❖ Capítulo 8. Remordimiento ❖

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Hongjoong entró sigilosamente a la habitación donde se encontraba su mayor y cerró la puerta tras de sí. El chico que le había abierto la puerta lo miró con unas seis o siete expresiones distintas que no expresaban nada bueno después de darle su nombre, mas finalmente decidió callarse lo que tuviera que decir y se fue tras despedirse. El pelirrojo pensó que tal vez se trataba de ese amigo del que Park le hablaba a veces; desconocía su nombre, pero los ojos del mayor al mencionarle desprendían plena felicidad y resplandor. 

Volteó a observar al susodicho y se encontró con un panorama bastante penoso en comparación a la mayoría de recuerdos que tenía con el de pelo negro; estaba despeinado, pálido, muy delgado y, a pesar de estar durmiendo, agotado. Se acercó silenciosamente para tocarle la frente y retiró su mano al notar la diferencia de temperatura entre ellos, temiendo haberle despertado con el frío de su piel. 

Suspiró aliviado al notar que solo se había movido un poco y aprovechó para remojar la toalla que le ayudaba a bajarle la fiebre. Pero a los pocos segundos comenzó a retorcerse y a temblar, gimoteaba en sueños y a veces balbuceaba cosas incomprensibles; debía de estar teniendo una pesadilla.

 Se supone que en estas ocasiones la persona se calma si recibe caricias o susurros tranquilizantes que le transmiten seguridad y logra deshacerse del miedo; incluso Kim sabía acerca de esto, pero prefería guardar las distancias por ahora.

La verdad es que no sabía muy bien por qué se había decidido a ir; era como si su parte racional, que coincidía con las palabras que le había dado Mingi; y su parte irracional, que seguía terriblemente dolida y envenenada en remordimientos, se estuvieran peleando entre ellas. Esto le llevó a relacionarlo con la típica representación del ángel y el demonio sobre sus hombros, mas viviéndolo en primera persona, le costaba bastante decidir qué era lo correcto.

« A la mierda, no he venido para no hacer nada. » Se dijo a sí mismo concluyendo que su decisión se había basado en instinto y nada más.

Tembloroso, posicionó su mano sobre la del alterado mayor que, al sentir el contacto, ralentizó un poco sus movimientos. Al ver que dio resultado, el pelirrojo le regalo caricias sutiles por distintas zonas de su cuerpo, terminando por su mejilla. En ese momento, las sacudidas de Seonghwa ya habían cesado y si el menor le seguía acariciando era por voluntad propia. No podía negar que le estaba gustando poder tocar a su mayor como si nada hubiera ocurrido entre ellos, como si incluso hubieran tomado más confianza.

— Eres demasiado bonito... —Murmuró en voz alta sin pararse a pensar demasiado lo que estaba soltando.— ¿Por qué me hiciste esto, hyung?


[···]


— Nada... no contesta. —Dijo rendida la tailandesa cerrando su intento de llamada con Song.

— Dongyul tampoco contesta... —Añadió Kwan.

« Qué sospechoso. » Se dijo a sí mismo.

Dongyul nunca rechazaba planes, y mucho menos un viernes por la noche. Así que debía de tener una muy buena razón para ni siquiera contestarle al teléfono, algo más allá de su obsesión con estudiar.

— No importa, Gyeong... Vamos tirando, probablemente no se sienta bien.— Propuso el joven con una notable inseguridad sobre lo que decía.

El susodicho arrancó el coche en el que se hallaban para tomar rumbo de nuevo al pub que frecuentaban a menudo. El viaje fue como habitualmente; temas frecuentes de conversación, chismes y muchas risas. Salvo por el hecho de que el de cabello rojizo seguía muy pensativo acerca de la manca de respuestas por parte de su mejor amigo. Él siempre le respondía los mensajes casi al segundo de mandarlos, así que le resultaba incomprensible que ni lo hubiera leído.

❝ sᴀʏ ᴍʏ ɴᴀᴍᴇ ❞ | SeongJoongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora