Sabo esta enamorado de su pequeño hermano Luffy y hará todo lo posible para que este monito sea solo de él.
Aunque eso signifique matar a todo aquel que se entrometa en su camino.
Ace corría por las calles de la ciudad, su corazón latía con fuerza, sentía como sus ojos se llenaban de lágrimas.
No quería aceptarlo , no podía hacerlo, no estaba listo para aquello.
Corrió y corrió hasta llegar a su destino, en donde algunas patrullas se encontraban cerrando el paso a las personas.
Algunos forenses cubrían el cuerpo sin vida de aquel chico que antes vivía en aquel lugar.
MARCO - grito llamando la atención de todos, quiso acercarse al cuerpo pero los policías no se lo permitieron - ES MI NOVIO
Los policías ejercían fuerza para retener al azabache quien quería ver por última vez a su amado.
Y como si su deseo se cumpliera, el plástico que cubría al cuerpo se cayó dejando ver a ese rubio tan conocido.
Su piel estaba pálida, sus labios ya no tenían ese rojo característico, ahora estaban morados.
El rostro de marco reflejaba seriedad, tranquilidad, eso es lo que decían las autoridades.
Pero para ace, era otra cosa, sabía que su novio era muy serio, ese gesto en su rostro solo significaba, desesperación.
Aquello lo enojo, y más al escuchar la razón de la muerte de su pareja.
Una sobredosis.
Marcó se había pasado de la cantidad de fármacos que debía ingerir, además de mezclar lo con drogas.
Es fue la razón de su muerte y fue como se quedó registrado en el expediente.
No hubo sospechosos, solo la muerte de una persona por su descuido.
Ace peleó y grito diciendo que eso no era verdad, que su amado fue asesinado.
Pero nadie lo escucho, solo asumieron su comportamiento a la tristeza de perder a un ser amado.
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Sabo se encontraba en aquel lugar tan familiar para él, en esa casa alejada de la ciudad.
Se encontraba feliz, sonriente, era un día increíble para él.
Tenia las bocinas prendidas, y el volumen al tope, tarareaba la canción mientas en su computador registraba los últimos descubrimientos.
Crees que dure? - a su lado se coloca un azabache con ojeras.
Eso espero, ojala no tenga que perder a otro sujeto de pruebas - se levantó de su lugar y camino hasta una camilla donde se encontraba su nueva adquisición - ¿verdad amor? ¿Te portaras bien? - acarició la mejilla de la pelinegra.
Alvida tenía sus ojos llenos de lágrimas, trataba de gritar y zafarse pero no lo lograba.
Su cuerpo le dolía de todos los químicos que le inyectaban, de todas las torturas que aquel hombre al que amaba, le provocaba.
