Muchos años antes de mi nacimiento, el mundo vivía en una era increíble, una época donde los más alocados sueños eran una realidad, teléfonos táctiles, líneas fáciles de comunicación, centros comerciales, maquinarias que surcaban los cielos cuales...
El día en que esos militares llegaron a tocar la puerta de mi hogar, lo supe y mis padres también, ellos me entregaron a mi hermano menor, quien había nacido alfa al contrario de mis padres y de mi persona, mi madre con gran temor me dio su bendición, aún recuerdo sus palabras con gran dolor...
―Cuídate mi dulce niño, cuida de tu hermano, no permitas que los demás te lastimen, tu eres mucho más que un simple omega, recuerda lo siempre y nunca olvides que mamá y papá te aman y siempre te amarán a ti y a Nataniel ―pude sentir sus tiernos labios húmedos y las saladas lágrimas que bajaban de su rostro sobre mi frente, regalándome un tierno beso, con eso pude saber que esa sería la última vez que vería a mi madre con vida.
Mi madre me tomó de la muñeca y me escondió en el sótano de la casa, me pidió que no saliera sin importar lo que escuchara, yo solo moví ligeramente la cabeza asintiendo ante sus palabras, completamente sin habla, ¿qué podría decir en ese momento?, con eso ella simplemente me sonrió y se fue, subiendo la vieja escalera del sótano, la única salida y la única entrada; después de aguantar mi propia respiración, sin darme cuenta solté un suspiro pesado, lleno de dolor, de angustia; no me quedaba más que acomodar a mi hermano menor contra mi pecho, quien tan solo era un bebé de 6 meses, tratando de evitar que el ruido del piso superior lo despertara.
Yo te protegeré sin importar que suceda, te lo prometo ―le sonreí, al tierno rostro del bebe dormido entre mis brazos.
¡PAM!
Lo puede escuchar claramente, la puerta de la entrada de nuestro hogar había caído, las lágrimas comenzaron a acumularse en mis ojos; los disparos y los gritos no se hicieron esperar, estoy seguro de que eran las negaciones de mis padres, ellos no se unirían al tirano y mucho menos nos entregarían a los militares; el ruido de los disparan volvieron a sonar en el piso superior, solo podía morder mis labios y aferrarme a las mantas que cubrían el cuerpo de mi hermano... a los minutos el tan agobiante silencio de la muerte y el olor a sangre eran una clara evidencia de lo que paso.
Mis padres...
Subir por las escaleras, me provoco un nudo en la garganta, el ver sus cuerpos inertes en el piso de la sala, rodeados de un inmenso charco de sangre, dos balas en el cuerpo de mi madre, una en el vientre y otra en el cabeza; pude sentir como las lagrimas se deslizaban por mis mejillas.
En el de mi padre llegaron a ser tres, una en cada pierna para evitar su huida y la última con la que apagaron su vida fue a quema ropa, directamente en la frente; realmente no necesitaba ninguna explicación, ellos estaban muertos y nadie, ni nada me los devolvería; el rodillas terminar tocando el piso, mi boca tenia un sabor a hierro, me había mordido el labio tan fuerte que ahora estaba sangrando, las lagrimas seguía cayendo de mi rostro pero por obvias razones debía de contener mi llanto, callar mi sufrimiento, mi dolor y seguir adelante, por la vida que ahora se encontraba entre mis brazos; inocentemente dormido, sin conciencia de lo que ocurre a su alrededor, debía seguir por la vida de mi hermano.
Por Nataniel...
Las horas pasaron y ya nada se escuchaba, pensé que era seguro salir de la casa, que los militares ya no estarían cerca de la propiedad; trate de no mirar atrás, los cuerpos de mis padres descansaban lado a lado, cubiertos por una manta ya manchada con la sangre de ambos, pero juntos, como siempre lo han estado; tome algunas cosas y comencé mi camino quizás pudiera llegar a una aldea cercana y esconderme en ella, por algún tiempo.
"Sin saber que ahí conocería a un ángel salvador, un sanador de preocupaciones."
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