Epílogo

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Parte II


Residencia López Córcega. Actualidad

Ari se extendió en la cama y gimió satisfactoriamente cuando sintió el peso de Temo sobre él. Separó las piernas mientras estiraba el cuello para poder darle un sucio y deseoso beso a Temo. Podía sentir la pesada erección resbalando entre la hendidura de su culo, pero Ari quería más, así que, como pudo, elevó la cadera logrando obtener un jadeo por parte de Temo que terminó rompiendo el beso. 

Las manos de Temo le tomaron de las muñecas y le hizo extender los brazos por encima de su cabeza. Sintió los besos sobre sus hombros y su nuca. Temo elevó la cadera un poco y luego lo sintió entrando lentamente en él. Ari hundió el rostro en el colchón mientras elevaba sus nalgas todo lo que podía para oponer la menor resistencia.

Se había despertado muy temprano, incluso antes de que la alarma sonora y Ari había empezado con un coqueteo tonto e inocente. Se levantó de la cama y se desnudó completamente frente a la atenta mirada de Temo que seguro esperaba que regresara a la cama con él, pero, en vez de eso, se fue al baño a lavarse los diente y fingir que no tenía una semi erección. Temo no tardó mucho en seguirle los pasos y Ari hizo todo lo que pudo para fingir que sus pasos no habían sido premeditados. Pero bastaron unos cuantos toques y unas palabras obscenamente deliciosas para que dejará todo el juego.

Terminaron en la cama, completamente desnudos, probándose, acariciándose y haciéndose ese manoseo exquisito que pocas veces tenían por falta de tiempo. 

Tuvo al borde a Temo más de dos veces hasta que las cosas se pusieron intensas y Temo lo hizo girar sobre su costado y él se extendió sobre la cama. Estaban listos para el deseo crudo y Temo le estaba demostrando que había terminado con el tonteo.

Gimió roncamente cuando sintió a Temo completamente dentro de él. Las piernas de Temo se enredaron entre las suyas y lo hizo separarlas más dándole un acceso más profundo. Ari se sentía ahí, extendido y lleno de toda la magnificencia de Temo López. Temo hizo un movimiento circular que él siguió con los ojos cerrados y jadeando de placer.

Se movió lento, apenas despegando la cadera y Ari se removió nervioso, Temo le estaba haciendo pagar las veces que se burló de él durante esa mañana. Elevó la cadera buscando más contacto, pero Temo siguió lento y constante. Ari necesitaba más, se agitó ansioso sintiendo los lentos besos de Temo sobre su nuca y su espalda. 

―Temo... ―fue un ruego, casi una súplica. Temo desenredo las piernas y le soltó las manos para tomarle de la cadera. Temo fue implacable con él con embestidas rápidas y precisas que le estaban haciendo ahogar sus gemidos entre las sábanas. Los sonidos de sus cuerpos chocando y encontrándose eran obscenos y excitantes.

La fuerza de los embates de Temo le hicieron estremecer. Arqueó el cuerpo para poder tener acceso a su erección y empezó a acariciarse al mismo ritmo que Temo lo estaba follando, necesitaba correrse, su cuerpo se sentía pesado, caliente y estaba llegando al orgasmo justo cuando Temo unió la mano a la suya. Colapsó sobre el colchón después de hacerlo. A Temo le tomaron unas cuantas embestidas apoteósicas más para también correrse. Se derrumbó sobre él murmurándole palabras inconexas de amor con una que otra vulgaridad que le terminó haciendo sonreír.

―Buenos días, Tahi ―Temo rió.

―Los mejores buenos días, Tahi ―le dio un suave beso mientras rodaba hacia un lado llevándole con él para abrazarlo ―. Espero que los niños no nos hayan escuchado ―Ari le besó el hombro mientras se acomodaba sobre su pecho.

―Tuve mucho cuidado, pero, en caso de que haya sido así, fue completamente tu culpa. Te pusiste muy intenso ―Temo le acarició la espalda.

MomentosWhere stories live. Discover now