Capítulo 7: Suegros

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2017

Narra Carlos;

Cyn y yo hemos estado distantes desde nuestra última llamada, no nos hemos visto a pesar de que el lunes regrese a la ciudad, por las mañanas trabaja y por las tardes siempre dice estar cansada, yo sé que me porté como un idiota pues ella no tiene la culpa de los problemas que yo tenga o no del pasado. De hecho, justo debería preocuparme por mi presente a su lado, no por cosas que ya pasaron.

Igual que en días anteriores le escribo, hoy para sorprenderla aprovechando que tengo la mañana libre le pedí a Edgar que me llevara por un café y flores, sé que a mí no me las va a recibir pero ya me encargaré yo de que alguien de su equipo se las haga llegar.

Carlos:

Buenos días, amor mío.

¿Cómo dormiste?

Espero que te hayas despertado bien, porque estoy seguro que te ves hermosa.

Me deja en visto, pero ya me acostumbre a eso de su parte, por lo que simplemente apago el celular, supongo que Edgar percibe e largo suspiro que dejo salir de mí pues pregunta:

- Carlos, disculpa que me meta, pero ¿ya pensaste pedirle perdón como una persona normal?

- ¿Y cómo es que lo hace una persona normal?

- Admitiendo nuestros errores y mostrándonos arrepentidos, de nada le sirven flores y cafés a alguien que se sintió herido.

Sus palabras me dejan pensando bastante, es cierto que no he dicho las palabras como debería solo que pedir perdón nunca es fácil. O al menos no lo es cuando creces en un ambiente en el que cuando alguien se molesta es más fácil ignorarse y volver a hablar cuando todo ha pasado. Ahí otra de las diferencias en cómo crecimos ella y yo.

Al llegar a Azteca nos acercamos a la entrada dónde ya se encuentra Vania, bajo del vehículo con las cosas en la mano.

- Hola,- saludo con un beso en la mejilla.- Oye, ¿no tienes post-it o algo así para escribirle un mensaje?

- Hola,- corresponde el saludo.- No tengo aquí, pero si me esperas puedo regresar adentro por algo para que escribas, ¿si?

- Perfecto, aquí te espero.

Ella regresa luego de unos 10 minutos con papel y una pluma donde me dispongo a escribir algo conciso pero lindo:

Amor mío, fui un estúpido, perdón.

¿Podemos hablar las cosas?

Ven a cenar a mi casa, te espero a las 7 pm.

P.d. te amo.

Ella se lleva las cosas, yo por mi parte regreso al carro, le pido a Edgar manejar a Carajillo lugar donde compraré lo que pienso invitar a la hora de la comida, ya para la cena veré que hago. En el camino busco el contacto de mi suegro para marcarle. El teléfono suena 2 veces antes de que conteste la llamada.

- ¿Bueno?

- Buenos días, suegro- el corazón me late a mil cada que hablo con el papá de Cyn.

- Buenos días, Carlos. ¿Qué pasa?- cuestiona él con tranquilidad.

- Me gustaría invitarlos a comer a mi casa, quiero platicar sobre algo con ustedes.

- ¿A qué hora?

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