Capítulo XVII

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Desistires

Oaxaca, un mes antes del cumpleaños de Ari


Temo cerró su computadora después de ver por tercera vez el plan de estudios para la carrera de Ciencias Políticas. Se lo había comentado a Ari y cada día estaba más convencido de que eso era lo que quería estudiar y también a lo que quería dedicarse por el resto de su vida. Le emocionaba pensar que podía hacer un cambio; motivar a las personas para también lograrlo. Pensaba fuertemente que todas las personas merecían las mismas oportunidades para ser felices y debían empezar a trabajar por ese futuro.

Era su sueño, quería avanzar hacia él, aunque eso podía significar poner presión a su relación con Ari.

Tenía que existir algún modo de la que las cosas funcionarán. Sin importar si Ari lo acompañaba o no a la ciudad, ellos debían encontrar la manera de que su relación siguiera. Porque, así como Temo estaba convencido de que quería estudiar en la ciudad, también estaba seguro de que amaba profundamente a Ari y querías seguir construyendo el camino juntos.

El cumpleaños de Ari se acercaba y él quería regalarle algo que tuviera un significado. Algo que cada vez que lo viera le recordará su amor, el lazo que les unía y el compromiso mutuo de hacer crecer su amor a la par de sus intereses y felicidad como personas.

Con esa idea en mente, Temo bajó para buscar a su Papancho. Lo encontró en el despacho revisando papeles de la empresa. A pesar de que su papá nunca se había sentido cómodo siendo un ejecutivo, era muy bueno en ello y, especialista en empresas en malos momentos. Temo esperaba que en el futuro él también pudiera tener el mismo temple que su padre al momento de llevar las cosas cuando todo pareciera perdido.

―¿Qué pasó, Temochas? ¿Qué haces ahí pasmado, mijo? ―Le preguntó su papá cuando notó su presencia.

―Tengo una idea y quiero compartírtela ―su Papancho se levantó de la silla y se sentó a su lado.

―Ay, Temo, creo que he trabajado demasiado en estos meses y me acabo de dar cuenta de lo mucho que has crecido sin que yo me diera cuenta ―Temo le sonrió a su padre ―. Cada día que avanza vas convirtiéndote más en un hombre, en uno con muchas convicciones, con un gran valor. Te quiero mucho, mijo ―Temo recibió un fuerte abrazo de su papá que correspondió con cariño ―. ¿Eres feliz, Temo?

―Muy feliz, Papancho. Muy feliz ―le respondió a su papá separándose de él. Su Papancho le dio una palmada cariñosa y le sonrió.

―Bueno, ahora sí, mijo. Dime, ¿qué idea me quieres compartir?

―Estoy decidido, papá, quiero estudiar Ciencias Políticas. Y para eso voy a regresar a la ciudad ―vio a su Papancho contraer el rostro.

―No te puedo mentir, mi Temo. Me preocupa que escojas ese camino. La política no es fácil. La gente aún es muy cerrada.

―Nada que realmente valga la pena es fácil, papá. Pero es el camino que quiero para mí. Tal vez pueda hacer algo que valga la pena para los demás ―vio la preocupación en los ojos su papá, pero el hombre no dijo nada. Volvió a asentir sonriendo.

―Tu vida es mi vida, hijo. Y si ese es el camino, estaré para ti cuando lo necesites ―Temo no podía pensar cómo sería su vida sin su Papancho ―. Pero hay algo más ¿cierto? ―Temo asintió.

―El cumpleaños de Ari es un mes y quisiera regalarle algo, papá. Algo que sea lo suficientemente significativo. No sé qué nos deparé el futuro, pero quiero que Ari siempre tenga presente que estaré con él y que lo amo.

―¿Y has pensando en qué? ―Lo cierto era que sí.

―Sí, un anillo ―la mirada de su Papancho se volvió nostálgica de pronto.

MomentosWhere stories live. Discover now