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Las contracciones eran cada vez más seguidas y dolorosas, Kaname estaba solo en la sala de pre-parto, por lo general los futuros padres siempre estaban acompañados de sus parejas, era un momento difícil de enfrentar y doloroso, pero Kaname no tendría ayuda, estaba solo en todo esto y solo por su culpa, él había arruinado su vida y ahora estaba pagando las consecuencia.

- ¿Duele, verdad? - pregunta Takuma al ingresar a la sala

- Mucho - y derramado unas lágrimas

- No eres al único que le duele, a mí me ha dolido todos estos meses -

Una nueva contracción hizo gritas a Kaname de dolor. Para quien hubiera visto la escena le hubiese sido difícil saber quién sufría más. Sí Kaname por los dolores del parto adelantado o a Takuma, quien veía como la traición de su esposo se materializaba frente a sus ojos.

- Takuma, Takuma - le llamaba una colega al rubio

- ¡Doctor Takuma! - grita una enfermera que al escuchar los gritos desesperados de Kaname se había asomado a la sala con el colega de Takuma.

Kaname estaba inconciente cuando estas dos personas llegaron en su ayuda, Takuma estaba completamente perdido en otro mundo sin ser capaz de siquiera respirar.

Media hora después Kaname estaba en la sala de partos. Cuando Takuma reaccionó se aproximó a la sala.

- No debería estar usted aquí - dice una de las doctoras

- Es mi esposo - réplica Takuma

- Pero por lo que veo, no ha cuidado muy bien de él, el estado en que se encuentra su embarazo es pésimo - dice molesta la mujer - Pero ahora... -

- ¡Pero ahora te vas! - responde Takuma

- ¿Qué? - dice la mujer sin entender

- Este no es sus paciente, y yo como jefe de ginecología no la quiero aquí -

- Es mi turno, estoy a cargo de las emergencias -

- Y yo soy el médico tratante del paciente -

- Fue ingresado como emergencia -

- No me interesa. Fuera de aquí ¡Es una orden! -

Ante eso la doctora no tuvo otra alternativa que retirarse. Quince minutos después nacía un pequeño niño que ni siquiera lloró, era más pequeño que un bebé prematuro de siete meses y nació con varias hematomas en su cuerpo. La enfermera que lo vistió y lo conectó a un respirador artificial, no podía creer como esa criatura había sobrevivido en tan precarias condiciones.

En tanto el parto de Kaien había sido muy complicado. El bebé era fuerte, de más de tres kilos ochocientos gramos y con unos pulmones a prueba de todo.

- Asalto ¿Cómo está mi padre? - pregunta Yuuki preocupada

- Está bien, al igual que nuestro bebé - responde de igual manera feliz el padre

- Que felicidad, estaba tan angustiada - y limpiando sus lágrimas - ¿Y Takuma, dónde está? -

- No lo he visto - responde el hombre mayor - Tu papá fue atendido por otro doctor -

- Quizás aún no termina con el otro paciente, debe ser eso - dice la mujer

Horas después cuando Kaien ya podía recibir visitas, Yuuki y su esposo eran conducidos por una enfermera a la habitación del feliz padre, cuando vieron que unos camilleros llevaban a Kaname a una de las habitaciones. Y al verlo sin su abultada barriga se quedaron estáticos mirándolo pasar.

- Pobre hombre, cuando despierte y le digan que su bebé nació muerto será una noticia desgarradora para él - comenta la enfermera

- ¿Cómo que muerto? Interroga Zero a la mujer - No, no puede ser - Dice Zero al momento que dio media vuelta y siguió a los hombres que llevaban a Kaname.

Cinco días estuvo internado Kaname en la clínica y al regresar a casa, sólo le quedó un sentimiento de soledad, si bien no tenía nada comprado para su hijo, sí se había dedicado a buscar algunas cosas de sus hijos mayores para el bebé, por ello cuando vio esas poquísimas cosas de bebé en el cajón de la cómoda, se largó a llover, ni siquiera había podido ir al cementerio a sepultar a su bebé, a esa ceremonia solo habían asistido Takuma, sus padre y Yuuki con Zero, ni una flor había podido brindarle a su hijo, y eso lo hacía sentir peor.

- Siento mucho lo del bebé - dice Takuma desde la puerta

- No es necesario mentir -

- No miento, en verdad lo lamento - y acercándose a Kaname - Ahora debemos explicarle a Kain que no hay hermanito -

Kaname lo miró con los ojos enrojecidos de tanto llorar, cuanto más debía pagar por su error.

- Mi intención nunca fue que muriera -

- Pero murió -

- Bueno, si quieres puedo llevarte donde tus padres - dice el rubio

- Me vas a echar - y secando sus lágrimas con el puño de su camisa - Al final me vas a quitar todo -

- No, puedes ver de vez en cuando a los niños -

- Me arrebataste a mi bebé y ahora me quieres alejar de Ruka y Kain -

Takuma se acercó al castaño e inclinándose ante él, le tomo la mano y la besó derramando lágrimas.

- Te amo, sé que hice mal. Pero en nombre de ese amor, te suplico una nueva oportunidad, te juro que está vez haré las cosas bien. Te protegeré y me dedicaré en cuerpo y alma a que me perdones -

Kaname no pudo evitar emocionarse ante esas palabras, pero también sentía mucha rabia. Su corazón estaba en una encrucijada.

La naturaleza de un omega era algo curiosa, su instinto animal de protección a sus crías hicieron que Kaname siguiera al lado de Takuma, pero su sexto sentido le decía que ese hombre le mentía, había algo en las palabras de Takuma que le impedía creer en él.

Los años fueron pasando Kaname había dado a luz ya dos veces más ahora tenía a Ai de seis años y a Ren de cinco, pero aunque los amaba, no podía quitar de su cabeza a ese hijo que nunca pudo ver.

- Papá - le llama Ruka - ¿Cuando vas a ser feliz de verdad? -

- Que dices, hija. Yo soy muy feliz, los tengo a ustedes cuatro que más podría pedirle a la vida -

- Amor -

- Yo los amo, acaso ustedes no me aman a mí -

- Claro que te amo, papá, por eso te lo dijo, te condenaste a un hombre que no amas por nosotros -

- Soy feliz, viéndolos a ustedes. No necesito nada más -

Kaname dejó un beso en la frente de su hija y siguió con su rutina.

AMANTESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora