Capitulo 34

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Tras unos días sin saber nada de Pablo, Mel decide ir a verlo. Al salir de la empresa, va directa a su coche y después de poner música, pone rumbo a la casa de Pablo.

Al llegar, piensa muy bien si hacerlo o no, pero finalmente, decide tocar el timbre; Ya que había hecho el camino, no iba a dar marcha atrás.

Cuando Pablo abrió la puerta, Melanie lo observó por unos instantes. Estaba guapísimo. Acababa de salir de la ducha y se estaba poniendo la camisa para tapar su cuerpo mojado. El pelo lo tenía aún alborotado por la humedad y tenía la barba muy bien perfilada.

-¿Qué haces aquí?.- pregunta, sacando de su trance a Mel.
-Nada, venía a verte. El otro día te fuiste y no sé si...
-No. Me fui por algo ajeno a ti.- responde mientras se da la vuelta y deja la puerta abierta la vuelta tras el.
-¿Que te pasa?
-Nada. ¿Solo vienes por eso?
-Sí.- responde, mientras coge de la mano a Pablo y le abrocha los botones de las mangas que él, anteriormente, había intentado abrochar.
-Muy bien. Cierra al salir.

Tras eso, coge su teléfono móvil y las llaves del coche para salir de casa. Mel, se queda asombrada. No sabe que hacer, así que, decide esperar.

Se dirigió a la habitación donde la última vez durmió y quedó rendida sobre la cama de tanta espera.
Tras un rato se despertó y decidió avisar a su hermano.

Sé que íbamos a ver las casas hoy, pero mejor las vemos algún otro día de esta semana, ¿vale? Aún tengo que hablarlo con Aitana y demás. Te quiero mucho.

Pablo, que llegó de la reunión tarde, comprobó que Mel no estaba en el salón y que probablemente se había ido. Se dio otra ducha y se dirigió a su cuarto. No se puso el pijama y decidió intentar dormir en bóxer.

No podía abrir los ojos, el sueño que estaba teniendo no le dejaba. Sus sudores eran fríos y sus labios parecían sellados.

-¿Donde está?.- pregunta la voz que teme escuchar cada noche.
-Déjalo. Esta durmiendo.- contesta otra voz, pero esta vez, de una mujer.
-No me vuelvas a decir lo que tengo que hacer.- ordena, y tras eso, comienza a atizar a esta.

Atemorizado y en un mar de lágrimas se encontraba un Pablo de apenas 8 años. Sus pequeñas manos trataban de todas formas taparse los oídos pero los golpes se seguían escuchando con la misma firmeza.

De tanto intentarlo, no se dio cuenta de que el dueño de la voz que tanto temía estaba frente a él y que ahora, quien recibía los golpes era su persona. Uno tras otro, cada vez más fuertes.

Las lágrimas caían y no cesaban, al igual que los gritos. La mujer que más quería en el mundo no paraba de gritar que todo parase de una vez y él, no deseaba nada más en el mundo.

-Pablo. ¡Pablo!

Una voz se cuela en el sueño de Pablo y no logra distinguirla del sueño hasta que siente que unas pequeñas manos zarandean su cuerpo.

Con una bocanada de aire, logra abrir los ojos y levantar el cuerpo por actoreflejo. Al hacerlo, ve a Melanie a los pies de su cama.

Le da una mirada fría, pero aún así, ella se levanta del suelo y se coloca sobre él, abrazándolo.

-Todo está bien.- le susurra.- Tranquilo.

La respiración de Pablo era irregular pero tener entre sus brazos a Melanie lo calmaba. Varios suspiros salían de su boca y después, varias lágrimas de sus ojos.

-¿Estás bien?.- pregunta Mel, preocupada y asustada. Pablo siente.- ¿Seguro?.- Pablo vuelva a asentir y la tumba con el, abrazándola todavía.

Los dos cuerpos se adherían por la sudor pero eso ahora, era lo que menos importaba.

-Tengo pesadillas cada noche. Esa es la razón por la que duermo solo siempre. Melanie no te quiero hacer partícipe de mi vida. Soy muy frío y oscuro. No quiero hacerte daño.- dice mientras hace una pausa.- Siempre se repite.
-¿Qué se repite, Pablo?.- pregunta Mel, pegándose más a Pablo, viendo así que era lo que él necesitaba. Sentir contacto.
-La historia.- respondió, recibiendo así una mirada de confusión de Melanie.- Mi padre me maltrataba al igual que a mi madre. Cuando yo nací, a él lo despidieron del trabajo y acto seguido, comenzó a beber todos los días. Los primeros años no pasaba nada, pero, después, todo cambió. Venía borracho y pegaba a mi madre. Cuando se hartaba,venía a mi. Unas veces se quedaba dormido haciéndolo, y otras, simplemente paraba al ver que si seguía, nos mataba. Golpe tras golpe y cardenal tras cardenal. Mi cuerpo permanecía siempre marcado. Al igual que el de mi madre.- contó, mostrándole así una cicatriz que tenía justo encima de su bóxer negro. Esa cicatriz Mel ya la había visto. Conocía su cuerpo tanto como el suyo pero no creía que la cicatriz fuera de eso.

Melanie, empezó a soltar lágrimas descontroladas.

-Cuando tenía 16 años, él murió, y aunque no se lo merecía, lloré lo que no estaba escrito. Mi madre cogió depresión y poco después, falleció también. Mario me acogió en su familia tiempo después, aunque, en cuanto fui mayor de edad, me fui del país para evadirme de todo. Nunca funcionó. He estado seis años solo, sin dejar que nadie supiera nada de mi. En estos seis años, sólo he follado como un loco. Y después, me iba a mi cama, esperando tener la pesadilla de cada día.

Melanie,le dio un beso.
Un beso salado por las lágrimas de ambos, un beso con pasión y la inocencia más sincera del mundo por parte de Mel. El primer beso tierno de Pablo y el más especial de Melanie.

-Lo siento tanto. Siento que hayas pasado por eso. Siento que todo te haya sido tan difícil. Lo siento todo.- susurró Mel, con un hilo de voz por el llanto aún tenía.
-No llores. No vale la pena. Gracias por haberme despertado, Melanie.
-Ojalá hubiera llegado antes.- dijo, y tras no recibir respuesta, decidió mirar hacia arriba. Pablo, había caído rendido con Mel en sus brazos. No la soltaba, ni lo pensaba hacer.

Melanie, al poco tiempo, se quedó dormida en el pecho de Pablo, que subía y bajaba con la mayor tranquilidad del mundo.

...

¡Hola! ¿Qué tal? ¿Como habéis pasado el finde? ¡Esperamos que genial!

Por aquí os dejamos un capítulo para que vuestro lunes sea un poco más ameno dentro de lo posible.

Disfrutadlo y sobretodo, vivid la historia como lo estamos haciendo nosotras.

¡Muchas gracias y muchos besos!

D y L

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