— ¿Y qué más?
— ¿Más aún? ¡Le he dicho todo lo que sabía!
— Uy... no me toques las narices, que bastante calentito vengo hoy... no me hagas perder el tiempo.
— ¡No lo hago! —Se defendió, y miró con miedo a Guille, que había empezado a echar aceite de oliva sobre una tostada medio quemada. Chris puso los ojos en blanco— No sé qué más quieres que te diga.
— No sé de qué nos sirve la carta si no tenemos a nadie a quien relacionar con ella. ¿No se te ocurre nada?
— ¿Qué quieres que sepa? siempre estaba sola.
Subconsciente, recuerdame que la próxima vez que conozca a una escritora amateur me asegure de que posee un mínimo de vida social de un dos por ciento antes de empezar a importarme. Esto no cuela, tiene que haber algo que se nos escape. Nadie está completamente solo todo el tiempo.
— Déjalo, Hugo —Murmuró Guille, quitandole hierro al asunto— Por lo menos tenemos en interior del sobre.
— ¿Claudia escribía mucho en su ordenador? —Me dio por preguntar. Un portátil negro brilló sobre el sillón de la sala de estar como un arbol de Navidad— ¿Tiene contraseña?
Chris alzó las cejas en mi dirección, aunque no fue hasta los dos segundos después cuando se dio cuenta de por qué preguntaba eso. El link de una historia. Quizás él la había leido por que estaba colgada, quizás había visto algo, algún borrador y... había usado eso para destruirla.
Hay que ser cruel para hacerle eso a una chica que apenas estaba empezando pero, pues... hay gente para todo, la verdad, llevaba cinco días buscándola. Iba a conformarme con que apareciese con los ojos abiertos.
Y respirando.
— Si, a veces — Aclaró Iker— Tenía una cuenta en un sitio Web de esos... para publicar, yo que sé —Yo sí. ¿Por qué se creía que estaba aquí?— Pero no sé nada de ninguna historia, si eso es lo que preguntas. Su portátil es algo lento y para aligerar el peso del disco duro evitaba guardar sus obras en procesadores, según decía. La registraba con derechos de autor y, o bien la subía, o bien la dejaba en procesadores online. Decía que mientras no tuviese acceso a su link, no podría leerla. Pero yo nunca llegué a ver la historia como tal, no me dejaba.
— ¿Su link? Entonces... ¿si alguien tuviese acceso a ese link...?
— Podría haber leido su historia entera —Acabó Chris— Y seguramente acabó usando eso para hacerle daño, con decirle que no servía para esto ella acabaría hundida. ¡Sabe dios qué locura le habrá hecho!
— ¡Calla, masoca! —Se quejó Lía, empujándolo fuerte— Claudia está perfectamente.
— ¿Te das cuenta de que ya han pasado cinco días, verdad? —Insistió él. A la chica le tembló el labio inferior— ¿Y de que si tenemos que contar con que el escritor de las narices nos guíe, vamos listos, verdad?
— ¿Y si te quejas menos y trabajas más?
Mi autobús salía de la parada un viernes a las cuatro y media de la tarde. Mi semana se convirtieron en cinco días sin darme cuenta, aunque en el fondo fuese consciente de ello. Teníamos un portátil, una chica desaparecida, un sobre vacío en un coche, y el interior del mismo en nuestras manos. Había seis, seis puñeteras cartas que significaban algo, la misma despedida en todas, y solo una noche y seis horas para emcontrar la solución y ponersela en bandeja a los demás antes de irme. No era de salvador la imagen de mi que tenia en mente, pero, si se diera el caso...
— Que no sabía nada dice el tío... te daba una hostia... así, con la mano abierta —Señaló Guille, mientras le tiraba de la camisa para que se sentara a mi lado— No tienes cara ni para eso, te falta carne, hijo mío...
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Comptine d'un autre été
Misteri / ThrillerHe aquí lo que nunca les diría a ellos. Mira en el principio. Todo tiene una explicación. Un por qué. Un misterio.