Capítulo XIII

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Pasado y Presente


Toluca, Estado de México. Primera navidad de Alonso con Temo y Ari.


El árbol navideño aún estaba iluminado por las luces que encendían y apagaban a un ritmo lento y ensoñador. Ari se había levantado muy temprano para colocar todos los regalos, estaba seguro que Temo le reñiría un poco, pero se habían desvelado en la cena en casa de la tía Chela y aún tenían que ir al recalentado, así que había querido dejarle descansar un rato más.

Ari había ido aprendido que los López eran incansables para todo y eso incluía las fiestas.

Ari terminó de colocar el último regalo y sonrió satisfecho, quería que esa navidad fuera especial, guardarla en su mente de esa manera. Después de todo, era la primera con su hijo. El pecho de Ari se infló de orgullo y de amor. Alonso era su hijo oficialmente y su familia con Temo estaba tomando forma. Tal vez, en unos años más tendrían otro hijo o hija. A Ari le hacía ilusión pensar en una familia numerosa a lado de Temo.

Se alegraba imaginando a muchos niñes llamando papá a Temo y creciendo con su ejemplo, ese era un bonito cuadro mental.

―No me despertaste ―sintió los brazos de Temo abrazándole por la espalda y sonrió.

―Lo siento. Pero te veías profundamente dormido ―Temo le dio un suave beso en la nuca luego sintió la sonrisa formándose en los labios de su esposo.

―Conoces muchas maneras para despertarme ―Ari se mordió el labio inferior mientras se dejaba hacer por los atentos labios de Temo sobre la sensible piel de su cuello.

―Señor López ―cerró los ojos al sentir un suave mordisco en el cuello ―, le recuerdo que tenemos que ir a casa de su tía para almorzar y también, está nuestro hijo, hay que mostrarle los regalos de su primera navidad con nosotros ―Temo reajustó los brazos en su cadera y lo atrajo más hacia él.

―Nuestro hijo ―Temo lo dijo apoyando la barbilla sobre su hombro. Ari no tenía que verlo para saber que sonreía igual que él ―. Te amo, Tahi. Gracias por formar una familia conmigo ―Ari se giró entre los brazos de Temo.

―Gracias por ser mi familia, mi hogar ―se besaron suave y lentamente.

Pero no duró demasiado, Temo subió por Alonso, y, aún en sus brazos, el niño miró el árbol de arriba abajo. Alonso solía mostrarse intimidado por muchas cosas y también por las personas. Pero iba avanzando poco a poco; tanto a Temo como a Ari, les gustaba pensar que sólo necesitaba tiempo, amor, el cuidado y la dedicación que un niño requería. Ari se colocó a los pies del árbol pasándole uno de los regalos perfectamente envuelto. Alonso primero lo miró asustado y no lo tomó, pero Ari insistió.

Alonso lo terminó sosteniendo y se lo quiso pasar a Temo tan pronto como lo hizo.

―No, cariño. Es tuyo. Es para ti ―Alonso lo miró como si no entendiera, pero Temo estaba seguro que si lo hacía ―. Anda, hijo. Ábrelo. Es para ti ―Alonso parpadeó. Sus manos se pasaron por el papel como si quisiera abrirlo, pero sin animarse.

―La única manera de saber lo que hay adentro es rompiendo el papel ―le dijo Ari sonriéndole a su hijo. El niño volvió a parpadear y miró a Temo como buscando alguna otra respuesta a su duda. Temo le tomó de la mano y lo ayudó a desgarrar el papel. La sonrisa que se dibujó en el rostro del niño y de Temo se quedaría para siempre guardada en la mente de Ari.


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Toluca, Estado de México. Actualidad.

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