Amaris Petit
El sol que entraba desde mi ventana directamente hasta mi cama me despertó, al abrir los ojos me sentí completamente desorientada, no entendía donde estaba, aunque obviamente a los pocos minutos recordé todo lo que pasó el día anterior.
La noche la pasé bien, dormí demasiado, creo que tenía meses sin dormir tan bien, sin sueños, simplemente el vacío total.
La habitación es pequeña, pero cómoda, la cama matrimonial tiene un excelente colchón a pesar de ser de un motel, repito, no me puedo lamentar de mi noche, dormí excelente.
Me levanto y me dirijo al baño, lavó mi rostro con abundante agua, y me recojo el cabello con una coleta, me veo en el espejo y simplemente hago un suspiro y una falsa sonrisa, luego salgo del baño y me vuelvo a acostar en la cama. Estoy en pijama, ni siquiera sé que ponerme, él clima se ve algo frío, el cielo está oscuro, tal vez dentro de poco empezará a llover; creo que sería una buena idea si me pongo unos monos y una sudadera.
Ha pasado una hora, ya empezó a llover y yo sigo aquí en mi habitación, no sé qué hacer, tal vez debería ir a tocar la puerta de Dylan, para ver si ya está despierto... O si se fue sin ni siquiera decir una palabra. ¿Me haría algo así? No lo sé, en fin de cuentas, lo conocí ayer en la mañana, tal vez hasta se olvido de mí.
El ruido de los golpes en la puerta me sacaron de mis pensamientos...
-Amaris, ¿Estás despierta?
-Siii, espera... Ya te abro.
Salté de la cama, me fui a ver rápido en el espejo que todo estuviera en orden, ni idea de porqué hice eso, y al final regresé a abrir la puerta.
-Buenos días Amaris, traje el desayuno.- dijo mientras me enseñaba un bolsa de papel.
-Gracias, no tenias que hacerlo...
-No te preocupes... El único problema es que no sabía qué acostumbras a comer de desayuno, así que traje dos cafés con leche, hay varios paqueticos de cacao y azúcar, y también dos trozos de tarta de mermelada de durazno.
-Es más que perfecto...
El simplemente me sonrió y yo no pude evitar sonrojarme, en serio fue un gesto muy lindo y dulce, para una persona que ni siquiera conoces.
-¿Qué quieres hacer hoy?
Su sorpresa me tomó desprevenida, no tengo la menor idea de lo que quiero hacer o de lo que debería hacer... No estoy acostumbrada a esto.
-Ehmm... Sinceramente no lo sé.
-En la cafetería me dijeron que esta noche habrá una feria; si quieres hoy podemos seguir con los parabrisas y también vender algo, para que tengamos dinero y así poder ir a la feria tranquilos y disfrutar de la noche.
-Hoy está lloviendo, no creo que sea una muy buena idea limpiar parabrisas...
-¡Mierda! Tienes razón...
-Sì...
Me quedé seria un momento, simplemente viendo su carita pensativa y estresada.
-Podemos simplemente quedarnos aquí y ver algo en la televisión.
-En otro momento, te lo juro que te diría que estas loca... Odio quedarme encerrado mucho tiempo en el mismo sitio, créeme, no es lo mío.
-Sí... Lo he notado.- Es increíble lo poco que conozco a éste chico, y aún así, aunque no me haya contado nada de su vida, siento que lo conozco desde hace años.
Empezó a sonar mi celular desde la mesita de noche, los dos volteamos en seguida, yo me levanté y lo cogi; era mi mamá, no quise contestar, así que le bajé el volumen a la llamada y apoyé el celular en la mesita... Pero un minuto después vuelve a llamar.
- ¿Alo?
- Amaris hijas, gracias a Dios que estás bien... Me dio un pequeño infarto al ver que no contestabas la llamada...
- Sí, ¿Qué pasa?
- No pensé que mi llamada te molestara tanto.- Ni siquiera había notado que le hablaba con un tono seco.
- No mamá... Disculpa... No quería...
- No te preocupes, no te llamo para pedirte que vuelvas, solo para saber como estabas y decirte que hoy Gabriel pasó por aquí.
- ¿Gabriel? ¿Cómo... Cómo está él?
- No muy bien Amaris... Los doctores aún no saben nada sobre la situación de Miranda, los abuelos de ella están desesperados, él gasta todas sus energías trabajando para ayudar a la familia, y su tiempo libre visitando a Miranda o a los abuelos...
- Imagino... - Me da tristeza, tal vez no debí ser tan egoísta, él también está pasando malos momentos, pero se queda allá, no puede permitise escapar, muchas personas cuentan con él. - ¿Te dijo qué quería, mamá?
- No... Solo quería hablar contigo, saber de tu vida... O eso fue lo qué me hizo entender.
- Sí... Bueno mamá, gracias.- Ella no contestó, había silencio, pero sabía que ella estaba ahí, que no quería colgar la llamada.
- Amaris, ten cuidado. Si nosotros hicimos algo mal, lo lamento... Tal vez debimos entender que no pasabamos por momentos fáciles, tal vez la atención era toda para tu hermana... No lo sé... Tómate tu tiempo, cuando quieras estaremos aquí.
- Gracias mamá... Pero ahora tengo que irme.Nos despedimos, me volvió a decir que me cuidara, después fue ella quien colgó la llamada, me quedé viendo el celular por un segundo, luego apoyé el celular nuevamente en la mesita y me senté en la cama.
-Era mi madre...- Dije en voz baja, pero Dylan parecía no haber escuchado, no se movió.
- ¿Vas a volver?
- No... No voy a volver... No ahora...
- Bueno... Voy a salir a fumar un cigarrillo, vuelvo después.No pude responder que el ya estaba fuera de mi habitación, me acosté viendo la repisa y luego la ventana, el cielo está tan gris... Me encanta la lluvia, pero hoy quisiera que el día fuera menos melanconico, no quiero que mi mente se llene de tantos pensamientos, pero es inevitable no hacerlo... Lo lamento por Gabriel, haré lo posible para hacerle una llamada, pero no ahora, no estoy de ánimos y lo último que quiero es que él me escuche así; tiene que saber que estoy bien, no quiero que tenga otra preocupación... Cierro los ojos, y en mi mejilla rueda una pequeña lágrima.
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Hija de la Luna
RomantizmEstoy convencida de que para vivir plenamente, hay que aprender a arriesgarse, y salir de las zonas de confort. Amaris Petit, tiene 17 años, en pocos meses cumplirá la mayoría de edad, vive en la ciudad junto a su familia, una família común integrad...