Capítulo 41

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Habían pasado dos semanas del cumple de Peter y faltaba un día para el Aniversario de la empresa de su familia donde anunciarían el premio SERES y a él como el Hombre del año. Peter había logrado hablar seriamente con su papá, al principio le costó felicitarlo, supongo que por orgullo, pero después aflojó un poco y se dio cuenta de todo lo que había logrado en tan pocos meses.

El Chino y Úrsula habían regresado a España porque tenían el cumpleaños de la madre de ella. Después del gran fin de semana que pasamos en Cariló, había hecho una linda amistad con ambos. Casi diario me mensajeaba con Ursu y me contaba sobre los rodajes de la peli en la que estaba trabajando ahora.

En cuanto a mí, estábamos a full con los ensayos de la obra, ya que en menos de una semana estrenábamos en el teatro con cinco días a la semana. Había hecho una linda amistad con varias de las chicas y más que nada con Julia, la sentía más que como una madre como hermana. Ella me ayudaba mucho a superarme como actriz, me enseñó varias estrategias de concentración y desarrollo de mi personaje en su totalidad.

Se había hecho tradición con el elenco salir todos los viernes por unas birras frías después del ensayo pero justamente yo tenía que prepararme para la gala del Royal Salute. Gime me había ayudado a conseguir una costurera para que me hiciera un vestido, ya que teníamos que ir de largo y elegantes.

Era viernes siete de la noche y me encontraba cambiándome en el camarín del teatro terminando de ensayar cuando sonó mi teléfono.

—Hola, lindo.

—Hola, hermosa, ¿todo bien?, ¿cómo fue el ensayo? —me preguntaba Peter.

—Bien, tranqui. Estoy exhausta pero está quedando genial, no sabés lo que es la obra.

—Me imagino. Che, si estás muy cansada podemos vernos mejor mañana. Quería invitarte a cenar pero entiendo que...

—No, mi amor —lo interrumpí—. No te preocupes, me vendría bien verte, te extraño.

—Lo sé, yo también. Han sido unas semanas largas pero ya mañana por fin es el día.

—¿Estás emocionado? —pregunté mientras terminaba de amarrarme los cordones del tenis.

—Mal... y nervioso. Pero saldrá todo genial.

—Verás que sí.

—Bueno, entonces Charly pasa por vos en... ¿hora y media?

—Buenísmo, ya voy saliendo para casa.

—Perfecto, te llamo cuando esté afuera, ¿dale?, aquí te espero con la cena ya preparada.

—Dale amor, te amo. Nos vemos en breve.

—Te amo, chau.

Llegué a casa un poco más exhausta de lo que imaginaba, así que aproveché las pocas energías que traía para darme un baño caliente y refrescante e irme a cenar con Peter. Me puse linda para él por el simple hecho que tenía ganas, vestí con unos pantalones acampanados blancos y una blusa roja estampada, dejé mi pelo suelto para dejarlo secar un poco y me maquillé naturalmente. Después de casi veinte minutos, Peter me llamó diciéndome que Charly estaba abajo, así que tomé mi bolso y me fui.

Cuando llegamos, Charly me ayudó a bajar del coche como todo un caballero y subí por el elevador. Al salir, estaba la puerta del departamento de Peter abierta, algo que se había vuelto una manía cada vez que venía a su casa. Entré y me fui a la cocina que soltaba un olor delicioso, encontré a Peter con su traje que usaba para la oficina y un delantal rojo amarrado en la cintura mientras movía algo en la estufa.

—Que hombre que sos... —le dije acercándome a él y abrazándolo por la cintura.

—Hola, linda, vení, probá —me acercó el cucharón con una salsa de color marrón a mi boca con cuidado y la abrí. Tenía un sabor muy peculiar porque era dulce y al mismo tiempo un poco picante y salado. Pero el olor era espectacular.

A Mi ManeraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora