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"Está bien, en realidad, es fantástico"

   Newton pasó toda la noche intentando encontrar más información de la que era conocida sobre los Obscurus, pero no consiguió nada relevante que le asegurara que lo que había pasado era posible.

Sin embargo, ¿qué era posible o imposible cuando se trataba de magia? Era conocido que la mayoría de los Obscurials mueren antes de cumplir diez años, pero Credence vivió hasta la edad adulta.

Apoyando los codos sobre el escritorio lleno de papeles desordenados, el mago sostiene su cabeza y medita por un segundo. No durmió en toda la noche y el sol de la mañana comienza a iluminar tenuemente a través de las cortinas el pequeño salón. 

En breve, Credence Barebone era un niño de cinco años con amnesia, lo que no sabía cómo tomar, pero le calmaba y alegraba tanto como le preocupaba el que se hubiera conseguido esa segunda oportunidad para crecer y desarrollar su magia. ¿Ahora era su responsabilidad cuidarlo? No veía un gran problema en ello, si el Obscurus de Credence confió en él fue por algo, pero le asustaba el hecho de todo lo que eso traería.

Tenía miedo, un poco, debía admitir. ¿Qué debía hacer? Cuidar de un niño no era igual que cuidar de un Demiguise o un Nundu, era algo totalmente diferente y complicado, Newt jamás había cuidado de un niño. ¿Qué debía hacer? ¿Cómo debía comportarse? ¿Había algo correcto o incorrecto? ¿Qué haría cuando le hablara sobre la magia? ¿Habría libros que le ayudaran?

Scamander comenzaba a preocuparse más de la cuenta, quizás por la falta de sueño, pero no era algo para tomar a la ligera. 

En medio de sus enredados pensamientos, un ruido del segundo piso llama la atención del castaño, quien se queda mirando el techo hasta que reacciona y se desliza fuera de la silla para salir hacía las escaleras.

—¿Credence? —Newt abre la puerta y se asoma para encontrar que Credence no está en la cama, entrando por completo con los nervios comenzando a nacer en su pecho. —Credence —vuelve a llamar abriendo las cortinas para que la luz entrara a la habitación, lo que le ayuda a notar el ligero temblor en el escritorio a su lado.

Alejándose de la ventana para estar frente al escritorio, Scamander se agacha y entonces ve a Credence apretado en la esquina debajo la mesa. Observa al pequeño niño de piel pálida y cabellos negros como el carbón. En New York se preguntó cómo sería Credence de pequeño, pero jamás imaginó que realmente lo descubriría.

Credence. llama el mago de cabellos castaños y pecas en la cara. Pronuncia el nombre con cuidado y cariño, lo que logra llamar la atención del niño, quien levanta su mirada de entre sus brazos cruzados sobre sus rodillas. —Todo está bien, ya estoy aquí. —dice con facilidad y seguridad.
Cuando los oscuros ojos del pequeño Barebone se topan con los del mago, inmediatamente corre fuera del escritorio y salta sobre el castaño, abrazándose lo más fuerte que puede.

Scamander puede escuchar los pequeños sollozos contenidos, puede sentir el temblor del pequeño cuerpo entre sus brazos. Y siente una presión en su propio corazón.

—Todo está bien, Credence, ya estoy aquí. Ya estoy aquí, mami está aquí. —se le escapa decir como hace con sus criaturas para calmarlas. Se asusta por la frase, no sabe qué pensará Credence, cómo lo tomara, pero se calma cuando los sollozos se detienen. Newton continua sobando su espalda hasta que se calma por completo, repitiendo sus palabras para que se sienta seguro.

No había pasado ni un día entero y Newt ya se había encariñado con el pequeño Credence, lo que no era una sorpresa ni para él mismo. Como sus criaturas (y sabía que estaba mal comparar) pero como con sus criaturas, Credence le hacía sentir ese instinto materno que había desarrollado. Le quería proteger de todo.

Credence. | AFYDEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora