevaba en su cabeza para pasar desapercibida; uno de los vestuarios clásicos de su progenitora —escapar.

—¡¿Escapar?!

—¡Ch! —chitó la perla azul nuevamente —nos van a descubrir.

—No tengo tiempo. Perla —le hizo una señal a la muchacha que se acercó dispuesta a abrir la puerta principal. —Las naves están en la parte trasera, ¿no?

—Tendríamos que cruzar la sala de tronos, será arriesgado —susurró y Connie detuvo las manos de la azulada. —¿No hay otro lado?

—¡Connie! —llamó el muchacho herido, mirándola —¡deja de ser caprichosa! —la morena se acercó a él y le brindó una cachetada.

—No soy tu espejo —y sin más agarró la mano de la muchacha. —¡Vamos! Tenemos que irnos —se aferró a su mano y comenzaron a correr.

—¡Perla! ¡Vamos! —Steven tomó la mano de la pálida que lo observó en silencio. Ella suspiró.

—Por favor, Steven, no forcemos las cosas —suplicó —ellas quieren irse, no podemos detenerlas.

—¡Es una orden! —se apresuró a decir, la perla lo miró con la mirada perdida y tomó de la muñeca al muchacho.

—Sí, mi diamante —comenzaron a correr detrás del par azul. Las paredes de diversos colores destacaban en el lugar, el diamante se distraía mirando los ventanales y el espacio en sí. Tenía breve recuerdos de la Tierra, era una extraña sensación de déjà vu en esos momentos, ¿acaso su madre estaba en las mismas condiciones que él?

Finalmente llegaron a la ansiada sala de naves. Connie parecía elegir entre las tantas que habían.

—Necesitaríamos una pequeña, una que no destaque del resto —balbuceó la perla azul mirando a su diamante.

—Tienes razón, Perla, ¡esa! —señaló una perfecta para escapar y se acercó. —Ábrela —ordenó y la menor acató la acción.

—¡Basta, Connie! —chilló nuevamente Steven —¡eres una diamante! ¡Debes quedarte! —la morena lo miró con seriedad.

—¿Alguna vez tú recordaste algo de nuestra niñez? —cuestionó seria.

—Connie, gracias a los gritos de Steven descubrieron el plan, están en camino —jadeó la pálida.

—Maldita sea, ¡abre las puertas! —exclamó la morena y miró a la azulada que asintió y trotó para abrir las compuertas. Estas, al abrirse, expusieron una gran belleza universal, dejando ver aquel conjunto de estrellas.

—¡Basta, Connie! —gritó Steven, aferrándose a una columna —tenemos que quedarnos, ¡todos dependen de nosotros! —Connie se acercó a las puertas de la nave y se giró a mirarlo.

—¡No! —gritó —¡tú crees que te necesitan porque tus inseguridades necesitan que alguien dependa de ti! Yo ya no dependeré de ti —le hizo una señal a su perla para que entrara a la nave. Las puertas de aquella habitación fueron reveladas por varias amatistas que miraban con seriedad la situación.

—¡Ahí están! —exclamaron aquellas amatistas. Una perla amarilla miró la situación con angustia.

—Oh, no, no otra vez —susurró para sí.

—Connie, ¡no te vas a ir! —la morena lo miró por unos últimos instantes —¡no lo harás!

—Steven, por muchos momentos de mi vida he acatado órdenes —la perla pálida se apoyó en el hombro de su diamante —esta vez quiero ser libre y será mejor si es contigo —empujó al muchacho, causando que caigan hacia la nave.

Al estar en la nave, la azulada cerró las puertas. Se escucharon quejidos de las amatistas.

—¡Rápido, prendan la nave! —la morena se levantó, acomodando su cabello y fue a sentarse. La crema corrió hacia la parte del panel y comenzó a tocar los botones correctos para prenderla.

—La Tierra, ¿no? —balbuceó la azulada mirando a su líder.

—Siempre —sonrió socarrona y sacaron la nave de allí.

—¡¿Qué mierda estás haciendo?! ¡Tenemos que volver! —se arrastró Steven, mirando a Connie.

—¿Tenemos? ¡Oh, no, mi ciela! No tendríamos pero no queremos —miró a las perlas —¿alguien quiere volver? —las perlas cruzaron miradas y volvieron su vista a los botones y el destino. —Exacto.

—¿Por qué? Están llenos de lujos —se tambaleó al intentar levantarse pero al apoyarse en uno de los asientos, pestañó —ustedes son una malagradecidas.

—¡Basta, Steven! —se adelantó la perla blanca —deja de suponer cosas, White hablaba pestes de ti y piensan que la verdadera líder es Connie, así que cierra el pico ahora —lo miró con odio y siguió sus movimientos. Steven se quedó en silencio y se sentó finalmente. Contuvo las lágrimas y observó a Connie.

Nunca la había visto tan hermosa como hoy

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Buenas! Este capítulo fue largo. Llegó a las 700 palabras y más. Este capítulo está dedicado a reina-infinita

Finalmente he vuelto. ¿Les gustó?

¿Tienen teorías al respecto?

Como dije los capítulos ahora serán lineales, todo esto es tan interesante.

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Fucking Diamonds | ConnverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora