Capitulo 7

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  Billie Eilish - My Strange Addiction

—Apártate de la señorito Park, Ruffus.

—Hola, Yoongi. —Howell saludó a mi salvador y su sonrisa se ensanchó un poco más hasta convertirse en una mueca esperpéntica.

—Apártate.

Min Yoongi entró en la sala y se acercó a donde yo estaba sin dejar de mirarme a los ojos. No desvió la vista hasta que me vio asentir levemente, un gesto que hice de manera inconsciente, pues estaba absorta mirándolo. Tuve la sensación de que si le hubiese dicho que el señor Howell se había propasado, lo habría echado de allí sin dudarlo. Sin dudar de mí.

—No volveré a pedírtelo, Ruffus —le advirtió él, en cuanto quedó a medio metro del otro hombre.

Howell me miró el escote. Yo había elegido precisamente ese día para ponerme una blusa de seda blanca. No transparentaba mucho y, además, debajo llevaba uno de esos visos de seda que parecen de otra época, pero, aun así, tuve ganas de taparme. No lo hice, no quería levantar las manos y que aquel cretino volviese a sonreírme. Apreté los dedos para contener el impulso y Yoongi, evidentemente, se fijó en el gesto.

—Basta, Ruffus. —Lo cogió por el antebrazo y lo apartó de mí con un único y firme movimiento.

El señor Howell quedó con la espalda pegada a la pared y Yoongi, aunque lo soltó, se colocó justo delante de él y le dijo muy despacio:

—Discúlpate con el joven Park, Ruffus.

—He venido a buscar mi móvil —se justificó, fingiendo que la presencia de aquel hombre más joven y mucho más fuerte que él no lo intimidaba.

—¿Este móvil? —Yoongi le mostró un smartphone que dejó con un golpe seco en la mesa—. Estaba en el servicio de caballeros. Aunque eso ya lo sabías, ¿no?

—No todos somos tan retorcidos como tú, querido Yoongi.

Yo habría podido irme, pero mis pies y mis ojos se negaron a alejarse de allí; gracias a eso, vi que esa última frase había herido a Yoongi, o, como mínimo, rozado, porque frunció el cejo y, por un instante, le cambió el brillo de los ojos.

—Vete de aquí, Ruffus. Y no vuelvas si no es por algo que tenga que ver con el divorcio.

—Tú tendrías que ser mi abogado y no el de Gloria. Se suponía que eras mi amigo.

Eso sí que no me lo esperaba.

—Ya sabes por qué soy el abogado de Gloria.

—Oh, sí, me olvidaba... Estás convencido de que porque le fui infiel merezco ir al infierno. ¿Y qué te mereces tú, Yoongi? ¿Adónde van los hombres como tú?

Él entrecerró los ojos, que se le vieron completamente negros. Me pareció que apretaba la mandíbula, pero el resto del cuerpo lo mantuvo inmóvil.

—Discúlpate con el joven Park.

Al oír de nuevo mi nombre, me esforcé por centrarme en lo que estaba pasando y no en lo que mi mente estaba pensando. ¿Ruffus Howell y Min Yoongi eran amigos?

Los dos se sostenían la mirada, midiéndose como si fueran a batirse en duelo. Aún en el caso de que fuesen amigos, algo que me costaba creer, no sería bueno para nadie que se liasen a puñetazos en medio de la sala de reuniones. Seguro que a Patricia no le gustaría. Y yo no quería darle ningún motivo al señor Min para despedirme.

—No es necesario —dije, para ver si así disminuía un poco la tensión.

—Por supuesto que es necesario —repuso Yoongi rotundo.

NOVENTA DÍAS - |YOONMIN| #1 +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora