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   —¿Y te quedas en forma humana hasta que...?

—Recorreremos juntos... al menos lo más cerca como sea posible.

—¿Y tú me dirás que hacer?

El río de nuevo.

Apreté sus manos.

—Mira, sé que esto es llegar, pero... No puedo sentarme aquí y esperar. No lo tomes a mal, pero tengo que caminar. Y necesito estar solo un tiempo para psicoanalizarme a mí mismo.

—Bien.

—Bien.

Debería haber sentido alivio de que no discutiera. El necesitaba descansar de todos modos. Aún faltaban un par de horas para la hora de mi transformación. Me levanté y empecé a caminar a lo largo del borde del claro.

Lo que me sorprendió fue que era una noche tranquila. Se sentía como si debería haber tormentas, truenos y rayos. Como si el mundo debiera sentir el caos que retumbaba en mi interior. Esta mañana yo pensé las apasionadas palabras "te amo" cuando Derek se enfrentaba a la muerte. Pero aun así él repitió esas palabras para mí. Compañeros de por vida. ¿Las palabras no deberían darse con facilidad?

Así que tal vez después de esta noche, empezaremos a salir, dejar que nuestro lado humano se ponga al día con nuestro lado lobuno. Se veía algo atrasado, pero supuse que él no había tenido otra opción ya que yo no conocía la verdad acerca de mis circunstancias. La incógnita era grande y aterradora.

No sé cuánto tiempo caminé. Caminé hasta que mis piernas estuvieron demasiado cansadas para correr o escalar las laderas que nos rodeaban.

Enfréntate a tus miedos, el Dr. Deaton había dicho.

Pero de ninguna manera pudo haber conocido los temores que corrían a través de mí ahora. En el borde del bosque me detuve y esperé. La luna se levantó más. Siempre me pareció tranquilo. Tenía el poder para cambiar las mareas, y esta noche posiblemente iba a cambiar mi vida.

Finalmente, Derek se levantó y se acercó a donde yo esperaba. Mis rodillas se debilitaron y agradecí que hubiera un árbol resistente en el cual apoyarme. Él levantó el brazo y apretó el antebrazo contra la corteza, arriba de mi cabeza, como si él también necesitara algún tipo de apoyo. La acción lo atrajo aún más. Sentí el acogedor calor de su cuerpo extenderse hacia el mío. Había dormido acurrucado contra ese cuerpo. Lo conocía en ambas formas, humano y lobo. No me asustaba.

Sus labios estaban casi tocando los míos. Casi.

—Stiles —susurró, y su aliento cálido me acarició la mejilla—, es hora.

Las lágrimas ardían en mis ojos. Sacudí la cabeza. La realidad era que yo no quería convertirme en un lobo. Eso sonaba doloroso. No era como yo me había imaginado a mí mismo. Era un paso gigantesco que me aterrorizaba.

—no estoy listo, todavía no.

Escuché un siniestro, gruñido gutural a la distancia. Se puso rígido. Yo sabía que él también lo había oído. Se alejó de mí y miró por encima de su hombro. Fue entonces cuando los vi. Los lobos habían regresado y estaban rondando el perímetro del claro.

Derek me miró, la decepción reflejada en sus ojos de plata.

—Entonces elige a otro. Pero no puedes pasar por esto solo.

Me dio la espalda y echó a andar apropósito hacia los lobos.

—¡Espera! —grité detrás de él. Pero ya era demasiado tarde.

Luz de Luna - Sterek AdaptaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora