15:36. Al fin hice lo que pensé hacer durante meses, logré irme de casa. Creí que me haría bien respirar un aire distinto, lejos de la misma rutina, de mi familia y de un lugar que nunca me hizo feliz; y entonces, ¿por qué no dejó de sentirme mal?
Me siento como una total estúpida, nunca logro sentirme bien con mis decisiones, tal vez mi mamá tiene razón, fue algo impulsivo, y tengo que regresar, así tal vez mande solicitudes para entrar en una buena universidad, estudiar algo que no quiero durante algunos años, así mi vida podrá tener un "buen futuro" y poder formar una familia "perfecta"...
¡Dios mío! Odio tanto los estereotipos, en serio no entiendo por que las sociedad esta tan empeñada en crearlos. La gente siempre opinando sobre la vida de los demás, es una gran ridiculez. Yo en serio no quiero esto para mi vida, no quiero despertarme un día, y ver que vivo en un condominio, con un esposo que trabaja todo el día en un trabajo monótono, y yo quedándome en casa a criar dos o tres hijos prácticamente sola, mientras también tengo que estar cuidando la casa, no es algo que me hace feliz, no es lo que en verdad quiero para mi vida...
Pero el problema es, que en si no sé lo que quiero para mi vida. También por esto decidir empezar en esta... "aventura", quería despejar mis ideas, pensar bien sobre mi vida y lo que quiero... Lo que le pasó a Miranda no fue para nada fácil, y no sabía cómo enfrentarlo... Tal vez soy inmadura por eso, tal vez de verdad quería escapar de la realidad... No lo sé.
Tomo mi celular y entro a spotify, busco mi playlist preferida, y la dejo reproducir de manera alertoria. La primara canción que se escucha es "That way" de Tate McRae, apoyo el celular en mi almohada y me quedo viendo el techo; me relaja tanto esto, siento que la musica esta ahí dandome compañia como una fiel amiga, dispuesta a entenderme sin importa si estoy triste, feliz, preocupada o motivada, ella esta ahí conmigo. Me hace sentir mucho mejor, puedo decir firmemente que la música es la mejor medicina que pueda existir.
Afuera empieza a oscurecer, se está haciendo tarde, y llevo horas sin saber absolutamente nada de Dylan, pero no puedo estar preocupándome por él, yo empiezo a tener hambre, así que decido salir para comprar algo de comer.
Me levanto de la cama, y empiezo a vestirme con unos baggy boyfriend jeans y una sudadera con capucha de color gris, mis zapatos deportivos y estoy lista. Recojo mi celular, las llaves y salgo de la habitación.
Hay frío, la lluvia a parte de dejar charcos, también dejó una brisa fría, me tapó la cara con la capucha de la sudadera e inserisco las manos dentro de los bolsillos, menos mal que el supermercado está a penas tres cuadras del motel.
Al llegar, ni siquiera sé qué comprar, no quiero comer simples snack, quiero en serio comer algo de comida. Me dirijo al pasillo de las pasta y salsas, tomo un paquete de espaguetis n5 y un frasco de salsa de tomate, les preguntaré a los propietarios de motel si puedo usar su cocina, aunque tenga que pagarles algo, eso no tiene importancia. Pago mi cuenta, y voy caminando de regreso con mis cosas, hasta que veo un chico en la esquina de la cuadra, al inicio no le hice caso, pero notéque no dejaba de mirarme, estoy fría, el corazón me late rápido, tal vez estoy siendo paranoica y exageranda, pero eso no quita que tengo algo de miedo.
— Hola preciosa, ¿por qué andas tan sola? ¿Quieres que te acompañe mamita?
¡Maldita sea! Sigo caminando y ni siquiera volteo a mirarlo.
— ¡Ay chica! No seas tan amargada, estas tan bella y tan rica, que por lo menos un una respuesta podrías darme.
Cuando ya estoy a 2 metros lejos de él, veo que empieza a caminar detrás de mí, tengo miedo, quiero correr, pero mi cuerpo está petrificado, es como si no siguiera mis órdenes y actuará por istinto... Hasta que siento que me toca la espalda.
— ¡Estoy hablando contigo putica! ¿Por qué coño no respondes? ¿Te crees muy superior?
— Es mejor que me dejes en paz. — Le digo mientras lo miro directamente a los ojos, pero lo único que hace es echarse a reír.
— ¡Uy que miedo! Y si no te dejo "en paz", ¿Qué harás? ¿Pegarme?
Tengo miedo, en serio tengo miedo... El motel queda solo a una cuadra, pero éste imbécil me puede lastimar, no hay absolutamente nadie al rededor de nosotros, las calles están completamente solas. Decido echarme a correr, en menos de un minuto debería llegar. Él empieza a correr detrás de mí, pero no es tan rápido, en eso le llevo ventaja. Veo la entrada del motel, y me dirijo hacia allá, entro rápidamente y cierro la puerta detrás de mí.
La chica de la recepción quedó sorprendida por cómo entré al lugar, me observa, hasta que me dejó caer contra la puerta y empiezo a llorar.
— ¿Se encuentra bien?— Me pregunta, y yo solo logro negar con mi cabeza, me ayuda a levantarme y me sienta en un mueble que hay en la sala, me deja sola por unos segundos y regresa con un vaso de agua fría.
— Toma un poco de agua, estas pálida... ¿Qué ha pasado afuera?
— Un... Un chic... Un chico no dejaba de... De perseguirme... Me siguió hasta acá..
Ella se levanta en seguida y sale para revisar si aún estaba afuera, solo que al parecer ya no había nadie.
— Él ya no está, pero si quieres, puedo acompañarte a poner la denuncia a la comisaría.
— Gracias, pero esta noche no quiero ir...
— Como quieras, pero sabes que si quieres, estoy dispuesta a acompañarte.
— No entiendo por qué me siguió y empezó a decirme esas cosas, ni siquiera estoy provocativa, ¡Mírame! Unos pantalones anchos y una sudadera, no muestro absolutamente nada de piel...
— Oye tranquila, lo que pasó no es para nada tu culpa, él es el enfermo mental... Aquí estas a salvo, no te podrá hacer nada.
— Gracias...
— No te preocupes...
— ¿Puedo usar su cocina? Compré un paquete de pasta y salsa, quería comer algo hecho por mí... Si quieres también puedes comer tú... Y la cocina, si quieres que te pague algo por usarla, no hay ningún problema...
— No te preocupes, puedes usarla sin ningún problema. Y apropósito, mi nombre es Martina.
— Gracias Martina... Yo me llamo Amaris.
Sonrió, y me llevó hasta la pequeña cocina que tienen detrás del motel.
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Hija de la Luna
RomanceEstoy convencida de que para vivir plenamente, hay que aprender a arriesgarse, y salir de las zonas de confort. Amaris Petit, tiene 17 años, en pocos meses cumplirá la mayoría de edad, vive en la ciudad junto a su familia, una família común integrad...