[Jueves]

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Había tanto, tanto polvo en ese coche que era imposible que algún tipo de huella se quedase pegada en aquella guantera. Después, a plena luz de una linterna, se pudieron notar más las marcas sobre la suciedad, pero nada más que nos sirviera de ayuda; el duro golpe que se llevó Guille con la puerta en las rodillas ( una marca curiosa, después de todo) y unos caminos de un centímetro y medio de ancho que parecían haberse hecho con algodón, como si el secuestrador hubiese limpiado exactamente la zona que sabía que tocaría. Nadie dijo nada a eso, aunque la teoría de Chris de que tal vez solo usó guantes de algodón parecía la más acertada. Inclusive más que la mía. Qué fácil era dar ideas en base a una teoría ya hecha de la nada...

Seguía siendo algodón, tampoco soy tan mal detective después de todo.

Aquella noche nos quedamos en el coche y observamos qué pasaba exactamente cuando ese pobre animal dejaba de chillar y se desangraba por fin. No era especialmente partidario de eso, pero estaba intentando reconstruir esa noche. Y según su "guardián", Claudia estuvo hace dos noche aqui. Justo en éste coche, a la misma hora que nos presentamos nosotros. No fue fácil, pero después de unas horas más, el sueño acabó por rendirles. Eran niños después de todo.

Guille era el más centrado de los cinco, se le veía hasta durmiendo. Tenía diecisiete y un afán extraordinario por jugar a detectives si eso nos ayudaba a encontrarla. Por alguna razón su voz cambiaba cuando hablaba de una Claudia sensible y sola, y eso no era buena señal. Alguien se estaba perdiendo en las redes de Afrodita... y no parecía agradarle. A mi un poco más, la verdad. Dentro de lo que cabía, vivir con humor entre compañeros era una gran medicina. Contra el agotamiento.

El resto ya era otra historia. Lía se había quedado dormida sobre el hombro de Chris, que aun siendo las tres de la mañana seguía con los ojos abiertos como platos y mirándome fijamente por el retrovisor, mientras yo hacía lo mismo. Ana había tomado prestado el otro hombro de su amigo para conciliar el sueño, y Lucía, la más pequeña de los cinco, se había quedado dormida con la cara pegada a la ventana. Su preocupación por Claudia era más que evidente. Por fin había dejado de llorar desde que nos sentamos y cerramos las puertas. Aquello era más de lo que yo tenía previsto encontrarme, la verdad.

--- Cuando leí el apodo que te puso, te odié tanto que Lía me vio cambiar de color por un día entero. No esperaba que vinieras--- Confesó, apartando unos mechones de Lía de su propia mejilla, y sonriendo por ese breve espacio de tiempo. Casi parecía un chico de verdad y todo--- Aunque bueno... supongo que lo haces más por ti que por ella. Eso me dan ganas de romperte la nariz. Todo en realidad.

Alcé una ceja y dejé que Lía se relajara en sus brazos después de revolverse antes de pensarme una respuesta. Yo también quería romper la suya, solo que la ley acabaría echandome a mi cualquier culpa. Después de todo, me había convertido sin pretenderlo en su responsable. Tendría que cuidar de ellos por muy mala espina que me diese. Quien sabe. Quizás era solo una máscara.

--- Hazlo. No te denunciaré ni nada, palabra.

Él solo sonrió mientras veía esa imagen en su mente. Parecía divertida para él.

--- Pero después pensé que con la nariz rota no me sirves para nada. Asi que voy a perdonarte la vida. Tienes suerte.

¡Encima! Aquello era para enmarcarlo, de verdad. Increible.

--- Gracias, majestad ---Bromeé--- Ahora mi vida tendrá más sentido que antes. Me siento afortunado.

--- Deberías ---Siguió---. Se supone que ella ya ha desaparecido. No entiendo éste papelón tuyo, de verdad. Aunque te sale de miedo. ¿Has estudiado arte dramático?

Comptine d'un autre étéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora