Capítulo 07

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07: Pausa en el caos.

Era la madrugada del 30 de octubre de 1944 cuando Micaela se encontraba inquieta en su escondite improvisado

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Era la madrugada del 30 de octubre de 1944 cuando Micaela se encontraba inquieta en su escondite improvisado. La luz de la luna apenas lograba filtrarse por las pequeñas aberturas de la pared, pintando débiles líneas plateadas sobre las paredes descascaradas. Desde que llegó a esa casa casi un mes atrás, las noches se habían vuelto su refugio seguro, incluso con la incertidumbre constante que la acompañaba. Vivir bajo el mismo techo que un oficial nazi habría sido impensable en cualquier otro contexto, pero la presencia de Jeanne Daman, esa mujer valiente y comprensiva, había convertido ese lugar en un oasis de esperanza en tiempos tan oscuros; inevitablemente se había convertido en una figura materna que ayudaba a sanar el alma de la judía.

Micaela recordaba el día que llegó, cansada y asustada, con las manos aún temblando por el frío y el miedo que había dejado atrás. Jeanne la había recibido con los brazos abiertos, un gesto que todavía hacía eco en su corazón. Pensó en Timothée, aquel soldado de rulos castaños se había vuelto el culpable de volver a hacerla sentir emociones que creía muertas, sus encuentros eran breves y cautelosos, llenos de silencios incómodos y miradas furtivas. Aunque él perteneciera al régimen que oprimía a su país, intuía que algo en él no encajaba del todo con la rigidez del uniforme que llevaba.

Aquella noche, mientras reflexionaba en su rincón, el sonido distante de aviones resonó en el cielo. Era un murmullo ominoso que hacía temblar el aire y agitaba las sombras de la habitación. Micaela contuvo el aliento, consciente de que esos aviones no traían noticias de paz. Había aprendido a reconocer el rugido de los bombarderos aliados, una amenaza que no distinguía entre enemigos e inocentes. El silencio tenso fue roto por el estruendo de las explosiones a distancia. Augsburgo, una ciudad industrial estratégica, se encontraba bajo fuego. Las fábricas, los talleres, los hangares de aviones que tan vitalmente sostenían el esfuerzo bélico del Tercer Reich, estaban siendo devorados por el fuego y la metralla.

Se quedó en silencio con el corazón acelerado por el estruendo lejano de las bombas que perforaban el aire nocturno. Desde el cobijo de su refugio, permitió que el sonido se filtrara en su conciencia, un recordatorio constante de que la paz había desaparecido en Alemania. Con un suspiro cargado de alivio, se percató de que el ataque no iba a dirigirse a su vecindario esa noche, a pesar de que se escuchaba más cerca que otros días, su zona estaba en calma.

Cuando observaba a través de la ventana, solo veía destellos intermitentes que iluminaban el cielo oscuro. La ciudad yacía devastada en gran parte, reducida a escombros y humo que se alzaba como sombras fantasmales entre los edificios arrasados. Las calles, una vez bulliciosas y llenas de vida, ahora eran un laberinto de ruinas y desolación. Con las manos cubriéndole las orejas para mitigar el estrépito ensordecedor, trató de separar el rugido de las explosiones de los recuerdos dolorosos que acechaban en su mente.

Cerró los ojos con fuerza mientras imágenes de días mejores y seres queridos perdidos se agolpaban en sus pensamientos, recordándole que la guerra había tocado cada puerta y corazón en aquella tierra asolada.

Unerlaubt » Timothée Chalamet©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora