Capítulo 10

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Dylan Anderson

1:04 am. Otra noche sin poder dormir bien, tal vez es porque ésta habitación de motel está fría y afuera se escuchan muchos ruidos extraños y también los automóviles pasar... ¿A quién trato de engañar? No puedo buscarles motivos a mis insomnios, porque estoy consiente de que no es ni la habitación y mucho menos los ruidos que escucho, lo único que me atormentan son mis problemas existenciales, que por más que trate no me dejan dormir en paz.

Tengo 3 años fuera de casa y aún los recuerdos me siguen atormentado, desde entonces no supe más nada de mi madre y mucho menos del hombre con el que se casó, y estoy convencido de que es mejor así, no me quiero seguir hundiendo en sus desgracias, por mucho que ame a mi madre, la mejor decisión que pude elegir en mis 22 años, fue tomar mis dos cosas e irme de ahí... Después de todo lo que pasó, era obvio de que nada y nadie iba a volver a ser como antes; sin pensar que el estúpido ése con quién se casó mi mamá no fuera un completo patán, y en vez de ayudarla a salir de esa depresión y dependencia al alcohol que estaba empezando a adquirir, lo que hacía era tratarla muy mal... Por eso ése día enloqueci, vi como la golpeaba y no podía permitir que hiciera eso delante de mí, quedé completamente ciego de la rabia... ¡YA! No quiero seguir pensando en ésto, simplemente tengo que superarlo, me fui de esa maldita casa y estoy viviendo mi vida, como yo quiero.

Acomodo la mochila, reviso nuevamente si todos mis documentos están en su sitio, y cuento el dinero que aún me queda, es suficiente para el boleto de autobús para irme a Puerto del Ángel, luego veré lo que hago, como siempre lo he hecho.

Menos mal que en éste apestoso motel hay una lavandería, vi el cartel al llegar, cojo toda mi ropa y me dirijo hacía allá. No me quedaba ni siquiera una media limpia, no es fácil conseguir lavanderías en estos moteles, y estoy feliz de que por lo menos lavaré toda mi ropa y no tengo que volver a preocuparme de eso por algunos días.

La lavandería es pequeña, tiene un cierto estilo años 50, aunque observando bien, no me sorprendería saber que de verdad la construyeron en esos años. El suelo es a cuadros blanco y negros (como si se tratara de un juego de ajedrez), las lavadoras puestas en fila (todas con ése color amarillento de plástico viejo), sillas apoyadas contra la pared y un cartel enorme qué tiene escrito "Atención: No nos hacemos responsables de la ropa olvidada en nuestra lavandería. Tenga cuidado con sus cosas". Coloco mi ropa dentro de una lavadora e inserte las monedas, y mientras esperaba me senté en una de esas sillas, que de lejos se veían lo incómodas que eran. Luego de una hora, la ropa estaba lista, inserte otras monedas y puse la opción de secadora, así por lo menos la ropa no quedaba tan mojada y no me tendría que preocupar por el día siguiente.

Después de terminar con la ropa, me dirigí a la habitación y la coloqué en una cuerda que se encontraba en el techo junto a unos ganchos que estaban en una caja por debajo de ésta y la colgué  para que se terminara de secar, y luego me fui a acostar.

Eran las 3:06 y aún no tenía ni un poco de sueño, mi cuerpo me pedía que necesitaba descansar pero mis pensamientos me seguían atormentado. Encendí la luz de la lámpara que se encontraba en la mesita de noche, cogí mi paquete de cigarrillos y el encendedor, me levanté de la cama y fui al balcón a fumar un cigarro o tal vez dos, no lo sé, lo único qué sé es que quiero quitarme todo éste estrés que tengo encima de un modo u otro.

Hay mucha brisa, y algo de frío, lástima que entre las cosas que lavé estaba mi sudadera gris, sino en éste momento la estaría buscando y me la hubiera puesto.

El lugar estaba solo, no pasaban autos y mucho menos se veía llegar alguien, las habitaciones tenían todas las luces apagadas, seguramente todos están durmiendo y teniendo dulces sueños, afortunados ellos, mientras que yo, estoy aquí, con insomnio, a las tres de la mañana, con un cigarrillo entre mis dedos... Estoy tan cansado de esto, de la misma vida. Esto no puede seguir así, esto tiene que terminar de un modo u otro.

Es increíble pensar, que durante estos últimos años que estuve fuera de casa, he estado solo; y no me afecta un gran qué, porque cuando te empieza a gustar la soledad, se vuelve muy peligrosa, porque disfrutas tu propia compañía. No es malo estar solo, después de todo, me encontré a mi mismo, descubrí quien soy en realidad... Aunque no puedo negarme que me gustaría tener a alguien a mi lado con quien hablar y tener confianza de saber que estará para mí... Mierda, es verdad cuando dicen que las personas en la madrugada empiezan a pensar estupideces.

Me siento en el piso y veo las estrellas, cuando era pequeño mi mamá me repetía constantemente que para ver las cosas bellas, tienes que tener la mirada en alto. El cielo estaba lleno de estrellas y había una luna llena brillante, simplemente hermoso, y tan poco valorado en ésta sociedad, que piensa que las cosas bellas se basan en lo grande y costoso, cuando en realidad se pueden encontrar en pequeñas cosas, como sentarse y apreciar un hermoso cielo estrellado.

Ahora sí, tengo que dormir, en un par de horas necesito levantarme e ir a tomar el autobús, no quiero llegar tarde y terminar perdiéndolo, ya me ha pasado y son situaciones horribles.

Me levanto del suelo, entro a mi habitación, cierro la puerta a llave, y me dejo caer en mi cama, reviso que el despertador esté impostado a la hora exacta y al fin cierro los ojos con la esperanza de dormir aunque sea éste par de horas.

*****

¡Maldita sea! Ésto no me puede estar pasando, en unos minutos tendría que estar en la estación de autobuses y estoy aquí luchando para recoger la ropa que tengo tendida y tirarla sin doblar en mi mochila, por desgracia tendré la ropa toda arrugada pero no puedo permitirme perder ése estúpido autobus.

Salgo del motel, y empiezo a correr para alcanzar la estación, menos mal queda cerca, sino ya estuviera desesperado, anoche no fue una de las mejores noches de mi vida, eso era obvio, por eso mi humor era el que era.

Pocos minutos después al fin llego, y ya se estaban subiendo las últimas personas al autobús, compré mi boleto, y tuve que soportar la mirada amargada de la señora (aunque tengo que admitir que yo no fui tan amable).

Subí, y por mi sorpresa él único puto asiento disponible, estaba ocupado por una tonta mochila, y la propietaria estaba sumergida en sus pensamientos viendo la ventanilla.

— Oye, ¿Puedes quitar tu mochila? — traté de llamarla, pero ni siquiera se volteó a verme, ¡Genial!

Así que empecé a tocarle el hombro, y en ése instante volteó a verme, al inicio con una expresión pálida, pero luego poco a poco sus mejillas empezaron a enrojecer, quedó por unos minutos observandome con esos ojos color azul, traté de sonreír para ser un poco amable, aunque ya se me estaba terminando la paciencia, y luego se quitó los auriculares (con razón no contestaba cuando traté de hablar con ella).

—Disculpa, no escuché lo que dijiste... Tenía puesto los auriculares y la música con el volumen alto.— ¿Está nerviosa?

—Claro, no te preocupes... Te había preguntado si podías quitar tu mochila del asiento, así yo podría sentarme.— Y volví a sonreír cómo un estúpido, ésta chica está demasiado nerviosa, se le nota de lejos por la expresión que tiene.

—Ehmmmm... Sí claro... Disculpa.- Sí, estaba nerviosa... Pero no es culpa de ella si tuve una mala noche, trataré de ser amable.

-Muchísimas gracias.- Le sonreí y me senté en mi puesto. —Mucho gusto, me llamo Dylan Anderson.— Me miró un poco sorprendida, creo que no se esperaba que me presentara.

—Hola Dylan Anderson, mi nombre es Amaris Petit— Sonrió, no voy a negar que tiene una hermosa sonrisa, bueno, en realidad ella es jodidamente hermosa.

Tuvimos una pequeña conversación, y luego le dije que iba a dormir, de verdad estaba muy cansado. Aunque no puedo dejar de pensar él por qué esa chica está tan nerviosa, le pregunté a dónde se dirigía y se notó enseguida que se sentía incómoda y mintió sobre su destinación... Simplemente espero que sepa lo qué haga, ése no es mi problema... Pero, ¿Por qué me sigo preocupando? Si recién la conocí... ¿Qué vi en su mirada? ¿Miedo?

Tal vez simplemente se trate de una adolecente que tuvo una estúpida discusión con su familia y escapó de casa. Y si es así, estoy seguro que en un par de días se va a arrepentir y decidirá volver.

Es una total desconocida, pero quiero ayudarla, de la misma forma que ayudaría a un gatito abandonado en la calle.

Símplemente eso...

Hija de la LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora