Capítulo XXVI: El Luto de la Familia Gregson

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Esa noche me quedé despierta hasta que Adelina llegó del veterinario a las 10 de la mañana, no era una Adelina normal o la Adelina CEO, no, era una Adelina triste, sin ánimos ni ganas de nada, apenas llegó a la casa ella me abrazo.

— No lograron estabilizarlo — balbuceó en mi hombro mientras lloraba y yo le comencé a hacer cariño en la espalda.

— Va a estar todo bien ¿Si? — ya os lo dije, mis intentos de calmar gente eran horribles así que no me sorprendió cuando lo único que hizo Adelina fue asentir con la cabeza.

No les voy a decir cuánto rato estuvimos así, solo les diré que fue mucho, pero realmente mucho, lo cual no me causaba dramas porque lo único que quería era que Adelina se sintiera cómoda y que estaba en un lugar seguro, así que nos quedamos así, yo intentando no disfrutar el momento porque realmente no correspondía y Adelina en mi hombro intentando calmarse mientras le hacía cariño en la espalda y en la cabeza, lastimosamente aparecieron sus sobrinos si de algo estaba segura es que no era buena idea que las vieran de ese modo, ella los miró y salió corriendo escaleras arriba, después me miraron a mí buscando respuestas.

— Háblenlo con su madre — fue todo lo que les dije, no porque no quisiera decirles o por mala, sino porque no sabría qué hacer si se ponían a llorar ellos también y sentía que en el momento no tenía el tacto para decirle que Max había muerto quiero decir ¿Cómo haces eso? 

Subí las escaleras en busca de Adelina, la encontré en su armario echa bolita en suelo y llorando era como si se estuviera escondiendo de algo, yo cerré la puerta del armario detrás de mí y me acerqué a ella, me senté a su lado sin decir nada, simplemente acompañándola y existiendo a su lado, sentía que era lo único que podía hacer en ese momento, ella se apoyó su cabeza en mi hombro y así estuvimos hasta que se cansó de llorar y se durmió, yo con toda la delicadeza que mi cuerpo me permitió la tomé y la fui a acostar a su cama, en donde durmió todo el día, pero vamos con calma porque los días no pasan sin ninguna otra novedad, cuando me asegure que Adelina estaba acostada y durmiendo, baje al primer piso en donde me encontré a Alejandra.

— ¿Cómo está? — Me preguntó.

— Se durmió finalmente, pero nada bien — Me lleve una mano a la oreja — ¿Los niños cómo están? — le pregunté, fue una conversación tan fría que sentí que lo único que hacíamos era un simple intercambio de información general.

— Lo llevan lo mejor que pueden — no se molesto en mirarme, estaba absorta en lo que estaba haciendo, como si quisiera mantener la cabeza ocupada en algo para no pensar en lo que estaba pasando ¿Cómo la muerte de un animal podía afectar tanto a una familia? la verdad es que yo nunca había tenido mascotas así que desconocía completamente aquello.

— Y tú ¿Cómo estás? — le pregunté.

— Haciendo mi trabajo de madre — fue el tono de voz quebradizo y yo por instinto la abracé y dejé que se desahogara.

La cosa era que, desde el punto de vista externo, la familia Gregson tenía una fachada de una familia fuerte y poderosa, visto desde fuera era una familia unida que luego de haber perdido a la cabeza de familia, es decir, al padre de Adelina, había hecho maravillas para mantenerse entera. Pero cuando la veías desde dentro terminabas enterándote de lo disfuncional que podía terminar siendo, la madre de Adelina tenía una manía por mantener el control de todo, la hermana mayor, Alejandra, había tenido a su hija mayor con como 20 y tantos años y el menor tenía 10, la hermana del medio, Vanessa, parecía odiar a toda su familia y bueno Adelina, se guardaba demasiadas cosas para ella.

— ¿Le dijeron a Vanessa? — le pregunte cuando ella se separó de mí un poco más calmada.

— No, no he hablado con ella — me informó bajando la vista — Eres una persona maravillosa Lara — me miró un momento — Mi hermana habla maravillas de ti y no sé cómo lo hiciste para derretirle ese corazón de hielo que tiene ella — miró sus manos como si en ella pudiera encontrar las respuestas a todas las preguntas que tenía en ese momento ¿Tendría en ellas la cura del cáncer? 

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