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Jimin

Desperté con un dolor punzante en mi cabeza, no podía ver nada, todo estaba oscuro. Intenté levantarme pero no podía moverme. Comencé a respirar agitado al recordar lo que pasó.
¿Dónde estoy? Quería hablar pero mi boca estaba cellada con algo.
No podía hacer nada, el miedo y la desesperación se apoderaron de mí.
Escuché una puerta abriéndose, por lo que debatía entre pedir ayuda como pueda o quedarme quieto, no sabía quién era el que estaba ahí. Pero mi cuerpo ya estaba temblando sin poder controlarlo.

-Vaya vaya vaya, veo que ya estás despierto. -habló un hombre con voz ronca. No reconocía la voz pero me sonaba familiar, logró erizar cada centímetro de mi piel.

Escuchaba sus pasos acercándose cada vez más, intenté moverme pero algo me lo impedía, estaba amarrado.

-Oh Jimin, no sabes cómo me pone verte así...-su voz sonaba cada vez más grave dándome escalofríos.

-Atado a mi cama, tener tu cuerpo a mi total disposición...-seguía hablando mientras comenzaba a acariciar mi pierna subiendo lentamente hasta detenerse en mi muslo para luego apretarlo con fuerza haciendo que suelte un grito ahogado.

-No puedo esperar a hacerte mío una y otra y otra vez, Oh si, con sólo imaginarlo me pone tan duro. -mi cuerpo temblaba mientras sus manos se adentraba en mi suéter lentamente, comenzó a acariciar mi torso mientras soltaba sonidos extraños.

-Tu piel es tan suave como me lo imaginé, no sabes cuánto disfrutaré tocar y besar tu hermoso cuerpo.

Mi respiración se volvió irregular y ni siquiera me di cuenta de que estaba llorando hasta que sentí que la tela que cubría mis ojos estaba húmeda.

-Mmm si, definitivamente no puedo matarte hasta disfrutar cada parte de tí-Sentí su respiración en mi cuello y recién pude reconocer esa voz, mi cuerpo se tensó al instante.

-Me contaron que fuiste a la estación de policía...-susurró en mi oído antes de morder el lóbulo de mi oreja suavemente y soltar una risita que me dió escalofríos. Me removí intentando alejarlo pero él sostuvo mi mandíbula con firmeza dejándome inmovilizado.

-Eso merece un castigo-Murmuró pasando su dedo sobre mis labios presionando mis mejillas -Tal vez no lo sepas pero tengo a la policía de mi lado. Les pago mejor de lo que ganan en años y sólo no deben meterse en mis asuntos. Así que fuiste en vano-apreté mis dientes con fuerza al escuchar eso. No quería parecer débil frente a él pero aunque quiera hacerme el fuerte, mi cuerpo me traicionaba temblando sin control bajo sus roces.

-Me encanta verte así, tan sumiso, así me gusta, si te portas bien voy a recompensarte. - Me sacudí con fuerza tratando de alejar sus manos de mi.- No me obligues a usar mi fuerza. Te quitaré esto, pero antes, debes saber que aunque grites, nadie podrá oírte...-sentí como reriraba el adhesivo de mi boca.

-Por favor, déjeme ir...-susurré con voz temblorosa, una vez que pude hablar-no le diré a nadie, sólo déjeme...-no pude terminar ya que posó sus dedos sobre mis labios callándome.

-Shhh, no me pidas algo que no haré-murmuro acariciando mi labio inferior.

-Por favor...-supliqué con un hilo de voz.

-Mmm si me lo pides así me dan ganas de arrancarte toda esa ropa y besar cada parte de tí, no me provoques cariño.-murmuró antes de morder mi labio inferior y tirar de el suavemente.

-Alguien vendrá para prepararte, sé bueno y haz lo que te diga, no tiene mucha paciencia y créeme no querrás hacerlo enojar. -dijo antes de alejarse de mí, escuché la puerta cerrarse y solté todo el aire que no sabía que estaba reteniendo.

Rosa NegraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora