Capítulo 08

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⛔️ Advertencia: Este capítulo contiene escenas intensas que pueden resultar perturbadoras para algunos lectores.

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08: Ojos color miel.

08: Ojos color miel

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Noviembre de 1944

Despertó sobresaltado en su escritorio, escuchando el eco de su nombre resonando entre las paredes de la habitación. Timothée parpadeó varias veces, tratando de asimilar la realidad que lo rodeaba después de haber estado inmerso en el laberinto de su mente durante el sueño. Las imágenes del bombardeo aliado del 25 de febrero aún se aferraban en sus pensamientos, como un fantasma que se negaba a desvanecerse. A su alrededor, papeles y expedientes salpicaban su escritorio, una escena que se repetía casi todos los días, un ritual de responsabilidad y estrés. Se había quedado dormido, como solía ocurrirle últimamente, exhausto por la tarea ingrata de gestionar el registro y la documentación de la población de Augsburgo, una labor destinada a identificar judíos y otros grupos marcados por el régimen nazi. Era una misión que no admitía errores, una danza complicada entre la cuidadosa recopilación de datos y la preservación de la información sensible que determinaba destinos.

El joven soldado debía asegurar que cada archivo, cada ficha personal y cada informe llegara a su destino con precisión y celeridad. Los expedientes detallados sobre residentes, sus antecedentes y afiliaciones religiosas eran su responsabilidad diaria, constituyendo la columna vertebral de la maquinaria de control y persecución del régimen.

El pelinegro a su lado, con sus grandes orbes azules llenos de preocupación genuina, era un recordatorio palpable de que la realidad de la guerra y la logística no dejaban espacio para la indulgencia del cansancio. Timothée respiró hondo, recobrando su compostura ante la tarea que lo esperaba cada mañana al despertar: el desafío de trazar líneas invisibles en un mapa humano, conectando nombres que representaban vidas marcadas por la incertidumbre y el peligro. Así, entre el susurro de documentos desplegados y el crujir de papeles arrugados, se escribía su propia epopeya moderna. Una batalla no solo contra un enemigo visible, sino contra la desesperación y la injusticia, donde cada decisión resonaba como un eco en el vasto teatro de la guerra.

— Algo tienes que hacer con esas pesadillas —Le espetó su amigo con un gesto de preocupación dibujado en su rostro.

Desde que sufrió aquella trágica pérdida, el recuerdo de aquel fatídico día se enredaba en su mente como las hebras de un sueño recurrente, un eco persistente que desafiaba cualquier intento de sosiego. Nadie, ni siquiera su madre, podía intuir el dolor que anidaba en lo más profundo de su pecho y lo atormentaba sin tregua, incluso en el abrazo de los sueños. Días y noches transcurrían mientras un espectro lo acosaba en la penumbra de sus ensoñaciones. El fantasma de lo perdido se cernía sobre él con la inevitabilidad de un destino malhadado, tejiendo sus recuerdos en un red de dolor y añoranza que parecía imposible de deshacer.

Unerlaubt » Timothée Chalamet©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora