D•O•S

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- ¡Por favor, Audrey! Vamos, te lo pido de corazón.- Suplico Melanny arrastrando las palabras mientras hacía ojitos de perrito al juntar sus manos. Definitivamente cualquiera caería a sus pies con su encanto, pero tantos años de amistad me habían vuelto inmune a cualquier hechizo que puediera usar conmigo.

- No.

Me miro mal y supongo que finalmente se rindió pues se marchó camino a hablar con él.

Resulta que había conseguido salir con un chico con la condición de que fuese una cita doble. Hasta hace unos segundos, intentaba convencerme de ser la cita del chico que fuera a ir. Sin embargo, obviamente me negué rotundamente.

- Espero que estés feliz. Le conté a Julio sobre eso y ahora me ha cancelado. ¡Me costó mucho conseguir que me invitara!

Estaba sacando algunas cosas del casillero cuando lo cerré de golpe para voltear a mirarla. Aún no iniciaban las clases y los demás merodeaban por los pasillos todavía.

- De acuerdo, no me molestaría...

- ¡Súper gracias! ¡No sabes cuando te adoro!

La miré con expresión neutra y terminé de decir lo que en verdad quería decir.

- Iba a decir, que no me molestaría amenazarlo con unas palmaditas para que fuera a solas contigo.

En cuanto entendió a lo que me refería, abrió los ojos con terror y agitó sus manos frente a mi negándose.

- ¡Oh, no, no, no, no! ¡No!

- ¿Por qué no?

- Creo, eh... Que será mejor llegar a un acuerda hablando con el, ah...- Soltó una risa nerviosa y se acomodó un mechón de pelo.- No te ofendas, se que quieres ayudar, pero... En ocasiones das miedo.

Me encogí de hombros, halagada por eso. Y simplemente comencé a caminar a su lado.

- ¿Entonces? Conociéndote no te rendirás así como así.

- Obvio. Supongo que tendré que rogarle.

Me detuve en seco y la miré como si estuviera loca. Aunque no era algo muy lejano a la realidad. Si lo creía.

- ¿Estas loca? ¿Rogarle a un chico? ¿En serio?

- ¿Qué?

Rodé los ojos y seguí caminando.

Cambiamos el tema por cualquier otra cosa hasta que llegó la hora de que las clases comenzaran.

___

Todo transcurrió normal en el día.

Se me hizo un poco lento. Y muy aburrido, como siempre.

Por eso, cuando fue la hora de salida me sentí tan aliviada.

Corrí a mi casillero a dejar los libros. En eso, vi una mano recargándose al lado.

Lo miré de reojo y solté un quejido ¿Otra vez?

- Hey, hola. Tú...

- ¿Qué quieres?

- Woah, oye, tranquila. ¿Por qué tan cortante, chica?

- ¿Por qué tan insistente, chico?

Sonrió divertido y paso de recargarse con una mano a pegar su espalda mientras se cruzaba de brazos.

- Me interesas.

- Oh, vaya. Que sorprendente confesión. Definitivamente estoy enamorada.

Enarcó una ceja y luego negó con la cabeza murmurando algo para sí mismo que no alcance a entender.

La Cruda RealidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora