Capítulo 4: Recuerdos de amor

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Narra Carlos;

Presente

Norma:

Oye, entonces ¿¿si me acompañas a la fiesta??

Carlos:

No sé, no conozco a nadie...

Norma:

Por eso, para que salgas, necesitas airearte.

Carlos:

¿A qué hora es?

Norma:

5pm, paso por ti.

Ya no le contesto nada, igual no voy a lograr que cambie de parecer, además quizás tenga razón mi querida hermana me conoce más de lo que estoy dispuesto a aceptar. De una forma podría ser su instinto actuando, el mismo que le dice que saque a su hermano del hoyo en el que me encuentro.

Hace días fui al cine con una amiga bastante impertinente de mi hermano, además de eso no he salido para nada, el único sol que he recibido es el que entra por la ventana y lo poco que obtuve de desayunar afuera dos veces, este patio es grande pero nada comparado al de nuestra casa.

Recuerdo que cuando la compramos pensamos lo lindo que sería criar ahí a nuestros hijos, lástima que la vida no siempre es buena con nosotros. Redirijo mi mente hacia otro tema con miedo de volver a encontrarme a mí mismo sin fuerza para levantarme de la cama.

Me levanto para hacer ejercicio, cambiando mi ropa por una más adecuada bajo al salón que uso como gimnasio. He de admitir que el moverme libera más endorfina de la que esperaba, de pronto me sorprendo sonriendo en el espejo.

El reloj me dice que todavía falta bastante para que llegue Norma por lo que pienso en aprovechar el tiempo, subo a bañarme, elijo mi ropa tratando de ignorar la punzada de reconocer historias a su lado en cada prenda, tiendo mi cama por primera vez en días. Una vez el cuarto está medio arreglado bajo a la cocina para lavar el montón de trastes sucios.

Muevo el desorden de mi sala, tiro los papeles que ya no sirven, pero el tiempo no parece avanzar. Aprovechando que me arregle decido salir a caminar, estos zapatos no son los más cómodos, sin embargo, en el fondo, como todos soy un humano que se mueve por impulsos, mismos que me guían a una casa que tengo aprendida de memoria.

Abro con mis llaves, la casa vacía es deprimente lo único que me acompaña es el eco de mis pisadas que rebotan en las altas paredes, cierro los ojos para hacer memoria.

Aquí la vimos crecer, pero el tiempo no fue suficiente.

Los recuerdos duelen, sin embargo lo que más me pesa es saber que Cyn no está aquí a mi lado como juro que lo haría, ambos lo juramos. Sin estar muy seguro de en qué momento mis ojos se llenan de lágrimas que terminan escurriéndose por mis mejillas. Una punzada de dolor llega a mi al recordar sus sollozos y los míos juntos entre abrazos que intentaban consolarnos mutuamente, que idiotas fuimos, era obvio, un ser desconsolado no podría brindar consuelo a otro ser igual. O quizás solo no luchamos lo suficiente por mantener vivo nuestro amor.

Carlos:

Vine a ver la casa, está muy sola sin ustedes...

Amor mío:

....

La veo escribir sin terminar de escribir lo que sea que quiera poner.

Mi salvaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora