Capítulo VIII

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Familia

Parte III


Las Vegas, Nevada, Premios Grammy Latino.

Siete años ante del aniversario.


Vio a Ari frotándose las manos en el pantalón del traje. Estaba muerto de nervios. Según el programa del evento, el siguiente premio a anunciar sería la de Álbum del año, la categoría de Ari. Uno de los meseros se acercó a ellos ofreciéndoles una copa y Temo tomó dos. Ambos las necesitaban.


Todo era nuevo para ellos, desde la primera nominación de Ari y, sobre todo, ese viaje en especial. Era el primero que hacían juntos sin sus hijos y sin que uno de ellos se quedará con los pequeños. Y era especialmente difícil porque Lina aún era prácticamente una bebé y Alonso, aunque con cinco años, no dejaba de ser un niño que desde que había sido adoptado nunca se había separado de uno de sus padres.


Justamente por lo mismo, habían hablado con ellos antes de entrar al evento. Arqui, Lalo y la tía Dora se habían ofrecido a cuidarlos. Temo no podía estar más agradecido con la bendición que había resultado el que Eduardo no estuviera en alguno de esos casos que solía tomar y que acaparaban todo su tiempo.


En la videollamada, Lina se mostró algo ceñuda, pero se había tranquilizado bastante al verles y, Alonso, siendo el sol que era, solamente les había preguntado cuándo regresarían.


A Temo no dejaba de sorprender lo mucho que Alonso se esforzaba por ser un gran hijo. De ante mano sabía que su hijo mayor no la había tenido sencilla en los dos primeros años de su vida.


Temo y Ari sabían que esa historia pasada con sus padres biológicos había traído algunas cosas que seguían resolviendo, como, por ejemplo, el hecho de que su hijo mayor continuamente creía que tenía que ser extremadamente bueno para no ser abandonado de nuevo. A Temo aún se le encogía el corazón al recordar cómo, durante su primera navidad juntos, Alonso no podía creer que la gran cantidad de juguetes debajo del árbol eran para él.


Tampoco podía creer que tuviera una familia que incluyera primos, abuelos, tíos, un cuasi hermano mayor y, sobre todo, unos padres que no tenían pensado dejarlo atrás.


Los padres de Alonso eran adictos. Alonso había nacido con una talla y peso bajo para su edad gestacional. Se había salvado del síndrome de abstinencia del recién nacido sólo porque su madre se había mantenido limpia lo suficiente para tenerlo. Después de su nacimiento fue a vivir con sus padres, un año después y meses más tarde, ellos habían desparecido y a él lo habían abandonado en un departamento del cual había sido rescatado. El DIF lo tomó, fue enviado a un orfanatorio y fue ahí donde lo conocieron.


El proceso de adopción de Alonso resultó estresantemente largo y, siendo honesto, Temo no podía negar que había usado una que otra amistad para acelerar los trámites. Y aún con ello, les tomó casi un año más poder llevar a Alonso a casa por fin.


Poco a poco había trabajo con él, entre todos, como familia y Alonso cada vez estaba mejor. La llegada de Lina también le había ayudado bastante, si bien Arqui era básicamente un hermano mayor por ellos, no dejaba de darle su lugar a Alonso que había adquirido un matiz de protección con su hermana que a Temo y Ari le daba mucha ternura.

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