Cap.8 ¿Ruptura?

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Es una mañana en la cuál el viento sopla fuerte, hace frío y dan ganas de quedarse en cama todo el día, tomar un café o chocolate caliente, ver alguna película y si es posible dormir lo suficiente.
El amor a veces es una arma muy poderosa que te motiva a dar tu máximo esfuerzo, aunque el frío penetra en mis huesos, mis manos, nariz y mejillas están heladas yo estoy aquí nuevamente, parada en la central de autobuses esperando que mi amor venga a mí. Me encanta estar con él, me fascina descubrir lugares y poder compartir nuestros sentimientos, así que hoy estoy dispuesta a descubrir lo que se puede hacer en un día de clima frío, de viento arrasante.
Justo afuera de la central veo venir a un hombre con chamarra de piel color negro, jeans azules y tenis negros, tiene unos ojos color verde que al mirarlos cautivan y una sonrisa que parece de actor. Ahí está frente a mí extendiendo sus brazos para recibirme, ¿Cómo puedo explicar que él se ha convertido en pieza importante que le da un plus a mi felicidad? No tengo idea de cómo se explica tal sentimiento lo que sé es que agradezco experimentar esto y me gusta tenerlo.

El día de hoy no nos hemos salido de la central de autobuses, mi pareja trae en la mano dos boletos de autobús, me coge de la mano y me lleva rumbo a un autobús que está listo por arrancar, nos subimos y comenzamos el viaje, mientras voy mirando por la ventana él me explica que quiere hacer con este viaje que me ha caído de sorpresa, apenas se logran distinguir las pequeñas casitas, los arbolitos y campos, la neblina impide observar el bello panorama de aquella ciudad, tengo que aprovechar este momento para recargarme en su hombro, sentir su aroma, mirar sus ojos y saber la razón por la cuál quiso que hiciéramos este viaje. Es un viaje muy corto, él ha cumplido nuestra propuesta del viaje que dijimos que haríamos cuando fue su cumpleaños, aunque no fue a un lugar lejano él ha hecho lo mejor que puede para vivir este momento.

Descendemos del autobús, tomamos un taxi y me lleva a un lugar a comer, es un mercado grande y muy peculiar, comemos delicioso y luego paseamos un ratito por los alrededores, cruzamos varias calles hasta llegar a una alameda, nos sentamos juntos en un parque para mirar a los niños que juegan con unas pequeñas pelotas que rebotan muchísimo, nos reímos al verlos correr deprisa detrás de ellas, vemos el agua brotar de algunas fuentes, nos quedamos recargados uno en el otro y él comienza por contarme y desahogar algunas de las situaciones que le tienen un poco mal y que le han marcado desde su infancia, yo le escucho atentamente y trato de darle algún consejo y buscar soluciones juntos, siento el vibrar del nudo que trae en su garganta y su mirada a punto de derramar lágrimas, guardo silencio y nos quedamos así unos minutos. La brisa de la fuente alcanza a llegar ligeramente a nosotros, así que decidimos salir de ese lugar. Él tiene que ir a trabajar al día siguiente y como hemos estado charlando un largo tiempo ya comienza a caer la tarde así que decide reservar una habitación en un hotel que está ahí cerca, le acompaño y subimos a la habitación a dejar sus cosas. Me he metido al sanitario y sin querer he logrado escuchar una conversación que ha tenido por teléfono justo llegamos a la habitación, él ha dicho que será algo informal y que le estará esperando. Mi cabeza comienza a imaginar cosas, mis celos no se quedan tranquilos, mi impulsividad me hace explotar y comienzo a interrogar, entonces él reacciona y me dice que es un compañero al que verá mañana para ir al trabajo y de ahí irán a una reunión, comienzo a sentir dudas y me aferro a mi idea de que hay algo que me está ocultando, él asegura que no es nada que me pueda afectar, así que lo dejo tranquilo pero yo sigo pensando en que acción tomar ahora. Bajamos para que yo pueda tomar un autobús y regresar a casa, al estar en la planta baja yo me atrevo a decirle:
- No he creído en lo que me haz dicho, si no quieres y no estás seguro de estar conmigo con respeto, honestidad y amor es mejor que cada uno siga su propio camino.

Él se para frente a mí y me dice que está seguro de querer estar y amarme, que no debo imaginar y explotar por cosas sin antes saber de que tratan. Su seguridad me muestra que está convencido de lo que dice, mi ira ya ha pasado y me he puesto a razonar detenidamente. Caminamos juntos hasta la parada del autobús, ya se puede notar caer la noche, las luces de los autos destellan al pasar, las lámparas que rodean la alameda están todas encendidas, las fuentes ahora se pintan de colores y ya no se escuchan las risas de los niños al jugar, me despido de él y cuando voy a darle un beso en la mejilla él me toma fuerte y me da un beso en los labios, no me deja ir y me pide que no me vaya sin antes demostrar que todo está y estará bien entre nosotros. Tomamos asiento en la orilla de unos rodetes de los árboles que están sobre la avenida y hablamos de nuestra relación, cómo todos los seres humanos tendremos problemas, discusiones, retos y disgustos pero eso también es parte de las relaciones humanas por tanto estamos seguros de que podremos resolverlo juntos, le he dejado que piense bien que es lo que en verdad desea y yo pensar si esta decisión es la correcta, siempre me he sentido segura, completa y feliz, pero ahora hay algo que me tiene insegura y es justo está situación, después de hablar mucho de ello nos levantamos y vamos rumbo al autobús que ya se acerca, le doy un beso y subo a el.

Este es uno de esos días en los que las sorpresas no siempre tienen porqué terminar con un final feliz, ahora hay algo que resolver y que me tiene pensando en ello sin parar.

Amor a kilómetros y kilómetros de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora