𝐇𝐎𝐑𝐀𝐂𝐈𝐎 ⇣ 𝟎𝟖𝟎𝟒
Sonreí al sentir un pequeño golpecito de calor colarse por mis cortinas y molestar a mis ojos somnolientos, eso significaba que ya era hora de despertar e ir a trabajar, y adoro hacer eso. Me levanté de mi cama para estirar un poco mi cuerpo, ayer no pude moverme como era lo habitual debido a que mis piernas no me lo permitieron, pero hoy no me amenazaba ese dolor, es como si se hubiese esfumado de la noche a la mañana.
Miré mi teléfono unos cortos segundos, en éste se adornaba en la pantalla de bloqueo la hora, y sonreí al ver que me quedaba mucho tiempo para arreglarme, pues hoy era la vuelta del sub inspector dan, o el alumno horacio, todavía no estaba enterado de ello.
Sentí unos leves golpecitos en la puerta mientras me probaba algunos pantalones, así que a medio vestir comencé a correr hacia donde provenía aquel ruido. Miré por el lente para al menos notar parte de la figura quien me necesitaba a las tempranas horas del día, porque tal vez se tratase de gustabo, pues lo normal era que me acompañase en mi trabajo, sea cual sea la apariencia del día, pero grata fue sorpresa al darme cuenta que era conway, más conocido como mi jefe y mi papi.
-¿por qué está aquí? -le pregunté con un semblante calmado en cuanto conectamos miradas.
Él me miraba serio mientras le daba unas rápidas caladas a su cigarrillo, a veces daba miedo la cantidad de humo que dañaban esos viejos pulmones. -déjame entrar, que tengo frío -habló a los segundos, haciendo que me hiciera a un lado para brindarle espacio de mi casa.
Caminó dentro de mi hogar maldiciendo en voz baja mientras miraba algunos espacios con polvo en los que me daba palo limpiar, apenas y podía escuchar las palabras que soltaba su boca, estaba estresado, y lo sabía porque siempre que andaba de ese humor, llegaba a molestarme a mi humilde casa para nada comprada por él.
-¿cómo te sientes? -preguntó interesado, mirándome de arriba hacia abajo para, probablemente, encontrar un error en mi nuevo oufit. -te faltan calcetines, y que no sean de rosa ni de algún color fluorescente, por favor.
Esbocé una sonrisa, nunca faltaba alguna crítica hacia mi vestimenta, pero sabía que lo hacía para hacerme entender lo guapo que me veía, aunque tenga una forma muy rara de decirlo. -estoy bien, papá -dije burlesco, y me sentí satisfecho al ver que no objetó nada. -¿qué haremos hoy?