2.13. una esperanza.

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Recuerdos olvidados, sería la justificación a su problema, el porqué de muchas preguntas que se ha hecho a lo largo de este tiempo, y el porqué, también, de sus actos tan macabros e impulsivos que ha tenido que llevar a cabo. No es como si alguien le dijera qué hacer, él simplemente lo hace porque así fue como su plan se diseñó. Pero por más convencido que esté de que aquellos sucesos son vivencias propias, no puede evitar sentirse ajeno a ellas. Se sentía lejano y familiar a la vez, como si fuesen historias contadas por alguien más, convenciéndose de que él estuvo ahí aun cuando no esté figurado en sus recuerdos.

Negó con la cabeza, intentando desprenderse de sus pensamientos y volviendo su vista hacia sus víctimas, pero, por su despiste, ya se habían ido. ¿Cómo le hacían para caminar tan rápido? O quizás él era el que estuvo demasiado tiempo divagando en su interior que no se dio cuenta cuando los perdió de vista. El intimidante jugador enmascarado estaba distraído, y no era sólo por sus constantes y vagos recuerdos, sino que había algo más que lo hacía declinar, y sabía exactamente qué era; esa intensa y molesta mirada que le pellizcaba el cerebro con un ímpetu que se hacía insoportable. Ese tal Lee Jeno era quien más vueltas daba en su cabeza desde el principio, y ni siquiera sabía la razón.

Ya había cumplido con su objetivo, le había dicho que despertara y lo hizo exitosamente, sin embargo, ¿por qué lo había mirado con tal odio? Como si él le hubiese hecho algo malo, cuando en realidad, lo único que le ofreció fue un favor. Y él no iba a negarlo, sentía temor. Había podido interpretar aquella mirada al darse cuenta de que quien le impulsó a matar a aquel Plus no fue Simón, sino que él mismo, y que cuando descubrió en donde se escondía le dijo con los ojos ardiendo en llamas: «Voy a matarte». Escalofriante, pensó él.

Bajó del árbol para continuar su búsqueda, dándose cuenta de que no estaba tan lejos de su próximo objetivo: un pobre y débil policía que disfrutaba de su momento a solas y lejos de sus otros compañeros.

Relamió sus labios por las ansias que tenía de jugar con él. Este sería su momento para enseñarle a ese engreído Jeno que no se saldría con la suya, que él no era tan fácil de intimidar, ni mucho menos de detener. Él sería el último sobreviviente en este juego, costara lo que costase. 










Los tres jugadores restantes, Jeno, Jaemin y Yuta, deambulaban bajo los árboles aún en busca de Haechan, a pesar de todo lo que ha pasado en un periodo de tiempo tan corto. Recién era de mañana, pero ellos ya se sentían tan casados como haber sufrido tanto ajetreo en un día tan largo.

Yuta se quedó atrás, buscando algún lugar seguro en donde hacer sus necesidades.

—Sigan avanzando, yo los alcanzo luego —anunció, escabulléndose detrás de unos árboles.

—¿A dónde vas? —preguntó Jaemin, desconfiado.

—Sólo iré a hacer mis cosas, no te preocupes —le dijo él, yéndose con paso apresurado.

Se acercó al primer árbol que vio y se bajó los pantalones. El líquido saliendo de su vejiga le hizo soltar un suspiro de alivio. Las situaciones tensas le descontrolaban los esfínteres.

simon says ー nctDonde viven las historias. Descúbrelo ahora