🍃Capitulo 6🍃

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-mito del amor-

Habían pasado semanas después de esa inesperada declaración... ¿de amor?.

Nezuko se había disculpado con Sabito; aceptando el papel de la obra. Aunque por otro lado, trataba de evitar lo más posible a Sanemi. Porque él, aceleraba su corazón y se sonrojaba fácilmente al verlo (en cambió el albino ocultaba su rostro con el brazo), pero claro que no podrían evitarse por siempre.

Al terminar las clases, los estudiantes preparaba las cosas para el festival cultural. Nezuko fingiendo sentirse mal del estomago se retiro de los ensayos, pues sentía que llovería y no traía ningún paraguas.

"La mala suerte la perseguía". 

Aquellas mejillas sonrojadas y el tierno puchero de Nezuko, ponían nervioso a Sanemi que trataba de entablar una conversación tranquila, sin llevar a un extremo la locura de la menor. Ellos estaban en el mismo lugar donde Giyuu se ocultaba a almorzar, por vergüenza (ya que comía de una manera peculiar). La pelinegra evitando ver a su profesor a la cara, por lo que se limito a ver sus zapatos, presionando la tela de su falda. Shinazugawa, había detenido a la pelinegra, sin ningún propósito planeado.

De cierta manera, el habiente era incomodo. 

— Creó que no debería de ocultar tú secreto — casi en murmullos dijo, acabando con el silenció.

Nezuko sorprendida, cuestiono mirándole al rostro —: ¿Cuál secreto? 

Nervioso por la mirada de la menor, señalo aquel libro en el que estaba sentada —. Ese libro... ¿Es el manual del suicidio completo, verdad? — con esa pregunta fue suficiente para poner nerviosa a Nezuko, he inmediatamente entregarle el libro. Sanemi lo agarró, dándole una pequeña hojeada, por si había algo como en el otro libro. 

— Y-yo... solo los leía por curiosidad. — respondió evitando llorar—,  Por favor no le diga a mi madre. No quiero que se preocupe por mi... no quiero ser una carga. — tartamudeaba, pellizcando la yema de sus dedos. 

Cerrando el libro de una manera agrisaba, lo lanzó a la puerta que daba a la azotea de la escuela, sobresaltando a Nezuko —. No eres una molestia — sujeto las pequeñas manos de la menor, evitando que se hiciera daño —. Yo no le diré nada de esto, pero, quiero que me prometas una cosa. 

Hubo unos minutos de silencio, mientras la pelinegra pensaba. Ella tenía la mirada en las manos ajenas, siendo que sus manos estando frías podían sentir el calor de las manos grandes.

— ¿Qué cosa? — sin más preguntó curiosa, haciendo que los dedos grandes del albino se enredaran con los de ella.  

— No cometas ninguna estupidez. 

—... S-Sí. — asintiendo con la cabeza, dejo el agarre de sus manos, para limpiar su cara de aquellas lagrimas escurridizas. 

Una sonrisa se formo en el rostro del mayor. — Mmm... tus manos están muy frías. — comentó viendo las ventanas, como comenzaba a llover —. Con verte, me imagino que no tienes frío Kamado.

—... la verdad... es que tengo frío desde la mañana.  — murmuró. 

— ¿De verdad?, no lo había notado por que no traes ningún suéter o una bufanda como los demás— trato de alargar la conversación —. ¿Quieres que te preste mi suéter? — preguntó inconscientemente con un tono cálido he inusualmente alegre. 

— M-muchas gracias, pero n-no es necesario. — respondió con leve tartamudeo.

Sanemi no muy convencido miró sus piernas que temblaban, por lo que se quito su suéter, he inmediatamente sorprendiendo a la menor por la acción, se lo arrojó a la cara.

— ¡S-shinazugawa-sensei! ¡... y-yo no... no puedo sensei!  — quitándose el sueter de la cara, exclamó desconcertada.

Bajando las escaleras estando lo suficiente alejado de Kamado, el mayor con las mejillas ruborizadas adornando una boba sonrisa en su rostro dijo —: Tengo una chaqueta en la oficina, así que puedes ponértelo. — sin decir más, se retiró de inmediato del lugar, dejando a Nezuko con la cara roja y confundida

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Teniendo sus cosas a la mano, estaba recostada en los casilleros: mirando atentamente el clima y a la vez escuchando como resonaba la lluvia al caer. Volteando a los lados todos seguían ocupados con la organización del festival, por lo que nadie le prestaría atención. Resoplando con molestia, ella solo pensaba en ir a casa. Mordiéndose el labio inferior junto a las yema de los dedos, alzo el cuello del suéter que le fue prestado; de esta manera, comenzó a morderlo por la ansiedad y sin pensarlo, las mangas que estaban largas (ya que el suéter no era de su talla) comenzó a olerlas.

"— Es un olor muy dulce — pensó."

Entrando en su mundo de pensamientos recordó aquella vergonzosa escena del primer día de clases. Ella había hecho un berrinche absurdo y vergonzoso, con solo recordarlo, sus mejillas se coloraban de un tono rosado. ¿Qué fue lo que paso en aquel entonces?, ¿por qué ese repentino acto?, ¿que habría hecho su hermano si fuera ella en ese caso?. No tenía ni idea, todo era confuso y vago, tanto que solo sabía que era incorrecto.

— ¿Qué tanto piensas? — la voz grave que le cuestionaba, la hizo aturdirse por el golpeo que se dio en su cabeza. Haciendo una mueca del dolor, acarició donde más le dolía tratando de calmarse.

Cuidadosa de no volverse a golpear, giró para ver quien le hablaba; con solo ver sus zapatos pudo darse cuenta que era su tutor. 

— ¿Te duele mucho? — preguntó, tratando de juntar su mano libre, con las de la pelinegra.

Poniéndose nerviosa alzo la cabeza. Nezuko lo miró fijamente, haciendo un puchero. — Sensei no debería estar aquí... — susurró, alejándose poco a poco.

Ignorando lo que dijo su alumna, la sujeto de la muñeca arrastrando la hasta la salida abriendo de golpe un paraguas que sujetaba con su mano libre. Sanemi trataba de sonreír para ganar la confianza de Nezuko, que temblaba por el frío u tal vez por nervios.

— Vamos, tengo que ayudarte con algo. — diciendo eso comenzaron a caminar juntos debajo del paraguas.

Nezuko sintiendo como rozaba su hombro con el del albino, sólo quería correr aunque se empapara por la lluvia, su corazón latía cada segundo como el de un ratón, ella... estando algo asustada por experimentar las sensaciones de un nuevo sentimiento en su vida.

— ¿A dónde iremos? — preguntó temerosa.

— Por algunos dulces o tal vez ¿Crepas?. ¿Qué te gustaría probar?.

— ¿Eeh?, ¿esto es una cita?.

— Podría ser...

— Shinazugawa-sensei... esto está mal.

— No lo dudo. Pero como tu tutor me tengo que preocupar por tú bienestar.

"Solo quiero verte sonreír de nuevo"

— Oh...

"Debajo de un paraguas se encuentra dos personas destinadas a estar juntas"

Presionaba sus labios con algo de molestia, pues sentía el terrible dolor de estómago —. Yo... quiero probar los súper bollos de carne del restaurante de Aoi-chan — murmuró apenada al escuchar sus tripas pedir comida.

Sanemi al escuchar el tierno gruñido del estómago de la menor, no pudo evitar soltar una risilla. Nezuko sólo puedo avergonzarse más, por lo que inconscientemente sujetó la mano del albino con la intención de lastimarlo. En cuanto sintió el terrible apretón de la pelo negra, él se vio obligado a presionar también su mano. Nezuko molesta, sólo pudo inflar sus mejillas y voltear hacia otro lado soltando de un manotazo la mano de Sanemi. Aquella acción deprimió algo al albino, era raro sentir eso.

Esto es un dolor que cargar.

"De alguna manera te recuerdo como el más encantador sueño"

Limite De Tiempo || SaneNezuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora