Capítulo XIII: Religiones, Negocios, Deportes y Comida

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Llegamos a mi casa a eso de las 12 y algo del medio día, no quería despertar a Adelina pero no quería dejarla durmiendo en el auto así que no me quedo otra que despertarla, la verdad es que en parte me hizo sentir mal el tener que haberla despertado, yo tomé mi mochila y toque la puerta de la casa, me abrió la puerta la Segunda prima mayor Rita, tenía el cabello claramente teñido de rubio, ella me miro y luego miro a Adelina.

— Tienes raíces — señalé para que se apartara de la puerta y me dejara entrar a mi casa.

Rita desaprecio en uno de los baños y camine por la casa hasta mi habitación seguida de Adelina, estaban todos los primos, tías y tíos en la casa, incluso estaba Ana que nunca hacía el esfuerzo para aparecer por el lugar, todos nos miraban muy atentamente mientras cruzábamos la casa para luego subir las escaleras, cuando llegamos a la habitación yo deje mi mochila al lado de la puerta y Adelina entró a la habitación, era una habitación espaciosa pero no excesivamente grande, tenía dibujos pegados en las paredes, la cama de dos plazas contra una pared y un escritorio contra la pared en la que estaba la ventana, sobre el escritorio pilas de libros ordenados por abecedario y categorías, tenía repisas con más libros y si, tengo una cantidad excesiva de libros, cerré la puerta para evitar que mis primos se asomaran a mirar, Adelina miro todo el lugar con determinación.

— Dibujas lindo — Adelina se acercó a la pared en la que tenía dibujos pegados y se quedó mirando uno que era el plano de la casa

— Dibujas lindo — Adelina se acercó a la pared en la que tenía dibujos pegados y se quedó mirando uno que era el plano de la casa

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— Gracias... voy a ir a ver a mi padre — me lleve la mano a la oreja.

— Te acompañó —  yo asentí con la cabeza, si hace un par de días me había comentado que había hablado con mi padre por teléfono y que había sido por un descuido mío la razón por la que se había enterado de que él estaba enfermo.

Antes de salir de la habitación me saqué la sudadera para sacarme la playera transpirada, abrí el armario y me puse la primera que encontré, era una azul marina que decía "No hablo de adicciones, hablo de direcciones" en letras blancas, nos dirigimos a la habitación de mi padre y yo simplemente entre, estaba sentado en su cama y misteriosamente no había nadie más me la habitación, Adelina se quedó parada en la puerta.

— Hola león — saludó de forma cariñosa y yo me senté en la cama junto a él — ¿Cómo estás? — el esbozo una sonrisa y luego miro la puerta en donde estaba Adelina — Pasa — le señaló con un gesto.

— Bien, llegamos recién — informé mientras escuchaba los suaves pasos de Adelina por la habitación — Ella es Adelina — le señale sin mirarla.

— Claro que se quien es — al parecer mi padre le emocionaba conocer a Adelina — Adelina Gregson, de Gregsons Corp. es un placer conocerte — le estira la mano y Adelina se la estrecha.

— El gusto es mío señor Arias — le dedica una sonrisa sincera — te dije que lo habían tantos Gregson's en el mundo — lo que yo solté una carcajada forzada.

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