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~Jimin~

Al entrar a la enorme mansión me invadió el característico olor a café que provenía de la cocina. Mi hermano ama el café, así que estoy seguro que él es el que está en la cocina. Avancé hacia la puerta de cocina lentamente. Hasta que él apareció en mi campo de visión, confirmando mis sospechas, estaba de espaldas así que aproveché para acercarme despacio y en silencio.

– ¡Boo! –grité saltando a su espalda y éste soltó un grito ahogado.

–¡Quítenmelo! ¡Quítenmelo! –pide dando vueltas alrededor de la mesa.

– ¡Te extrañé mucho! – dije abrazándolo fuerte haciendo que éste se quede quieto y gire su cabeza hacia mi, como la niña del exorcista.

–¡Idiota, me asustaste! –gritó intentando librarse de mi agarre. –¡Ya suéltame! ¿Quieres? –preguntó sacudiéndose como desquiciado.

–Está bien, no seas llorón. –dije bajándome de su espalda.

–¿Dónde haz estado estos últimos días? Ni siquiera me enviaste un mensaje. –se quejó con el ceño fruncido.

–Lo siento, estaba algo ocupado. No tuve tiempo. Por cierto ¿dónde está papá? –pregunté recordando por qué estoy aquí.

– ¿Por qué quieres verlo? Sabés que está muy molesto contigo. Sólo van a terminar discutiendo.

–Lo sé, pero debo hablar con él de un asunto muy serio. No te preocupes, no haré nada estúpido.

– Hermano, sé que no quieres volver. Pero tú ni siquiera tienes trabajo. Por qué simplemente no los obedeces y vas a ese internado. ¿Cómo vas a sobrevivir de esta forma?

Él tiene razón, no tengo trabajo, ni dinero, sólo un departamento que está vacío y unas ganas asesinas de irme lejos de aquí. No sé cómo voy a terminar pero no quiero que él esté en mi situación.

–No te preocupes por mí, sólo concéntrate en tus estudios, debes ser mejor que yo en todo. Debes superarte a tí mismo y ser libre. Aprovecha toda la ayuda que te den, luego puedes vivir como siempre haz soñado.

–¿Y qué hay de tí?–preguntó con la voz quebrada.– Dijimos que nos iríamos juntos una vez que terminemos nuestras carreras. ¿Me vas a abandonar? –Me miró con los ojos aguados, me quedé en silencio con un nudo en la garganta. No sabía que decirle.

–Hablemos de esto luego, nunca dije que te abandonaría. Sé fuerte ¿si? No estás solo, me tienes a mí. Eso no va a cambiar. Sólo debes esforzarte y luego todo estará bien.

Me acerqué para abrazarlo y éste se aferró a mí como si fuese a desaparecer en cualquier momento.

–Prométeme que no me dejarás Jimin, prométemelo –Se aferró más fuerte y yo me sentía una mierda por ser el culpable de que esté así.

– Tranquilo, no te dejaré sólo. Te lo prometo.

Él se separó lentamente secando sus lágrimas con las mangas de su suéter.
Para luego mirarme. Y eso bastó para que todo dentro de mí se derrumbe, veía el miedo en sus ojos. Sabía lo asustado que estaba.

–Por favor, no te rindas antes de lograr todo lo que me haz dicho. Todo lo que me contabas antes de dormir. Eso que siempre soñaste. Tú debes lograrlo. Debes salir de esto.

–¿Cómo quieres que lo haga si el único que me inspiraba a seguir ahora no está conmigo? –preguntó con una mirada afligida.

–No digas eso, tú puedes lograr todo lo que te propongas, no necesitas a nadie para salir adelante. Eres inteligente y muy valiente. Sé que estarás bi...–No pude terminar por que alguien me interrumpió.

Rosa NegraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora