Valeska era la hermana menor de Niklaus y la media hermana de los demás Mikealson, ella junto con sus hermanos habían vivido por mucho tiempo en Nueva Orleans hasta que todo cambió.
Marcel Gerard le dió una última opción a Valeska, huir y jamás volv...
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Valeska, Isaac, Allison y Scott fueron hasta el departamento de los Argent para obtener respuestas.
Al llegar se encontraron con el padre de Allison tirado en el piso inconsciente, después de que despertara los chicos lo ayudaron a que fuera a sentarse hasta su oficina.
Una vez más consciente comenzó el interrogatorio, necesitaban saber contra que se estaban enfrentando.
—Le brillaban los ojos— dijo Scott.
—Me pareció que era una clase de ritual. Como si viera dentro de su alma— explicaba Valeska.
—Es lo mismo que me hicieron a mi— dijo Isaac tocándose el cuello.
—Es lo mismo que le hicieron a todos— le dijo Allison mientras curaba las heridas de la cabeza de su padre.
—No todos, solo fueron tras los Hombres Lobo— dijo Scott.
—Y Lydia— añadió Allison.
—Y una híbrida— terminó diciendo Valeska que estaba recargada en el marco de la puerta aún sujetando su mano.
—Los que tienen una conexión con los sobrenatural— aclaró Argent.
—¿Y quién es el que atacaron en Japón?
—Un kumicho. Un jefe de los yakuza— le respondió Argent a Isaac—. Fue mi primer trato con armas. Tenía 18 años, iba a ser simple, excepto que Gerard no mencionó el detalle de que los compradores eran yakuza. Quería ver si podía adaptarme en el momento. Poniendo a prueba mi habilidad para improvisar.
—O tu habilidad para sobrevivir— interrumpió Allison.
—En cuanto bajó el sol, fue como si se materializara en las sombras. Tenían espadas, no eran curvas como las katanas, si no rectas, de acero negro. Cómo los ninjatos.
—¿Qué querían?
—Encontrar al kumicho— le respondió a Scott—. Cortaron cualquier cosa viva que estaba en su camino.
—¿Lo marcaron como a nosotros?— le preguntó Valeska.
—No exactamente. El kumicho tenía enormes colmillos y sus ojos se tornaron grises antes de ser empalado.
—¿Qué era él?— preguntó Scott.
—No lo sé. Pero tal vez haya alguien que lo sepa. Hubo algunos sobrevivientes esa noche. Uno de ellos era un hombre llamado Katashi, lo llamaban Silverfinger por una prótesis inusual. Parecería que estaba listo para atacarlos a todos él solo. Ya sabía que había un katashi en el país. Y pase todo el día de ayer rastreándolo.
—No parece que quisiera ser encontrado— señaló Isaac.
—No, en verdad no.
—¿Crees que él sepa que son?— le preguntó Scott inclinándose al escritorio.
