Capítulo 4

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Willy William - Ego



¿Aquél era Min Yoongi? ¿Min Yoongi?

Dios, iban a despedirme antes de contratarme. Era imposible que aquel hombre me aceptara después de haberme visto babear en el ascensor. Y me estaba bien merecido, por haber perdido la compostura de esa manera y haberme quedado mirándolo como si fuera a comérmelo.

Quizá no fuera él, quizá el tal Min Yoongi tenía un hermano gemelo en el mismo edificio, pensé, presa del pánico. Y entonces lo miré y él me sonrió, pero a diferencia de cuando lo vi en el ascensor, la sonrisa no le llegó a los ojos. Echó a andar en dirección a mí y se me puso la piel de gallina. No, no tenía ningún hermano gemelo; era imposible que existiesen dos hombres tan devastadores en el mundo y que ambos me provocasen el mismo efecto.

—Encantado de conocerle, señorito Park —me saludó, tendiéndome la mano.

¿Tenía que tocarlo? Si antes me había parecido una pantera, en ese momento estaba convencido de que su tacto sería como acariciar a un animal salvaje. Y lo peor de todo era que me moría de ganas de hacerlo.

—Lo mismo digo, señor Min —respondí, estrechándole la mano.

Él me dio un fuerte apretón y, cuando me soltó los dedos, alargó el índice y me acarició la parte interior de la muñeca. Yo me estremecí, y recé para que Patricia, que estaba a menos de medio metro de mí, no se hubiese dado cuenta.

Y entonces, de repente, Min Yoongi se puso furioso. ¿Se puso furioso? ¿Por qué?

—Patricia me ha dicho que quiere contratarlo —dijo sin más, cambiando completamente de actitud.

Caminó de nuevo hasta la mesa y retiró una silla para mí y otra para su socia; luego se sentó al lado de ella.

—Sí, Jimin se licenció la primera de su promoción —me defendió Patricia, al notar la más que evidente reticencia de Jungkook. «Del señor Jeon», tuve que corregirme mentalmente—. Y hace unas semanas decidimos que ampliaríamos el departamento de Matrimonial.

—Ese es uno de mis departamentos, Patricia —le recordó él.

—Lo sé, Min —convino la mujer, mirándolo a los ojos—. Llevo meses diciéndote que busques a alguien. Jimin es perfecto.

—Lo dudo.

Tanto Patricia como yo nos quedamos estupefactos, aunque ella lo disimuló mucho mejor.

—¿Cuándo se licenció, señorito Park? —me preguntó él, cruzándose de brazos.

Lo miré un segundo y me di cuenta de que tenía el pelo mojado y de que estaba recién afeitado. Llevaba el mismo traje de antes, pero ¿se había duchado? Él notó que me había quedado mirando una gota que le caía de uno de los mechones de la nuca y me fulminó con la mirada. Cada segundo que pasaba estaba más furioso conmigo.

Dejé de mirarlo e intenté concentrarme. No podía perder aquel trabajo. Sencillamente no podía.

—Hace dos años, señor Min —le contesté.

—¿Y qué ha hecho durante estos dos años, señorito Park?

—He trabajado en el despacho del señor Jensens, en Bloxham. Llevábamos la mayoría de los asuntos locales, señor.

—Comprendo. No se ofenda, señorito Park, pero mi departamento de Matrimonial está a años luz de los asuntos que pudiese llevar el señor Jensens. No tengo tiempo para enseñar a nadie y tampoco lo tienen mis adjuntos.

—No me ofendo, señor —repuse yo, mirándolo a los ojos. ¿Quién se había creído que era?—. Me siento muy orgulloso del trabajo que desempeñé con el señor Jensens.

NOVENTA DÍAS - |YOONMIN| #1 +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora