Capítulo 9: Perdón

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2017

Narra Cyn;

Sin pensarlo más toco el timbre de la casa de Carlos, él abre casi en seguida, verlo me hace flaquear, lleva puesto un pantalón de vestir azul marino que se ajusta a sus piernas acompañado de una camisa blanca con puntos pequeños del mismo color que su pantalón, esta la tiene abierta dejando ver gran parte de su pecho, lugar donde crecen millones de vellos que ahora están cortos, se supone que estoy enojada con él. Desde la puerta acerca su rostro al mío, uniendo sus labios a mi mejilla.

- Bienvenida, amor mío- susurra cerca de mi oído.

Entro sin responder nada, el silencio del lugar se ve reemplazado por mis tacones golpeando el piso con cada paso que doy. Carlos me sigue callado por detrás, sigue siendo más alto que yo a pesar de mis zapatos, sin embargo, ambos conocemos bastante bien la dinámica, él sabe quién tiene el poder en la relación.

- ¿Dónde cenaremos?- cuestiono al encontrar el comedor vacío. Él no responde, en su lugar me abraza por la espalda dejando que sus manos se aferren alrededor de mi cintura aprisionando contra él.

- No te escuche saludar,- murmura en mi oído, estando tan cerca aprovecha para morder mi lóbulo. Dicha acción me hace suspirar.

- Bien sabes porque no lo hice,- le respondo tratando de empujar sus manos para zafarse de él, quien aplica más fuerza y comienza a besar mi cuello.- Carlos, dijiste que querías hablar.

- Tú ganas, vamos al patio,- dice liberando mi cuerpo.

Vuelvo a caminar delante de él, una vez llego al ventanal que da hacia el patio mi corazón se derrite dentro de mí, acomodo una mesa en el centro la cual se ilumina por una lámpara de pie así como velas que hay sobre la mesa. Él se detiene a mi lado, desde ahí toma mi mano entre las suyas para aproximarla a sus labios y dejar un beso ahí.

Caminamos de la mano hasta la mesa, lugar donde él se separa para sacar mi silla. En nuestros respectivos lugares ya hay una taza de café así como un pastel personal. Ambos son de red velvet, este hombre me hizo adicta a ese sabor.

- Bien, ¿y de qué querías hablar?,- cuestiono llevando un trozo de pastel a mi boca.

- Son muchas cosas,- empieza a excusarse él.

- Tenemos tiempo,- le digo al ver como lleva un bocado a él, es aquí cuando recuerdo lo dura que pudo haber sido su infancia.

- Primero que nada, quiero pedirte perdón,- admite viendo al plato.- Tú no tienes la culpa de mi pasado, porque tú eres mi presente.

- Disculpas aceptadas,- respondo, sonriéndole por primera vez en la noche.- También yo fui grosera, lo siento.

- No te preocupes, amor mío- dice con una sonrisa triste plasmada en su rostro.- Cyn, tú eres la persona que más me conoce en el mundo,- toma mis manos entrelazándolas con las suyas sobre la mesa.- Y sabes mejor que nadie que en mi pasado nunca tuve nadie que me enseñara a amar, pero hoy te tengo a ti, y aunque no es tu responsabilidad yo quiero aprender de ti como amarte como en realidad te lo mereces.

- Carlos...- veo sus ojos brillar llenos de lágrimas.

- Amor mío, hoy eres mi presente, pero quiero que seas mi futuro siempre,- una risa nerviosa se escapa de su boca al tiempo que rueda por su rostro una lágrima.

- Yo siempre voy a estar a tu lado, amor,- le digo regresando el apretón de manos que él da.

- ¿Quieres vivir conmigo?- pregunta al fin.

- Es que sí, pero tú sabes como se van a poner mis papás...

- Ya hable con ellos,- esta vez la sonrisa en su rostro es grande, haciendo que sus ojos se hagan chiquitos.

- Pues entonces sí mi amor, sí, sí, sí y siempre sí.

Seguimos cenando al tiempo que hablamos un poco de cómo nos sentimos ambos el día de la discusión, lo más importante para que esto funcione es la comunicación, también hablamos de la mudanza y de lo lindo que será despertar juntos. Cuando terminamos lo ayudo a llevar las cosas adentro donde acomodamos todo entre los dos.

Una vez está cada cosa en su lugar él me toma de la mano para guiarme a un cuarto en el fondo del pasillo, solo él y yo tenemos llaves del lugar, las luces del lugar son tenues, apenas nos dejan vernos, él me guía al centro del lugar dejándome de espaldas a una cama, sus pupilas se dilatan al tiempo que su respiración se torna pesada.

- Ahora sí, déjame pedirte perdón como lo mereces amor mío,- dice con su voz más ronca de lo normal, apenas termina de hablar lo veo apretar su mandíbula con deseo. Coloco mis manos sobre sus mejillas, una más cerca de su oído y nuca, mientras que la otra recorre la línea de su mandíbula, rozando con mi pulgar sus labios que se entreabren lo que me hace introducirlo en su boca. Él succiona cerrando sus ojos, al final siento sus dientes aferrarse a mi dedo sin lastimarme.

- Arrodíllate amor mío- digo con el tono más seductor que puedo. Él no demora nada en estar rendido a mis pies. Me encanta sentirme poderosa él pega su cabeza a mi entrepierna sabiendo bien lo provocativo que es ese roce, yo acaricio su pelo.

Sin decir nada recorre mis piernas con sus manos hasta llegar al botón del short que estoy usando, no tarda nada en desabrocharlo por lo que pronto se encuentra bajándolo junto con mi ropa interior. Una vez que no hay tela entre nosotros deja un beso en mi entrepierna, los movimientos de sus labios me hacen tirar de su pelo por lo que se separa para verme a los ojos.

- Disfruta amor mío,- dice subiendo sobre su hombro derecho una piernas, vuelve a llevar su boca al lugar en el que se encontraba, sentir que usa su lengua para llegar más lejos me hace temblar.

Él gime con sus labios pegados a mí supongo que al sentir la presión que mi tacón ejerce sobre su espalda, esto también lo hace elevar su mano izquierda para apretar mi pezón sobre mi ropa. La posición así como las sensaciones del momento pronto me llevan al orgasmo. Cuando él siente que terminé se levanta quedando más alto que yo, saca mi blusa por arriba de mi cabeza sin preocuparse de que por lo brusco del movimiento probablemente se haya roto.

No tengo tiempo de reaccionar cuando ya me ha empujado sobre el colchón, abre su pantalón dejando que el mismo caiga hasta el suelo, también baja su bóxer liberando así su palpitante erección.

- ¿Estás en la pastilla?

- Sí,- respondo.

Sin demorar más sujeta mis piernas por mis tobillos para presionarlas contra mi pecho dejándome expuesta a él por completo, entra con facilidad en mi y pronto tenemos un ritmo constante que acompañamos de besos hasta que ambos alcanzamos el clímax. 

He de admitir que odiaba el 'amor mío' pero cómo que me obsesionó

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He de admitir que odiaba el 'amor mío' pero cómo que me obsesionó. 


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