Capítulo 45

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—¿Qué carajos decís, pelotudo? —Peter apareció detrás de mí poniéndose a mi lado.

—Mirá papá, te lo advierto de una vez... cuidáte de esta cualquiera porque no es lo que parece.

—No necesito que me adviertas nada, andáte —lo interrumpió Peter—. Y vos también Eugenia, ¿cómo carajos entraron?

—Peter pero que canchero que estás. ¿Todo bien?, ¿cuánto tiempo? —Eugenia se acercó a saludarlo de beso y Peter no hizo nada—. Vinimos a charlar un poco con Lalita. Como has de saber, ella no es la que vos pensás....

—Esta mujer que ves aquí, se le tira a cualquier hombre con billetera grande y una vida resuelta, esposa, novia, pareja, cómo vos lo veas. Así que cuidado porque por cualquier cantidad de plata, te va a atrapar con todo lo que es y arruinarte de una —Samuel se acercó a Peter advirtiéndolo—. Aunque sea sé que disfrutó de lo que pasó entre los dos... ¿no, Lali?

—¡Basta, andáte, idiota! —le grité.

—Tranquilizáte, che. Solo le estoy advirtiendo a este... guapo —le dio una palmadita leve a Peter que estaba quieto frente a él—, quién sos en verdad.

—Andáte —soltó Peter sin mover ni un músculo.

—Galán, no vayas a caer como yo y todos los boludos a los que se levantó. No digas que no te lo advertí —dio dos pasos para atrás sin dejar de mirar a Peter—. Pero lo que sí te puedo decir es que se sabe mover la petiza...

—Dije ándate —volvió a decir Peter apunto de golpearlo pero se contuvo.

Samuel sonrió de nuevo sarcásticamente y me lanzó una mirada satisfecha. Yo estaba petrificada sin poder decir nada y vi cómo Samuel se daba vuelta al mismo tiempo que Eugenia le tomaba del brazo.

—Chau Lalita, nos vemos pronto. Chau, amor —le mandó un beso a Peter y vimos cómo se dirigían hacia la salida del Palacio. En eso, Peter me miró con una cara de horror, vi sus ojos apagarse y viéndome con desilusión.

—No es lo que parece Peter... —apenas pude formular una palabra.

—¿Estás segura?

—Peter... vos no le vas a creer a esos pelotudos, ¿no? —me acerqué a él preocupada de que fuera real todo esto. Pero dio un paso al costado— Peter...

—Me pareció verlo muy seguro de lo que decía —me miró a los ojos, unos ojos que me podían transmitir todo menos enojo. Era decepción y tristeza. Parecía que había llorado recién, aunque fuera solo un poco.

—Lo dijo seguro pero no es verdad. Vos sabés que yo nunca...

—Te acostaste con ninguno de tus desenmascarados —me interrumpió—. Lo sé porque me lo dijiste, pero ya no estoy cien por ciento seguro de eso.

Mi corazón empezó a latir muy rápido y las ganas de llorar se notaban más. Me dolía lo que estaba diciendo Peter, me hacía sentir como una cualquiera.

—Mi amor, por favor. Tenés que creerme —me acerqué a él y lo tomé de la cara, ahí me miró de vuelta a los ojos—. Yo no me acosté con nadie. Nadie.

—¡Entonces porqué carajos hablaba así de vos! —me gritó haciéndome alejarme un poco de él— Miráme a los ojos y decíme que nunca pasó nada con él, Lali.

—No me grites, Peter, no pasó nada con él —lo miré a los ojos mordiéndome el labio para no soltarme a llorar.

—Me estás mintiendo..., me estás mintiendo —dijo con un nudo en la garganta—. Te conozco tan bien que sé cada gesto, cada mueca y cada movimiento que tenés y sé que cuando te mordés el labio así estás mintiendo.

—Peter, por favor...

—Lali, decíme la verdad —me miraba y podía ver apareciendo un poco de enojo, ya no podía más con la presión en el pecho que tenía— ¿Te acostaste con ese pibe?

—No —dije apresurada y me miró aún sin creerme.

—Basta, Lali. Si no me querés decir la verdad, andáte a la mierda y dejáme en paz —lo tenía agarrado de la mano pero logró soltarse de un tirón.

—¡Peter, no es lo que parece!, ¡por favor!

—¡Dije que ándate, Lali! —se giró hacia mí y caminó los pocos pasos que nos separaban.

—¡Sí pasó, sí pasó! —grité desesperada, Peter me miró sorprendido— ¡Sí pasó pero no lo que vos pensás, el idiota me besó sin mi permiso!, ¿entendés?

—Ay, por favor, Lali. ¡El chabón estaba extasiado contando como te había cogido y vos me venís con que fue un beso!

—¡Por Dios, boludo, dejá de decir estupideces y por favor escucháte! —grité sacada, había llegado a mi límite— ¡Me tenés que creer, Peter!

—¡¿Así como te creí que no te habías garchado a los cuarenta y nueve hombres antes de mí? ¿O cuando me mentiste para acercarte y enamorarme?! —soltó una risita y me miró de una forma que no pude reconocer.

En ese momento, mi corazón estaba roto. No literalmente, pero sí lastimado y dolido. No podía creer haber escuchado esas palabras viniendo de Peter, tratándome como una cualquiera y lo peor, que aún no me creía y dijera lo que dijera no lo iba a hacer.

Peter no me apartaba la mirada, noté que su respiración comenzó a acelerarse al igual que la mía. Me llenaba de pensamientos para poder tener alguna respuesta pero era inútil.

...Conozco a los hombres y sé perfectamente cuando pasa algo más que un beso con una mina y a ese pelotudo se le notaba hasta la punta del pelo. Así que no me vengas con que no te cogió ese hijo de puta, Lali

"No te cogió ese hijo de puta", "no te cogió". Una frase que resonaba en mi cabeza una y otra vez. ¿Por qué usar ese término cuando estabas hablando de tu novia, de una mujer, de una persona?

Mi mente estaba en blanco, no podía formular ni una palabra, mis ojos empezaron a nublarse de lágrimas y mi corazón sin dejar de latir a máxima velocidad. Tomé un bocado de aire casi disimuladamente y lo miré a los ojos. Peter me miraba aún con decepción y dolor pero era tan obvio que aunque le dijera la verdad, no me creería para nada.

—Lamento decepcionarte entonces Peter, porque ese pelotudo no, no me cogió —tragué saliva para evitar que mis lágrimas salieran disparadas por tenerlas resistiendo. Peter me miró frío. Tan frío que en un momento no lo reconocí, sin sentimientos, sin emoción.

—Okay, Lali.

—¿Okay?

—Okay

—Andáte a la mierda, Peter. Sos un idiota.

A Mi ManeraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora