Adiós

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Es jueves, estoy muy emocionada porque Byul aceptó que fuera por ella, su apartamento queda a 20 minutos de mi casa si vas caminando, aunque si vas en su motocicleta sólo tardas 5 minutos...

Flashback

Martes, 10PM. Hace dos días. El día era fresco y había una lluvia ligera.

—  Nos vemos. — Dijo acompañado de una sonrisa mientras se ponía su casco— .
—  Cuídate. — Contesté sonriendo también— .
—  Oye Kim. ¿Cómo te vas a casa? Ya es tarde.
—  Espero el transporte.

Se quedó pensando en silencio unos segundos y se quitó el casco:

—  Yo puedo llevarte. 

Estaba ya sobre su motocicleta color cereza con detalles platas, la verdad es muy bonita. Su pie estaba apoyado en el piso y el otro sobre el descanso, con una mano sostenía ese casco color negro brillante. 

—  No... — La verdad si quería—  No quiero desviarte de tu camino. —  Nada de eso, ven, sube. 

Y ante esa sonrisa no podía decirle que no. Además Byul siempre me transmite una tranquilidad que nadie más. Extendió su mano a mí y la tomé. Era la primera vez que me subía a una motocicleta, estaba emocionada. 

—  Ten, lo necesitas — Dijo dándome el casco—.

—  Pero tu conducirás. 

—  No importa, estamos cerca, no quiero que algo se te meta a los ojos. 

Las dos reímos. 

Sin más me puse el casco. Y me agarré fuerte del borde del asiento. 

—  No tengas miedo. Espero que te guste la velocidad... Puedes agarrarte de mi, Kim. No sientas vergüenza. 

Sólo asentí, no lo creí necesario hasta que aceleró.¡¿Tenía algo que hacer llegando o porque aceleró así?! Casi se van mis uñas de lo fuerte que estaba agarrando el borde del asiento, estaba asustada. 

En seguida sentí que Byul tomó mi mano derecha con la suya, y la puso sobre su cintura:

— Agárrate fuerte, no quiero que te caigas a mitad de camino. 

Me hizo reír el comentario al imaginarlo, a esa velocidad fácilmente cualquiera se caería. Un poco penosa puse mi otra mano en su cadera, entonces aceleró aún más, al momento reaccioné en reflejo sin pensar, hasta que sentí que mis manos se estaban agarrando la una a la otra, estaba envolviendo a Byul.

Mi cabeza estaba apoyada en su espalda. Me daba pena, sí. Pero no me arriesgaría a caerme. Sentí como se rió a ante el acto.Por el casco no notó que me ruboricé de vergüenza. 

—  Kim, ¿hacia dónde?

Tuve que alzar la cabeza y abrir los ojos:

— En tres calles más, te vas a la derecha. 

Ella sintió con la cabeza. En menos de dos minutos ya estábamos frente a mi casa. 

—  Llegamos. — Habló tranquila, acomodando su cabello platinado con sus delgadas manos, traía puestos guantes de cuero para conducir— .

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