Me encontraba caminando a lado de Dylan, no me preguntó nada sobre mi llamada, se quedó en silencio y solo abrió la boca para mencionar que era mejor si nos íbamos de unas al semaforo, porque seguramente encontraremos algunos carros, simplemente pude asentir y caminar callada a su lado.
—Mira... Creo que esté es el lugar perfecto, es un semaforo de una calle principal, por lo tanto pasan muchos carros... Creo que tendremos una buena ganancia.
—Yo simplemente sigo ordenes, conoces mejor estos trabajos que yo.
—Sí, tienes razón... Solo te pido que tengas mucho cuidado, al ser mujer seguramente hay hombres que te faltarán el respeto... Tú lo único que tienes que hacer es avisarme, si a esos hijo de puta no le enseñaron en sus casas como respetar a una mujer, yo lo haré...
—No gracias, Dylan... Sé muy bien como defenderme, no necesito de tu ayuda—Dije interrumpiendolo, me miró sorprendido y luego empezó a reír.
—Con el carácter que tienes, no tenía dudas de eso.
Lo miré de lado y no le respondí, no valía la pena.
—Bueno señorita, es hora de empezar a trabajar, el dinero no llega solo... Y si queremos descansar en una cama, en una habitación de hotel, tenemos que empezar.
¿Habitación de hotel? Espero que no sea necesario decirle que no voy a dormir con él en la misma cama.
—Sí, bueno... Vamos.
*****
—Nos fue muy bien, y tengo que admitir que todo fue gracias a ti, Amaris... Aunque si al primer carro que le limpiaste el parabrisas, no quedó para nada satisfecho. Le dejaste todo el vidrio pañoso.—Dijo a carcajadas.
—En mi defensa, nunca antes había limpiado el parabrisas de un auto.
—Créeme, hasta el señor lo notó... ¿Tienes hambre? Con lo que recogimos creo que nos merecemos una buena pizza, ¿Te parece buena idea?
—¡Siiiiiiii! ¡ME ENCANTA LA PIZZA!- Grité emocionada mientras saltaba como una niña pequeña.
—Perfecto, ya está decidido... ¡Vamos por esa pizza!
Caminamos juntos al centro del pueblo, y conseguimos una pequeña pizzeria estilo años 80, con un cartel en la entrada con el nombre del local, "la auténtica pizza napoletana", al entrar se ve una foto de una pareja en blanco y negro con el lugar de fondo, explicando que eran los primeros propietarios, una pareja de emigrantes napoletanos, tienen una hermosa sonrisa y lucen orgullosos de lo que pudieron construir y de llevar su cultura a otro rincón de la tierra.
—¿Quieres comer aquí o prefieres pedir para llevar?- pregunta amablemente Dylan acercándose a mí.
—Podemos cenar aquí... Me gusta el ambiente.
—Sus deseos son órdenes, mi señora.
Lo miré con cara irritada, me cae tan mal a veces.
—Buenas noches chicos, ¿puedo ayudarlos? —Llegó un chico joven, de aproximadamente 20 años.
—Buenas noches, sí... Queríamos una mesa para dos.
—Por supuesto, síganme.
Nos dirigió hacia el centro del local, hasta llegar a una pequeña mesa redonda con dos sillas, el mantel a cuadros rojos y blancos, en el centro hay una vela apagada, y a lado de ésta se encuentra el menú.
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—Les daré tiempo para que puedan revisar nuestro menú, y en unos minutos vuelvo... Si necesitan ayuda, no duden en llamarme—El camarero nos sonríe amablemente y se aleja de la mesa.
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Hija de la Luna
RomanceEstoy convencida de que para vivir plenamente, hay que aprender a arriesgarse, y salir de las zonas de confort. Amaris Petit, tiene 17 años, en pocos meses cumplirá la mayoría de edad, vive en la ciudad junto a su familia, una família común integrad...