Un poco de ayuda no vendría mal

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POV. TRAVIS

Percy nos había enviado al campamento para asegurar que todo esté bien. Bueno, no lo está. Como el bromista principal del campamento, junto con mi hermano, tengo derecho a saber si alguien está destruyendo nuestras cabañas, sobretodo porque ahí tenemos nuestras municiones. 

Cuando empecé a revisar los daños, todo mientras luchaba con monstruos, me fije en la cabaña de Démeter. 

No, no, no. Katie. No puede ser. Ella debe de estar adentro. Tengo que ir a por ella. El único problema. Su cabaña está en llamas. 

- Connor- llamé a mi hermano- voy a por Katie- el asintió y me cubrió-

- Ve, rápido- dijo él-

Comencé a correr hacia la cabaña de la diosa del campo. Aunque no era correr...era más como un batalla entre el cansancio, el humo y el amor que siento por Katie. Bueno, supongo que ya saben cuál ganó. 

Corro lo más rápido que puedo, mientras mis pulmones se llenan de humo.

Cuando ya estoy casi en el fuego, veo que no estoy solo por ahí. Alerta. Drakon.

Una serpiente gigante apareció justo enfrente de la cabaña de Katie. Y digamos que parecía con la intención de "ayudar" a...acelerar el proceso.

Y fue ahí cuando hice lo más valiente y estúpido, y bastantes otras ocas más, que he hecho. Digamos que llamé su atención. Quizá demasiado.

Fue una pequeña broma. Que incluía a mí saltando hacia al drakon y acuchillándolo en el pié. Sí, en el pié no es muy..heroico. Pero yo era el que estaba ahí, así que se pueden..

No pude seguir pensando. Es difícil pensar cuando tienes a un drakon atacándote. Y por atacándome, digo, matándome. 

Clavo sus dientes en mi costado. Juro que escuche el crujir de mis huesos. Estaba sangrando como loco, pero no podía irme. Katie estaba ahí. Y no podía. 

Entonces empecé a trepar. Trepe toda su espalda, mientras apuñalaba al drakon. Cuando llegué a la cabeza, el "pequeño monstruo" tenía una línea de heridas en su cuerpo. Pero eso no bastaba. Entonces me acerqué al ojo y le metí la espada en el. Y me quede quieto.

Ja, ni yo me creo eso. Obviamente no me quede quieto. Había oído que la sangre de drakon era muy...usable. Tome un frasco, no pregunten de dónde, y recuperé casi toda la sangre del monstruo mientras este se quejaba de dolor. Y salté. Justo cuando el monstruo se deshizo en polvo.

Aterricé adolorido. Y hice mi mejor intento de caminar. Me dirigí a la cabaña de mi novia. 

No podía ver nada. El humo estaba en todas partes. Y entonces la vi. Y todo dolor desapareció.

Su cabello castaño caía en su hombro. Y esos párpados ocultaban esos hermosos ojos verdes como las hojas. Claro, todo estando desmayada. 

Fue hacia ella, pero vio que las llamas se movían...a cualquier lugar a donde él iba. Alguien las estaba controlando. Y ahí lo vio. Hiperión. 

Al parecer él también había evolucionado. Ahora no sólo era inmune al fuego, si no que lo controlaba. Que lástima que yo no era inmune al fuego, ¿no?

Primero corrí hacia Katie, quemándome. Al llegar, vi que mi ropa estaba chamuscada y rota. Pero eso no importaba, y menos lo hacia que yo estuviera sangrando por todas partes. Lo importante era Katie.

Me la cargué al hombro, mientras Hiperión me tiraba una oleada de fuego. No pude esquivarla, así que me giré para que el ataque sólo me llegara a mí. Y si que llegó. 

Ahora no sólo estaba sangrando, si no que se le había añadido, quemando y moribundo. 

Sabía que no podía irme sin antes vencer a Hiperión, así que...no, no tengo nada. Ni una idea. Mi plan era rescatara Katie, sin importar las repercusiones. Claro, que ahora las repercusiones lo buscaban a él.

No sabía que hacer. Y no se podía mover. El fuego ya lo había rodeado. 

Y ahí fue cuando se le ocurrió algo. Una idea. Una estúpida idea. Bueno, casi todas sus ideas son así. Pero esta vez, era todo lo que tenía. 

Después de todo, su plan se trataba de hacer lo que él hacia todo el tiempo. Robar. Iba a robar a Katie. Y como todo buen robo, uno tiene que evitar al dueño del objeto. Sólo que en este caso, el objeto estaba vivo, y probablemente si pasaban otro minuto ahí, iban a morir por el humo.

Sin presiones.

Y hice algo que básicamente, hacia todo el tiempo. Correr. Corrí con Katie hacia la salida. No me importaba quemarme. Y sí que lo hice. Ni siquiera me molesté en tratar de esquivar las llamas que me llegaban de Hiperión. Me dieron una por una. 

Y no fui a por la puerta. Me creé mi propia salida. Le pegué un patada a una pared. Esta se rompió a la tercera. Y me permitió ver lo que alguna vez había sido un hermoso huerto.

Y salió. Recorrió unos metro hasta que divisó a su hermano buscándolo preocupado. Dejo a Katie en el suelo. Y eso fue todo. 


Te amo Charlie BeckendorfDonde viven las historias. Descúbrelo ahora