Si es un pecado escabullir en tus más oscuros secretos, no me importa morir condenada.
Es indescifrable como eres fuente de mi inspiración...
¿Del odio al amor realmente sólo hay un paso?
Nunca imagine que mi vida fuera tan interesante, o al meno...
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Han pasado 2 horas desde que salimos del campus, ya casi llegamos a nuestro destino. El viaje ha sido un poco incómodo ¿porqué mi vida tiene que estar llena de momentos así? ¡Qué hice para merecer esto Diosito!
Daniels va del lado del copiloto y no ha dejado de dedicarme miradas por el retrovisor, no puedo sostenerle la mía por mucho tiempo, por eso opté en hacerme la loca y me dediqué a escuchar música y jugar en el teléfono.
Lindsay me daba miradas acusatorias y divertidas de vez en cuando, no había que ser muy analizador para darse cuenta que Dan estaba mirándome sin ninguna vergüenza alguna. Por otro lado Louis estaba demasiado concentrado en el camino para darse cuenta de lo qué pasa a su alrededor y lo agradecía, si el estuviese viendo ya no aguantaría con sus comentarios locos y fuera de lugar.
— Llegamos florecitas. — anuncia Louis bajándose de la camioneta.
— Hello, no puedes llamarme flore-cita. — le reclama Daniels con exageración.
— Cállate idiota, el más flor aquí eres tú. Tan delicado como una rosa, cuidado te marchitas. — espeta Louis con diversión.
— Me parece interesante su conversación pero necesito hacer pis! ¿Pueden callarse y seguir el camino? — digo cruzando las piernas para evitar las ganas que tengo de ir al baño.
— Vamos, la princesa necesita cagar. — dice Daniels tomándome del brazo con cuidado.
Me sonroje ante su apto. Pero luego de analizar detenidamente lo que acaba de decir me detengo abruptamente. ¿a caso dijo que me estaba cagando? Estupiceniciento tenía que ser. Lo empujó con brusquedad y le pegó un golpe en la cabeza. El se ríe abiertamente y los chicos lo acompañan con ganas.
— Muy chistoso Daniels, muy chistoso. Toma tu premio. — digo simulando sacar algo del bolso y luego le pongo mi dedo grosero en la frente. — Toma putoooo.
La acción que hace después de eso, me deja asquerosamente pasmada. Daniels lame todo mi dedo y sonríe de lado.
— Ja, sabe rico tú dedo gruñona. — habla divertidamente. - tal como lo imaginé.
— Todo de mi sabe rico. — suelto antes de darme cuenta.
Que cringe das Shels.
Cállate conciencia, tú no ayudas mucho que digamos.
— Ohhhhhh, miren eso chicos. Tenemos una amiga muy presumida. — exclama Louis pellizcándome la cintura.
