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   ¡El oso era enorme! Parado en sus patas traseras, parecía que estaba cerca de los siete pies de altura, aunque mi percepción de su altura podría haber sido afectada por mi
terror. No sabía si los osos reaccionaban al olor de la sangre o el miedo, pero yo seguía sangrando y definitivamente estaba asustado.

   Diría que si tú te enfrentaras a un oso la mejor manera de hacerlo sería dejándose caer en el vientre y estirar. Aunque también diría que enroscarse en posición fetal.

   Decisiones, decisiones. Todavía estaba recuperándome de la penosa experiencia en el río y apenas podía pensar, y mucho menos decidir la estrategia a seguir. Sabía lo suficiente como para no entrar en pánico o correr. Pero no podía ponerme sumiso. Si algo pasaba, quería estar en condiciones de, al menos, tratar de salvar mi vida.

   Sacudiendo su cabeza, el oso abrió su boca y rugió. Sus dientes eran enormes y sus patas monstruosas. Entonces se dejó caer en todo en sus cuatro patas y comenzó a atacar.

   Instintivamente, me giré para correr. Por el rabillo del ojo, capté un vago movimiento. Un gruñido bajo, amenazador, diferente al del oso, aunque resonaba en la zona. Giré de nuevo justo a tiempo para ver a un lobo saltar encima del oso.

   Apresurándome hacia atrás, me tropecé con algo y caí duramente sobre mi trasero. Pensé que debía utilizar la distracción del ataque del lobo para correr, pero por alguna razón no podía apartar la mirada de los animales que estaban gruñendo y atacándose unos a otros. El oso le dio una palmada al lobo. Lo escuché aullar y pude ver borbotones de sangre en sus cuartos traseros, donde las garras del oso rasgaron.

   Pero no dio marcha atrás, ya que se agachó, situándose entre el oso y yo. Pero yo no quería que este lobo muriera. No era el que había visto la noche anterior. De eso estaba seguro. Su pelaje era diferente, negro, era completamente oscuro. El enseñó sus dientes.

   Parado en sus patas traseras, el oso gruñó. El lobo chasqueó. Un sonido bajo de advertencia vibrando desde su garganta.

   Sabía que debería estar corriendo, pero simplemente no tenía energía. Ahora que estaba de vuelta en el suelo, no sabía si sería capaz de levantarme. Yo quería gritar, quería que uno de los guías me encontrara, que me ayudara.

   El oso hizo otro golpe al lobo, lanzándolo en el aire como si fuera nada. Después del duro aterrizaje, el lobo se levantó, se puso en cuclillas, y empezó a rodear al oso.

   Entonces se movió hacia delante, yendo despacio, y mordió al oso en la pata. El oso lanzó un pequeño aullido, dio medio vuelta y corrió.

   Todavía en cuclillas, el lobo se volvió hacia mí. ¿Estaba a punto de convertirme en su víctima? Me acordé de lo que Derek me había dicho: Un lobo sano nunca había atacado a seres humanos. Traté de no acobardarme. No quería que sintiera que tenía reservas, que estaba siendo precavido. Pero el cansancio, el miedo, y todo lo que había perdurado desde que la cuerda se rompió, me estaba reclamando, y empecé a temblar violentamente.

  Tratando de recuperar el control de mí mismo, me centré en el lobo en lugar de lo mucho que estaba lastimado. Me recordó a un perro grande. Era la criatura más hermosa que jamás había visto. Su pelaje era tan oscuro. Y sus ojos eran como de plata viva, y no del color azul electrónico del lobo que había visto la noche anterior. Tuve la extraña sensación de que me miraba, ¿tratando de determinar qué? ¿Por qué me miraba? ¿Por qué solo estaba allí parado?

   Cuanto más tiempo se quedó allí, más cómodo me sentí con él. Me sentí extraño por este tipo de lazos que no podía explicar exactamente. Los lobos en mis pesadillas siempre fueron feroces, pero este me había salvado, se interpuso entre el oso y yo. ¿Todos estos años dejé que lo que pasó con mis padres afectara mis sueños? Tenía miedo de algo, pero no era del bosque o los lobos. Se trataba de algo dentro de mí, algo que yo no entendía.

Luz de Luna - Sterek AdaptaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora