Cuenta la historia que el mundo tuvo dos grandes batallas. En la primera nadie ganó y en la segunda, se llegó a un acuerdo; sin embargo, en la cueva en la que alguna vez vivió el Xuan Wu de la mortandad, dos dioses, que no deberían nunca estar junto...
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Ya había pasado dos meses y dos semanas desde que vió al joven de oro por última vez, decir que se sentía preocupado era poco.
El tiempo en esta época tan caótica pasaba volando.
Los clanes se reunieron en Yummeng para organizar a los ejércitos y contrarrestar a los demonios.
La última noticia que escandalizaba a todo este segundo mundo fue que el "Dios de la Muerte" se liberó se las cadenas y salió en búsqueda de venganza contra los dioses del Tian, sin duda esto dejaría grandes consecuencias en el mundo humano.
La catástrofe resultaba eminente.
Los planes de los humanos se aceleraron.
Los primeros en la línea de defensa fueron los líderes de los clanes.
La presencia de Ouyang ZiZhen en ese frente era imprescindible pues el territorio que se discutía era la zona de Baling y entre otros.
La madre de ZiZhen estaba hecha un mar de tristeza por la posible perdida de su hijo, no es que no confiara en sus habilidades sino que los demonios últimamente se estaban volviendo más sanguinarios y sus métodos eran más crueles, se decía que "El dios de la Muerte" los estaba controlando para abrirse paso al primer mundo.
SiZhui trató de estar lo más cerca que pudo de ZiZhen para cuidarlo a la distancia, pero su falta de habilidad en todo lo que respecta en armas solo lo estaba volviendo una completa carga.
Al final, la belleza solo podía mirar por detrás el como él niño que alguna vez siempre buscaba la forma de estar a su lado se volvía verdaderamente un hombre.
Se sentía feliz pero inútil, poco a poco se estaban volviendo más distantes.
Cuando ZiZhen se iba al frente no volvía después de dos semanas en el mejor de los casos.
El tiempo que pasó en el campamento trató de prestar la mayor ayuda posible, pero al final su capacidad solo se limitaba a tratar a heridos y responder a las cartas desesperadas de Madam Ouyang
Dió un suspiro, esta era la décima carta en el mes que recibió de Madam Ouyang, la dobló y la entregó a uno de los mensajeros que volvía a LaLing
Después de eso, se dirigió a la zona de heridos, la verdad sincera era que tampoco podía ayudar del todo en ese lugar, la sangre y las extremidades mutiladas lo aterraban y solo provocaban que se se enfermara.
Últimamente pasaba más tiempo en cama con fiebre que afuera ayudando, ese fue uno de los motivos que hizo que discutiera con ZiZhen la última vez que estuvo en el campamento.
Se detuvo en medio del camino al recordar la última vez que estuvo con ZiZhen, en esa semana no se encontraba bien, la fiebre y los temblores no disminuían y justo en esos días los líderes junto a los generales volvían del frente. El líder de la Secta de Baling al verlo en ese estado tan moribundo ordenó que alistaran una comanda y trasladaran a la belleza a la provincia más cercana, o sea a Yumeng pero SiZhui no quería irse sino era de vuelta a LaLing con Ouyang.
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