CONEXIONES

CONFUSIÓN

Seis días antes:

Todo empezó despertándome de mi dura cama, ya que no pagué a tiempo el alquiler y me habían cambiado aquel colchón blandito y limpio, por uno manchado y que algún otro resorte salido. Fui al baño y me di cuenta de que no había comprado pasta de dientes... entonces busqué algo que al utilizarlo también produjera espuma. Solo encontré la esponja, y aún así la usé. Al entrar en la cocina vi que mi madre me había dejado preparado un pastel de manzanas junto a una nota:

"Hijo:
Te he preparado este pastel para que desayunes bien. Besos, Mamá."

Me serví un vaso de leche y me comí el pastel viendo mi programa de televisión preferido "Tangas a medida". Pero justo a la mitad del programa, tuvieron que cancelarlo, ya que una chica se asfixió con un tanga que estaba demasiado ajustado para su pelvis. Al ver interrumpida la emisión del programa, me levanté del sofá y me fijé que había escrito en una libreta del salón una lista de cosas que se necesitaba comprar del supermercado.
Me equipé con mis zapatillas deportivas, mi chaqueta celeste cielo, y mi cantimplora de cuero.
Al salir de casa me encontré con Roberto, un gran amigo mío. Tras saludarnos, me cuestionó lo siguiente sin más dilación:

-¿Sabes cuándo dan el partido entre Italia y Francia?
-Lo dan el 9 de Julio del 2006, a las 20 horas... y creo que también, ese día cae un domingo. –Le contesté con total seguridad.
-Gracias, nos vemos.

Vi que Roberto se iba sin cara de sorprendido por todo lo que le dije... fue como si ya se lo hubiera escuchado decir a otra persona.
Luego me quedé parado como un idiota frente a mi casa tratando de recordar qué es lo que tenía que hacer. Metí la mano en el bolsillo izquierdo y encontré un trozo de cartón que decía: "El fumar mata".  Eso me hizo recordar que tenía que comprar una cajetilla de cigarros. Metí la otra mano en el bolsillo derecho y encontré la lista de la compra que había cogido hace un rato, la que me llevaría al supermercado que quedaba a un kilómetro de casa. Entonces bebí algo de agua de mi cantimplora y seguí adelante.
Cinco metros después, reconocí a mi novia Natalia. Se acercó directamente hacia mí y parecía enfadada.

-¿Por qué no me fuiste a buscar ayer de noche para ir a bailar?
-Es que tenía que cuidar al chihuahua de mi tía.
-¿Toda la noche?
-Tú no sabes lo que orinan esos perros.
-¿Seguro que no me estás mintiendo?
-Pues no. Si quieres, entramos y ves todas las páginas de periódicos húmedos que pueblan el suelo de mi casa. –Le dije, señalando mi casa y enfatizando cada palabra.
Natalia me miraba confusa. La pobre no sabía si creerse esa mentira que acaba de decir, hasta que explotó.
-¿Cómo te atreves a tratarme de esa forma? ¡Eres un desconsiderado recoge excrementos de perro! Te dejo.

Natalia, ahora convertida en mi ex novia, se había alejado de mí para siempre. Lamentablemente, mi excusa era que nunca me había gustado salir a bailar por ahí...
Al esquivar aquella situación de forma airosa, crucé la calle para llegar al otro extremo de la acera y vi que una aplanadora venía hacia mí. También me di cuenta de que detrás mío había una ancianita, y que el conductor de la aplanadora tenía cara de estar aburrido. Entonces pensé: si me quito de en medio y hago que la aplanadora pise a la ancianita, seguro que el conductor se pone feliz. De todas formas, a ella no le quedaría mucho de vida, supongo. Y como yo soy muy joven y soy capaz de que la humanidad siga creciendo, no merezco morir.
Después de tres minutos de silencio por la cosa estampada en el suelo, la cual, ya no parecía la ancianita, pude llegar por fin al supermercado. Al lado del mismo, había una iglesia y vi que estaba celebrándose una boda. Curiosamente decidí entrar, y justo dio la casualidad de que el cura pronunciaba aquella famosa y típica frase.

-Si alguien quiere que esta pareja no se una en matrimonio, que hable ahora o calle para siempre.

En ese momento, vi a un hombre que estaba dormido en los asientos de los invitados. Cogí sus brazos escondiéndome detrás del banco donde estaba y grité.