Aflicción

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— ¿Estás ahí? — Pregunta ante el silencio— .
— Sí, sí. Estoy aquí.
— ¿Cómo estás? ¿Cómo te sientes?
— Sorprendida... Tenía mucho tiempo que no escuchaba tu voz.
— Te intentamos marcar al teléfono de tu apartamento, pero siempre indica que está desconectado, tampoco contestas las llamadas ni los mensajes de texto que enviamos a tu teléfono.
— Disculpa, sólo he estado muy ocupada...
— No es reclamo mi amor, sólo lo digo para que sepas porque no habíamos hablado. Es bueno escuchar tu voz, ha cambiado desde la última vez.
— No lo sé...

Mis manos están sudando, me pone muy nerviosa todo esto.

— Byul, necesito que me pongas atención. Vamos a tener que recordar algunas cosas juntas. Necesito que te esfuerces lo más que puedas.
— De acuerdo.
— ¿Recuerdas tu fiesta de 4 años?
— ¿Disculpa?
— Ese evento fue muy colorido. Amabas locamente a aquél personaje que era color amarillo, tenía unas antenas o algo así. Pediste que tú fiesta tuviera esa temática por muchos meses, ¿cómo se llamaba?

Estoy intentando recordarlo pero no tengo nigún recuerdo ni siquiera similar a lo que ella dice.

— No recuerdo eso... Perdón.
— ¿Qué tal cuando cumpliste 5? Ese día el patio de tu abuela estaba lleno de niños, pediste que todos se vistieran de color azul, ese año todo fue azul, incluso los postres.
— ¿Azul?

Escucho que ella deja salir un suspiro breve, seguramente lo ahogó antes de que yo pudiera escucharlo, demasiado tarde.

— ¿Qué hay de la cicatriz en tu brazo derecho?

Miro hacia mi brazo, donde en efecto, hay una cicatriz, parece vieja, casi no se nota.

— Aquí está.
— ¿Recuerdas ese día? Estabas jugando con Dean.

Al escuchar su nombre sentí algo frío que me recorrió todo el cuerpo.

— Dean... Recuerdo a un niño con cabello obscuro muy risueño.
— ¡Sí! El mismo que siempre perdía o rompía sus anteojos.

Sonrío al recordar cuando un día queríamos saber si mi reloj o sus lentes aguantaban una caída desde el último piso de mi casa.

— Lo recuerdo. Recuerdo a Dean.
— El día de tu cicatriz ambos se subieron a un árbol, siempre se quedaban en la parte baja. Era un árbol viejo dentro de un pequeño parque.

Es cierto, era un lugar pequeño con algunos juegos, había un árbol verdoso muy frondoso.

— Ese día... Subimos más alto de lo habitual.
— Sí, querían llegar a la copa para ver lo más que pudieran.
— Dean ya estaba arriba pero yo tenía miedo. Extendió su mano pero aunque lo agarré me resbalé con el moho del árbol... Me caí y Dean brincó a la parte baja del árbol y después fue a verme. Casi me rompo la muñeca ese día.
— Recuerdo que llegaron pálidos y callados a casa, tu finjiste que estabas bien. Al preguntar que había pasado nadie dijo nada, después intentaste agarrar un vaso de agua y se te dobló la mano de lo frágil que la tenías, ahí supe que algo pasaba.

Empiezo a reír, que ironía querer esconder algo así. Pero Dean y yo teníamos miedo de que nos regañaran y como todo parecía en orden, pensé que estaba bien. Teníamos miedo porque conocíamos perfectamente a mi padre. La vez pasada que pasó algo similar nos fue muy mal a ambos, no sólo fue un regaño, entonces no queríamos pasar por ahí de nuevo.
Desde entonces tenía una imagen de miedo mezclado con respeto hacia él, con mi madre era distinto, pero tampoco hizo nada para que fuera diferente; Supongo que eso influyó también.

— ¿Recuerdas cuando se graduaron juntos?
— Todas nuestras graduaciones fueron juntos.
— Es un lugar muy pequeño, era normal que se graduaran siempre juntos.

Me siento menos nerviosa, aunque siento un frío insistente en mis pies. Ojalá pudiera tener a Dean aún conmigo.

— Lo extraño mucho.
— Sé qué sí... Pero él ahora está mejor.

Recuerdo que hace algunas semanas hablaba con el tan pacíficamente, no sé si en algún momento lo volveré a ver o saber de él, pero cuando menos sé qué está bien y que él nunca me culpó de nada, ha quitado todo ese peso de conciencia que me acompañó por muchos meses. Quisiera poder abrazarlo de nuevo, aunque supongo que oportunidades así no se dan dos veces.
Suspiro tranquila, te extraño, pero nos volveremos a ver, descuida.

— Él está mejor. Sé que me ha perdonado.
— Así es, no se llevó nada con él como resentimiento, puedes estar segura.
— Sin resentimientos... Tienes razón, él fue muy compasivo.
— Siempre fue una gran persona.
— ¿Para qué me marcaste?
— Quería escuchar tu voz. Saber que estás mejorando, que pronto volverás a casa.
— ¿Pronto volveré?
— Sí, bueno, a tu apartamento. Aún no entiendo porque tanta insistencia de vivir por aparte de nosotros. Lo único que sabíamos de ti eran de las cuentas que debían pagarse.
— Perdón.
— No, está bien. Pero debes mantenerte más en contacto.

Veo un recuerdo cómo un flashaso:

— Yo... Iba a visitarlos.
— ¿Visitarnos? ¿De qué hablas?
— Ese día... — Siento un dolor muy raro en mi cabeza— Ese día yo iba conduciendo para llegar con ustedes.
— ¿Qué día?
— El día que pasé aquél semáforo... Cuando apareció un auto azul.
— ¿Hablas de cuando fue tu accidente?
— Sí... Lo siguiente que recuerdo fue ver un semáforo verde.
Y después intenté activar los frenos al ver a ese auto tan cerca, pero no respondieron...
— ¿Qué sucedió después?
— No lo sé.
— Intenta un poco más...
— Yo... — Mis recuerdos están fluyendo— Escuché un sonido muy fuerte y salí disparada. Mi casco apretó mi cabeza por la velocidad. — Cierro los ojos— Estiré los brazos y es lo último que recuerdo.
— ¿Ya se lo habías dicho a alguien más?
— No. No sabía que recordaba eso.
— Está bien. Muchas gracias por recordar todo esto conmigo. Una cosa más.
— ¿Qué?
— ¿Recuerdas a Daebakie?
— No podría olvidar a nuestro primer corgie. — Sonrío sin pensar— .
— Es tan maravilloso saber que estás aquí. Te mando un abrazo muy fuerte y un beso en tu frente, espero poder vernos pronto. Mejórate cuánto antes.
— Muchas gracias.
— Mi amor necesito que me pases al doctor de nuevo.

Volteo hacia a lado, no había notado que él seguía ahí después de toda esa conversación. No dije nada más a ella, ni siquiera a él, solo le di el teléfono, el sonrió y desapareció al intercambiar algunos diálogos con mi madre.

Pongo mis manos una sobre otra, están descansando sobre mi abdomen.
No estoy segura de qué propósito tuvo esa llamada, pero me hace sentir tan bien darme cuenta que no debo de tenerle miedo a mi madre, un caso aislado que me hace respirar con más facilidad.

YongSun. ¿Que hay de Kim?
¿Dónde está y por qué no está conmigo ahora?
¿Vendrá cuando decidan que es buena idea de me vaya?
Ese pensamiento empieza a lastimar, ¡¿Por qué no está aquí?!
Más bien parece que ese pensamiento me hará compañía éste día, cuánta aflicción para una vida tan corta.

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