Capítulo 3

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6:30. Empezó a sonar el despertador pero yo ya estaba despierta, como siempre, prácticamente solo pongo la alarma para indicarme que tengo que levantarme de la cama y dejar de pensar tanto... Estaba pensando en la historia que mi mamá me contó ayer; hija de la luna, nunca pensé que un nombre tan raro podría tener ese significado, pensaba que me habían nombrado así porque no sabían que hacer con sus vidas... Pero me gusta, porque siempre he sido amante de la luna, creo que es demasiado hermosa, no importa la fase que se encuentre, si está vacía o llena, siempre he pensado que me trasmite una vibra demasiado positiva; de echo, por un tiempo tenía planeado en tatuarme una luna en el brazo, pero mis padres me matarían si hiciera algo así, por eso descarte completamente la idea.

Me levanto para ir al baño, y veo mi rostro en el espejo, estoy hecha un total desastre, pero es el reflejo que veo cada mañana. Me lavo el rostro con un jabón de marsella, trato se peinarme el cabello, pero entendí que tratar de acomodarlo y de hacerlo ver en orden es una guerra que perdí hace años, así que al final opto por hacerme una cola alta; me pongo el uniforme y salgo a la cocina para preparar algo para desayunar...
Mi papá ya se fue, hoy tenía que viajar por negocios y salió a las 6:00, mi hermana está dormida, tiene que trabajar a las 9:00; mientras mi mamá está en la cocina, preparándome té con galletas, sabe que es mi desayuno preferido desde que era niña, aunque sigue insistiendo que debería comer algo más sustancioso, pero yo me siento bien así.

Al terminar de desayunar salgo de mi casa y me dirijo a la parada de autobús, y mientras espero que llegue, reviso mi celular. No hay nada de interesante, ningún nuevo mensaje, ninguna notificación, como siempre solo paso las publicaciones de mi Facebook.

Cuando llega el autobús subo y me siento al final junto con Miranda, como siempre se veía hermosa, tenía el cabello rojizo suelto y ondulado, sus hermosos ojos verdes alegres y sus pecas en las mejillas que las hacen ver como una niña buena.

— Hola Maaari, ¡Quita esa cara de sueño! ¡Anímate! ¡Hoy será un gran día!—Como todas las mañanas, trataba de contagiarme su gran alegría, siempre dice que todos los días son oportunidades para ser más felices que el día anterior, la admiro tanto. Su vida no es perfecta, aunque trata de aparentar lo contrario; su padre está en la cárcel por asesinar a su mamá desde que ella tenía 5 años, creció con los abuelos maternos en una linda cabaña cerca de aquí, no recuerda nada de lo que pasó y tampoco lo habla con nadie, nos lo confesó a Gabriel y a mi un día que la vimos con los ánimos en el piso (algo que en ella es muy raro), y estabamos preocupados, nos contó la historia y de que su padre le había escrito una carta desde la cárcel para que fuera a visitarlo, pero ella no quería ir, y nosotros no supimos ni siquiera qué aconsejarle.
En la siguiente parada subió Gabriel, tenía la mirada fija al suelo y parecía que los ánimos también, pero al vernos se le escapó una gran sonrisa, aunque estoy casi segura de que fue por Miranda, siempre he creído que tiene sentimientos por ella, pero nunca le ha llegado a decir nada...

—Hola chicas ¿Qué tal ha empezado su mañana? — No hay que negar que era un chico lindo, tenía el cabello castaño oscuro, los ojos color café, la piel blanca, hoyuelos es sus dos mejillas, y tenía una gran personalidad. Era el mayor de 3 hermanos, vivían juntos a sus padres y sus abuelos en una pequeña casa; tenía un trabajo de medio turno en una ferretería no muy lejos del Instituto, y con ese dinero ayudaba a su família para que pudieran seguir adelante. Pero también en su tiempo libre es un artista, le gusta mucho dibujar y sus dibujos son unas obras de artes, de verdad tiene mucho talento...

— ¿Y tú, Mari? — Dice Miranda, interrumpiendo mis pensamientos.

—Disculpen chicos, no estaba siguiendo la conversación, ¿De qué hablan?

— Estoy preguntando ¿Qué planes tienes para éste verano? ¿Pueden creer que es nuestro último mes en el Instituto?— Estaba demasiado emocionada.

— Yo trataré de trabajar turno completo en la ferretería, y si no puedo, buscaré otro trabajo de medio tiempo; necesito dinero para ayudar a mi família.— Dijo Gabriel con una determinación sorprendente para un chico de 18 años.

— Yo creo que iré a visitar a mi tía, tiene una casa en la playa, mis abuelos creen que es una buena idea, para distraerme mientras decido qué hacer con mi futuro. — Miranda aún no había decidido si ir a la Universidad o buscar un trabajo.

— Yo aún no lo sé... No tengo en sí un plan fijo, pero creo que aún hay tiempo para pensar qué puedo hacer...—  Miranda asintió, y siguió hablando de sus planes para el verano...

Hija de la LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora