Prólogo

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Choi Minying nació el mismo día que se desató una rebelión en el Reino de Daegu.

Tras muchas horas encerrada en una sala de curación junto con varias parteras, la Reina finalmente dió a luz a un niño de cabello azabache. El sexto Príncipe fue una sorpresa para todos los que habitaban en el palacio. Un Omega nacido de dos Alfas era tan poco probable que nadie se lo había planteado, pero sólo bastó una mirada para percatarse de su rango.

La Reina no amó menos a su hijo por ser diferente. En todo caso, su amor por él fue más grande que cualquier otro, al igual que más corto. Tan sólo tres minutos después de dar a luz, su corazón dejó de latir y lo último que vió fue a su pequeño hijo llorando en brazos de su padre, el Rey.

Choi Dong-yul no tuvo tiempo de llorar a su esposa, pues casi inmediatamente le llegó la noticia de que la provincia estaba sumida en el caos debido a la rebelión de muchos habitantes. Dejó a su hijo con sus hermanos y las sirvientas, que se encargarían de cuidarlo.

Los príncipes, Choi Dak-ho, Choi Taeyang, Choi Ji-hong, Choi Seung y Choi Hyun pensaron que su hermano sería una molestia. Era conocido por todos lo difícil de criar a un Omega. El único emocionado era Seung, el cuarto Príncipe, idéntico al Rey como todos sus hermanos.

Los príncipes estaban decididos a ignorar la existencia de su hermano, pero se les encargó vigilarlo. Una sola mirada al bebé fue suficiente para convencerlos de proteger a su hermano de todo lo que pudieran. Se turnaron para observar al niño y empezaron a reír con cada cosa que hacía. Al final, se quedaron junto a él por toda la noche.

El Rey regresó poco después, frustrado por los problemas que surgían cada cierto tiempo en su preciosa provincia. Ni siquiera tendría algún aliviado cuando llegara a su recámara, dado que su esposa había fallecido. Cómo consuelo, podía ver a sus hijos y al recién nacido, quién sería el último Príncipe.

La imagen en la recámara de los príncipes lo conmovió. Sus cinco hijos estaban acostados en el suelo, rodeando la cuna de su pequeño hermano en una posición de alerta.

El Rey se preguntó por qué estarían tan interesados en su hermano menor. Se dió cuenta gracias al olor. Su hijo era un Omega. Justo lo que necesitaba para calmar a las masas, un príncipe diferente que no supondría ninguna autoridad sobre el pueblo. Alguien con quién se sentirían identificados. Débil e indefenso.

Además, su hijo era idéntico a la Reina. La única persona que podía tranquilizar a un pueblo furioso.

                                               *

En el Reino de Seúl, el nacimiento de Jung Minho fue menos memorable. Su madre era una de las muchas amantes del Rey, que quedaron embarazadas para producir herederos.

Muchos niños habían nacido antes, pero al mirarlos, el Rey los declaraba insuficientes y los entregaba a sus madres. En el caso de Minho, el Rey dijo que era aceptable.

Desde el nacimiento, notaron que era un Alfa. Había algo en él que gritaba poder, incluso siendo un bebé.

Años después, una niña también fue aceptada como hija del Rey. La princesa Min-Ah, que luego se descubriría, era una Alfa.

El Príncipe Omega Y Su Rey AlfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora