Capitulo 9:

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Dio otra vuelta a la cama. Había hecho lo mismo desde hace ya varios minutos. Respiró hondo, ¿qué podía estar saliendo mal? Mechi estaba protegida por él, nada le pasaría. ¿Entonces, que le preocupaba? Tal vez la manera en la que la había tratado hoy. Es que no habían hablado desde entonces. ¿Estaría llorando justo ahora? Joder, a lo mejor y la hizo llorar tanto que ya ni siquiera tiene ganas de verlo. Tal vez lo odia más de lo que lo odiaba hace unas horas. Se sobó los ojos. Son las doce de la noche y no puede dormir. ¿Por qué coño Mechi sigue en su cabeza? Cerró los ojos de nuevo, ¿y si hablaba con ella? ¿y sí… hacían las pases a su manera? Y es que él solo conocía una sola manera de hacer las pases. Y era bajo las sábanas de su cama.

Sin poder contenerse, se puso de pie, abrió la puerta y salió hasta la habitación de Mechi, cuya puerta estaba cerrada. Tocó dos veces y nada. Intentó una tercera, tal vez está durmiendo. Pero hubo una cuarta, una quinta…y así hasta completar las diez. Como sospechaba, Mechi no estaba.

- Joder. – se quejó al abrir la puerta de la habitación de ella. – vas a matarme, Mercedes Lambre. Vas a matarme te lo juro. – la cerró con fuerza al percatarse de que tampoco estaba en su baño personal. - ¿Mechi? – gritó por toda la casa, con una pequeña esperanza de encontrarla en alguna parte, pero en cambio, no hubo respuesta. ¿Pero a qué estaba jugando? - ¿Dónde estás? – gritó de nuevo. 

Mierda. Mierda. Mierda. ¿Esto le estaba pasando a él? estaba harto. Harto de ella y lo jodidamente malcriada que era. Quiso ir hasta su habitación en busca de algo que ponerse en el pecho, pero antes… vio una hoja doblada en la encimera de la cocina. Negó con la cabeza, y leyó atentamente lo que decía. 

“Querido estúpido Ruggero,
voy a volver tarde, así que no te preocupes en buscarme, no te hará falta saber en dónde estoy. Mechi.” 

Apretó el papel en sus manos. Esto no le saldría nada barato a Mechi, lo pagaría. Pagaría cada cosa que le estaba haciendo. Por suerte él era mucho más inteligente que ella, o al menos eso parecía. Desde el primer día había activado un rastreador en su celular para encontrarla en cualquier parte del mundo, no sería difícil hallar en donde estaba. De pronto, una llamada.

-Ruggero. – habló Robert, su jefe. - ¿está Mercedes contigo? 

Ruggero endureció los pómulos. 

- Sí, señor, ¿por qué? – mintió. 

- Esta noche habrá otro secuestro. Y probablemente sea Mercedes quién continúe.

''24 HORAS'' Novela RuggechiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora